Un estudio cifra en 746.000 las muertes por suicidio en todo el mundo
18 Mar 2025

En todo el mundo, se registraron 746.000 muertes por suicidio en 2021 (519.000 hombres y 227.000 mujeres). La tasa de mortalidad más alta por este grave problema se registró en personas de 70 años o más. No obstante, aunque la media de edad de muerte por suicidio tiende a aumentar, sigue siendo una causa principal persistente de muerte para los y las jóvenes en muchas áreas del mundo. La integración de la atención a la salud mental en los sistemas de atención primaria puede mejorar el acceso, el abordaje del suicidio y reducir el estigma en torno al mismo.

Estas son algunas de las principales conclusiones de un estudio publicado por The Lancet Public Health y llevado a cabo por el Instituto de Métrica y Evaluación Sanitarias (IHME) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (EE.UU), con el objetivo de cuantificar la carga del suicidio en todo el mundo.

Tal y como señalan los autores del estudio, el suicidio se reconoce cada vez más como un problema urgente de salud pública. Los esfuerzos para iniciar su prevención desde una perspectiva de salud pública han sido motivados por el Decimotercer Programa General de Trabajo y el Plan de Acción Integral de Salud Mental de la OMS, junto con la inclusión del indicador 3.4.2 de las Naciones Unidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para reducir la mortalidad por suicidio.

suicidio en el mundo

Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 28/02/25

Con el reconocimiento por parte de las Naciones Unidas y de la OMS, del suicidio como un problema de salud pública, el debate internacional está comenzando a reconocer que el suicidio, a menudo, surge de factores ambientales, contextuales, sociales y biológicos, y debe abordarse a través de todo el espectro de intervenciones de salud pública universales, específicas e indicadas.

De acuerdo con la evidencia, constituye un fenómeno complejo que se relaciona con diversos problemas multifacéticos. Las investigaciones al respecto señalan una serie de factores de riesgo que se asocian con el suicidio, entre ellos, la presencia de un trastorno mental, el consumo de sustancias y los trastornos por consumo de sustancias, ser víctima de violencia interpersonal, violencia de pareja, violencia sexual y trauma infantil, la pobreza y la privación social o el aislamiento social. También la accesibilidad a medios letales, como armas de fuego y pesticidas, se relaciona con tasas más elevadas de suicidio, y restringir dicho acceso podría ser una intervención eficaz de prevención del suicidio.

No obstante, la evidencia señala también que el suicidio es prevenible. Los investigadores recuerdan aquí que, para prevenirlo, es fundamental contar con una comprensión detallada de los patrones y tendencias existentes, y de cómo estos varían entre ubicaciones y demografías, pero los estudios existentes sobre la carga mundial del suicidio de esta índole son limitados.

Para prevenir el suicidio es clave contar con una comprensión detallada de los patrones y tendencias en todo el mundo, y de cómo varían según ubicación y demografía

Por lo tanto, el objetivo del presente estudio es cuantificar los patrones de suicidio a lo largo del tiempo y por ubicación, edad, sexo y porcentaje de fallecimientos, en comparación con los intentos de suicidio. Para los autores, identificar a las poblaciones con mayor riesgo, puede facilitar una mejor información en las tomas de decisiones, promover el debate y generar innovación en torno a los esfuerzos de prevención del suicidio. De igual modo, dado que los datos sobre este problema siguen siendo escasos en algunos lugares, las estimaciones también podrían motivar «mejores esfuerzos de recopilación de datos que permitirían proporcionar estimaciones más precisas y completas en el futuro, un paso clave para reducir la carga del suicidio en todo el mundo».

Para tal fin, los investigadores han utilizado los datos del Estudio de la Carga Mundial de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo (GBD) 2021, que estima la pérdida de salud mundial en 288 causas de enfermedad y lesiones en 204 países y territorios desde 1990 hasta 2021, para estimar la cifra de muertes y las tasas de mortalidad por suicidio estandarizadas por edad a nivel mundial y regional, desglosando estos resultados por edad y sexo. Se han elaborado estimaciones de la edad media en el momento de la muerte por suicidio, la incidencia de los intentos de suicidio en comparación con las muertes y las tasas estandarizadas por edad de suicidio por arma de fuego.

A nivel mundial se registran 746.000 muertes por suicidio en 2021 (519.000 hombres y 227.000 mujeres)

Los resultados revelan que, a nivel mundial, se produjeron 746.000 muertes por suicidio en 2021 (519.000 hombres y 227.000 mujeres). La tasa general de mortalidad por suicidio estandarizada por edad en 2021 fue más elevada para los hombres (12,8 muertes por 100.000) que para las mujeres (5,4 por 100.000). La tasa de mortalidad por suicidio estandarizada por edad para todos los sexos, se ha reducido con el tiempo, pasando de 14,9 muertes por 100.000 habitantes en 1990 a 9,0 muertes por 100.000 en 2021, lo que representa una reducción del 39,5%. Sin embargo, la tasa de disminución fue menor para los hombres (33,5%) que para las mujeres (50,3%).

No se observan diferencias notables en la tasa de mortalidad por suicidio estandarizada por edad antes y después del inicio de la pandemia de la COVID-19: en 2019, se registraron 9,2 muertes por 100.000 hab., y en 2021, 9,0 muertes por 100.000.

Si bien se han producido descensos globales en la tasa de mortalidad por suicidio estandarizada por edad durante el período de estudio, ha habido una amplia variabilidad a nivel regional. En 2021, la tasa de mortalidad estandarizada por edad para todos los sexos fue más alta en Europa oriental (19,2 muertes por 100.000), en África subsahariana meridional (16,1 muertes por 100.000) y en África subsahariana central (14,4 muertes por 100.000).

Se observa una amplia variabilidad a nivel regional en la tasa de mortalidad por suicidio estandarizada por edad

En general, Europa del Este tuvo la tasa de mortalidad estandarizada por suicidio por edad más alta para los hombres (34,2 muertes por 100.000) en 2021, a pesar de haber disminuido un 21,9% desde 1990. Entre las mujeres, la tasa de mortalidad estandarizada por edad en 2021 fue más alta en el sur de Asia (8,7), a pesar de una disminución del 39,2% desde 1990. La mayor mejora se produjo en el este de Asia, donde la tasa de mortalidad estandarizada por edad se redujo un 65,7%, de 21,1 muertes por 100.000 en 1990, a 7,2 muertes por 100.000 en 2021, con descensos entre los hombres (58,4%) y las mujeres (73,2%). El segundo descenso general más grande se produjo en Europa occidental, que tuvo una reducción del 40,8%, seguida de Europa central, con un descenso del 39,8%.

En todo el mundo, la tasa de mortalidad por suicidio más alta se observa en personas de 70 o más años

Concretamente, en relación con la edad, los resultados muestran que, en todo el mundo, la tasa de mortalidad por suicidio más alta se registró en personas de 70 años o más, tanto en hombres (37,9 muertes por 100.000) como en mujeres (15,6 por 100.000), y se observaron descensos en la tasa de mortalidad entre hombres y mujeres a medida que se encuentran grupos de edad más jóvenes. Entre las mujeres de 10 a 29 años, el sur de Asia tiene la tasa de mortalidad más alta (11,6 por 100.000) entre todas las regiones de la GBD. Entre los varones del mismo grupo de edad, la tasa de mortalidad más alta se registró en Europa oriental (25,7 por 100.000).

En el grupo de edad de 30 a 49 años, las tasas regionales más altas se estimaron en la región de ingresos altos de Asia y el Pacífico para las mujeres (11,8 por 100.000) y en Europa oriental para los hombres (59,2 por 100.000). El África subsahariana central tuvo las tasas más altas de muertes por suicidio entre las mujeres en el grupo de edad de 50 a 69 años (15,1 por 100.000), mientras que, para los hombres en este grupo de edad, Europa oriental tuvo la tasa más alta (53,9 por 100.000), seguida de cerca por el África subsahariana central (51,9 por 100.000).

Entre las personas de 70 años o más, la tasa de mortalidad para los hombres fue más alta en el África subsahariana central (122,0 por 100.000), mientras que para las mujeres fue más alta en el este de Asia (30,9 por 100.000).

Los patrones de cambio en la media de edad al momento de la muerte por suicidio variaron según la superregión (esto es, agrupación de regiones en función de la similitud epidemiológica y la proximidad geográfica). La media de edad global al momento de la muerte por suicidio es de 42,6 años en 1990 y de 47,0 años en 2021. Para los hombres, a nivel mundial, la media de edad al momento de la muerte aumentó en 4,0 años, pasando de 43,0 años en 1990 a 47,0 años en 2021. De manera similar, en el caso de las mujeres, la media de edad aumentó en 5,0 años: de 41,9 años en 1990 a 46,9 años en 2021. Entre las regiones, el este de Asia registró el mayor aumento en la edad de muerte por suicidio, de 45,1 años a 58,8 para todos los sexos combinados.

En las regiones de África subsahariana oriental y África subsahariana occidental, la edad media de muerte por suicidio entre los hombres disminuyó entre 1990 y 2021. Para todos los sexos, África subsahariana occidental tuvo una edad media de muerte más baja en 2021 que en 1990. Durante el período de estudio, la superregión de Asia meridional y la superregión de África septentrional y Oriente Medio tuvieron sistemáticamente la media de edad de muerte por suicidio más joven, mientras que la superregión de altos ingresos y la superregión de Asia sudoriental, Asia oriental y Oceanía tuvieron la más alta.

EE. UU., Uruguay y Venezuela son los países con la tasa de mortalidad estandarizada por edad más alta en 2021 debido al suicidio con armas de fuego

Según los investigadores, «tanto los hombres como las mujeres están muriendo por suicidio más tarde en la vida, en relación con la media de edad en el momento de la muerte en 1990». En su opinión, este aumento «podría estar influenciado por los esfuerzos centrados en la prevención del suicidio entre las personas más jóvenes, como proporcionar acceso a servicios de detección esenciales o ampliar los programas de salud mental para jóvenes».

Las armas de fuego se consideran el medio más letal de suicidio. Los países con la tasa de mortalidad estandarizada por edad más alta debido al suicidio con armas de fuego en 2021 fueron Estados Unidos (6,19 muertes por 100.000 habitantes), Uruguay (3,61 por 100.000) y Venezuela (3,04 por 100.000). El territorio de Groenlandia también tuvo una tasa alta (12,9 por 100.000), aunque, dado su pequeño tamaño de población, el número total de suicidios relacionados con armas de fuego fue bajo en 2021 (8,25 muertes).

Abundantes investigaciones han demostrado que las altas tasas de muertes por suicidio relacionadas con armas de fuego están relacionadas con las tasas de posesión de armas de fuego. En particular, en los EE. UU., las investigaciones encuentran constantemente una correlación entre la posesión de armas de fuego y el suicidio, y que poseer un arma de fuego aumenta el riesgo de muerte por suicidio.

Este medio de suicidio fue utilizado por el 9,7% de los hombres y el 2,9% de las mujeres en todo el mundo

Entre los hombres que murieron por suicidio en 2021, en todo el mundo, el 9,7% de las muertes fueron causadas por armas de fuego. En el caso de las mujeres, el porcentaje de muertes por suicidio con armas de fuego fue del 2,9%. América del Norte, con ingresos altos, tuvo la mayor proporción de muertes por suicidio con armas de fuego en 2021, por un amplio margen, tanto para los hombres (52,3%) como para las mujeres (28,2%). La segunda región líder por proporción de suicidios con armas de fuego fue el sur de América Latina (17,0 % para los hombres y 7,2 % para las mujeres).

No hay diferencia sustancial entre hombres y mujeres en cuanto a la media de edad de las muertes por suicidio con arma de fuego (46,5 años) y las de los suicidios por cualquier otro medio (47,0 años). Sin embargo, las mujeres que murieron por suicidio con arma de fuego eran, en promedio, más jóvenes (43,8 años) que las mujeres que murieron por otras formas de suicidio (47,0 años), con uno de cada 30,7 intentos resultando en una muerte para las mujeres, y uno de cada 6,3 intentos resultando en una muerte para los hombres.

Es clave contar con sistemas de salud fuertes y accesibles, especialmente, servicios de salud mental

El estudio destaca las bondades de contar con sistemas de salud fuertes, por su potencial de apoyar a las personas con problemas de salud mental, además de proporcionar un tratamiento que puede salvar vidas para los métodos de suicidio menos letales. Sin embargo, en las comunidades con acceso limitado a una atención a la salud de alta calidad y una escasez de programas de salud mental, particularmente en entornos socioeconómicos bajos, la edad media de suicidio es mucho menor. Por el contrario, el aumento de la media de edad de las muertes por suicidio en algunos lugares, podría indicar deficiencias en los sistemas de apoyo socioeconómico y una escasez de estrategias para las poblaciones que envejecen.

Factores como el aislamiento, la ausencia de apoyo social o familiar, planes de seguridad social y jubilación inadecuados, enfermedades crónicas, seguros insuficientes o de baja cobertura y la ausencia de recursos de salud mental para personas adultas de mediana edad y mayores, son factores de riesgo críticos que contribuyen al suicidio en los grupos de mediana y mayor edad.

Los factores de riesgo de suicidio entre las generaciones más jóvenes son el resultado de una combinación de influencias psicológicas, culturales y sociales

Aunque la media de edad de muerte por suicidio tiende a aumentar, estos hallazgos muestran que sigue siendo una causa principal persistente de muerte para los y las jóvenes en muchas áreas del mundo. Como se puede observar en los datos, los y las jóvenes de Europa central y oriental tienen un alto riesgo de suicidio que, a juicio de los autores, «puede atribuirse al consumo de alcohol y otras sustancias, así como a problemas de salud mental y conductual». Los/as adultos/as jóvenes de Asia central también tienen tasas de mortalidad específicas por edad más altas que se han asociado con tasas más elevadas de trastorno mental, descensos en el nivel de vida, desempleo y sentimientos de ambigüedad o desesperanza sobre el futuro.

El estudio destaca que la complejidad de los factores de riesgo de suicidio entre las generaciones más jóvenes, siendo, con frecuencia, el resultado de una combinación de influencias psicológicas, culturales y sociales. En este sentido, sus autores apelan a la precaución a la hora de diseñar estrategias de intervención dirigidas a jóvenes, ya que los factores que impulsan el suicidio en este grupo de edad son muy variables y deben incorporar un enfoque de salud pública que se adapte a la prevención.

La frecuencia de intentos de suicidio es más alta entre las mujeres, pero los hombres tienen muchas más probabilidades de fallecer por esta causa

Los investigadores llaman la atención en el hecho de que, tanto a escala mundial como para cada una de las 21 regiones del GBD, la incidencia de intentos de suicidio entre las mujeres fue notablemente mayor que entre los hombres, a pesar de que la tasa de mortalidad general estandarizada por edad fue mucho más alta para los hombres durante el período estudiado. La incidencia de intentos de suicidio que requirieron atención sanitaria fue sistemáticamente mayor a nivel regional para las mujeres que para los hombres. Las mujeres intentaron suicidarse con mayor frecuencia que los hombres, pero los hombres tienen muchas más probabilidades de morir por esta causa, un patrón conocido como «la paradoja de género del suicidio».

El estudio resalta la trascendencia de que las intervenciones dirigidas a los países de bajos ingresos incorporen un enfoque integral que vaya más allá de la atención a la salud mental y aborde los factores socioeconómicos que contribuyen a la angustia. Considera crucial el fortalecimiento de los sistemas de apoyo social, ya que «las redes comunitarias sólidas pueden proporcionar un amortiguador contra el aislamiento social que suele asociarse al riesgo de suicidio».

Integrar la salud mental en atención primaria: una medida clave

Asimismo, las campañas de concienciación pública orientadas a reducir el estigma que rodea al suicidio y fomentan la búsqueda de ayuda pueden crear un entorno más favorable. La promoción de factores de protección, como la estabilidad familiar y la integración social, y el abordaje de prácticas culturales nocivas que pueden aumentar el riesgo de suicidio son cruciales para la reducción a largo plazo de los suicidios.

Aunque las intervenciones centradas exclusivamente en la salud mental pueden ser insuficientes en algunos casos, sigue siendo crucial mejorar el acceso a la atención en este ámbito de la salud, en particular, en entornos de bajos ingresos. La integración de la atención de salud mental en los sistemas de atención primaria puede mejorar el acceso y reducir el estigma, haciendo que los servicios estén más ampliamente disponibles para las poblaciones desatendidas. Esta medida viene siendo promovida por el Consejo General de la Psicología, en los últimos años, destacando los beneficios de incorporar psicólogos clínicos en Atención Primaria, lo que facilitaría tanto la detección precoz como la prevención de este grave problema, en este primer nivel asistencial de la salud.

Fuente: Weaver, N. D., Bertolacci, G. J., Rosenblad, E., Ghoba, S., Cunningham, M., Ikuta, K. S., … & Hostiuc, S. (2025). Global, regional, and national burden of suicide, 1990–2021: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2021. The Lancet Public Health.

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