La necesidad de un cambio de paradigma que «desestigmatice» la menopausia
06 Mar 2025

Es necesario un cambio de paradigma en el concepto de menopausia, pasando de un enfoque biomédico y ‘medicalizador’ que la considera como una enfermedad cuyos síntomas deben tratarse, vinculándola con el inicio de un deterioro físico y con la pérdida de feminidad y estigmatizándola, a un modelo que la normalice como un proceso natural del ciclo vital, rompiendo así con los estereotipos negativos asociados a esta transición.

Así lo afirma un artículo publicado en la revista Apuntes de Psicología y realizado por la investigadora Anna Freixas-Farré, de la Universidad de Córdoba, a través del cual realiza una reflexión crítica sobre las posiciones que la medicina oficial ha mantenido durante los últimos cincuenta años en torno a la menopausia como una enfermedad que hay que medicalizar, recogiendo una serie propuestas sustentadas en la consideración de la misma como «un proceso natural del ciclo vital con enormes consecuencias positivas en la vida de las mujeres».

menopausia
Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 17/10/24

La autora celebra la publicación, por parte de la revista británica The Lancet, de un monográfico sobre menopausia (Menopause 2024; vol. 403, 9 de marzo 2024), en el que, a través de varios artículos, se reflexiona de forma bastante crítica sobre la posición que la medicina oficial ha sostenido durante más de sesenta años -predominante en la clase médica y farmacéutica- acerca de la menopausia (que promueve su medicalización y estigmatiza el ciclo vital de las mujeres), planteando, a su vez, la necesidad de incorporar en esta argumentación vigente, buena parte de las aportaciones del pensamiento feminista, defendiendo, para ello, un nuevo acercamiento que va «más allá del tratamiento de los síntomas y que parte de un modelo más amplio que apoya a las mujeres en esta transición vital desde un planteamiento empoderador».

Esto implica pasar de un enfoque clínico y ‘medicalizador’ centrado en los signos («que no “síntomas”, ya que no estamos hablando de una enfermedad») asignados a la menopausia, hacia un modelo en el que se plantea la necesidad de la toma de posesión de este proceso por parte de las propias mujeres, a través de su empoderamiento.

A pesar de que los riesgos de la terapia hormonal son mayores que sus beneficios, algunas sociedades profesionales siguen aconsejando su uso

Este enfoque biomédico de la menopausia no sólo la considera como «una enfermedad debida a un déficit hormonal, cuyos signos y síntomas pueden y deben ser tratados», sino que la vincula con el inicio de un deterioro físico y con la pérdida de feminidad, con la consecuente estigmatización que esto conlleva. Para Anna Freixas, esto ha supuesto “una inagotable fuente de enriquecimiento para lo que se conoce como industria menopáusica”, término acuñado por Sandra Coney (1994).

El principal tratamiento propuesto desde esta visión clínica y ‘medicalizadora’ de la menopausia es la terapia de reposición hormonal, si bien varias investigaciones han mostrado una relación entre este tipo de terapia y múltiples problemas graves de salud, -entre ellos, desarrollo de cáncer de mama, de enfermedades coronarias, ictus y trombosis-, cuyo riesgo de aparición «supera los posibles beneficios» del tratamiento.

La autora lamenta que, aun conociendo este «patrón complejo de riesgos-beneficios», algunas sociedades profesionales siguen aconsejando el uso de terapia hormonal para tratar los signos terapéuticos. Asimismo, pese a toda la evidencia, en España, los laboratorios farmacéuticos siguen produciendo nuevos tratamientos hormonales.

De acuerdo con Freixas, la amplia variedad de experiencias de las mujeres que comienzan la menopausia y la evidencia en torno a los efectos positivos que se producen en esta transición (por ej., mejora en la salud psicológica, liberación de dificultades menstruales y de los métodos anticonceptivos, aumento de la energía y del empoderamiento, etc.), cuestiona una parte importante de los argumentos sostenidos por el modelo oficial.

Ante esto, considera necesario normalizar la menopausia como un proceso natural de enorme valor en el ciclo vital femenino, una transición empoderadora y saludable, así como visibilizar la contribución inestimable que realizan las mujeres postmenopáusicas a nuestra economía y comunidades, rompiendo con los estereotipos negativos asociados a esta transición vital.  

Para tal fin, es fundamental contar con un sistema de salud empático con el ciclo reproductivo de las mujeres y, especialmente, con la menopausia. Es clave, en este contexto, una escucha sensible y empática por parte del personal sanitario, para lo cual, deben realizar «un proceso de revisión de las ideas, creencias y estereotipos que en su pensamiento están asociados al cuerpo y la vida de las mujeres. Formarse, conocer la complejidad de la mediana edad y saber escuchar y otorgar valor a las palabras de las mujeres». También en el ámbito del trabajo es necesario elaborar propuestas que contribuyan a establecer entornos laborales sensibles y positivos, que se adapten a los diferentes momentos corporales y vitales de sus trabajadoras.

Más importante aún, es contar con una investigación científica libre de intereses económicos, que informe y documente acerca de la menopausia, teniendo en consideración las experiencias de todas las mujeres.

Es necesario normalizar la menopausia como un proceso natural de enorme valor en el ciclo vital femenino y una transición empoderadora y saludable

A partir de lo expuesto en el monográfico de The Lancet, Anna Freixas recoge en su artículo aquellos aspectos que considera cruciales y que deberán ser ampliados y documentados en los próximos años, entre ellos, los siguientes:

  • La menopausia es una transición normativa y natural del ciclo vital de las mujeres, una experiencia individual mediada por numerosos elementos corporales, psicológicos, contextuales, sociales y vitales.
  • Los efectos de los cambios hormonales pueden ser difíciles de diferenciar de las circunstancias personales que concurren en ese momento del ciclo vital, tales como el cuidado de los progenitores e hijas o hijos no independizados, trabajo remunerado y doméstico, y otras circunstancias vitales concomitantes, que actúan como estresores y afectan al estado de ánimo, la cognición y la sexualidad.
Las terapias cognitivo-conductuales pueden ayudar a controlar algunos de los signos vasomotores y mejorar el ánimo y el sueño
  • Es clave contar con más investigaciones sobre los temas que son prioritarios en la salud de las mujeres, así como más información y formación a los y las profesionales de la salud y en contextos laborales, para una correcta comprensión de la transición menopáusica.
Es clave promover un cambio cultural que normalice la menopausia y contribuya a eliminar el estigma asociado

La autora pone el foco aquí, en la relación universal que se viene estableciendo entre menopausia y una mala salud mental, sin que haya evidencia alguna que confirme un aumento “inequívoco” en el riesgo de problemas en este ámbito de la salud.

En línea con The Lancet, Freixas insiste en la necesidad de un cambio de paradigma, pasando de una versión oficial estigmatizante, que considera que «la salud física y mental de las mujeres está a merced de las hormonas», a identificarla como una transición natural en el ciclo vital de las mujeres. Con relación a esto, es necesario tener en cuenta los elementos concomitantes con la menopausia, como la variabilidad en la salud individual, las complicadas transiciones de rol relativas a la maternidad, la vida laboral y afectiva y el estrés de la mediana edad. Además de considerar la incidencia que sobre la vivencia de la menopausia tienen algunos elementos psicológicos y sociales, «claramente perturbadores», y que pueden ser predictores claros de malestares diversos en el tiempo, como el desempleo y los problemas económicos, la falta de apoyo social, las tensiones vitales y la violencia, entre otros.

Un aspecto prioritario es el reconocimiento de que los miedos relacionados con los signos menopáusicos pueden contribuir su agravamiento y/o al empeoramiento de su vivencia. Es necesario, por lo tanto, conocer en qué medida las expectativas negativas llevan «a una apreciación e interpretación que genera un sufrimiento innecesario y evitable».

El artículo finaliza manifestando la necesidad de que la menopausia deje de ser un tema tabú, desarrollando un argumentario social y público y promoviendo un cambio cultural, que normalicen esta transición y contribuyan a desvanecer su estigma.

Algunos recursos psicológicos personales que pueden ser de gran utilidad durante la menopausia son el optimismo, la capacidad de desdramatizar, la seguridad personal, tener una buena imagen corporal y un sentimiento de capacidades de agencia y de control suficientes sobre la propia vida. Y, principalmente, acciones y recursos como disponer de apoyo social, conversar con otras mujeres, elaborar estrategias para la reducción del estrés y mantener un cierto nivel de ejercicio físico, cuidar la alimentación y el estilo de vida, etc., que «pueden contribuir a hacer de la menopausia una experiencia de afirmación e identidad».

Fuente: Freixas-Farré, Anna (2025). Teníamos razón, claro que sí. La menopausia, una transición compleja. Reflexiones acerca de un necesario cambio de paradigma propuesto por la medicina oficial. Apuntes de Psicología, 43(1), 69-77. https://doi.org/10.70478/apuntes.psi.2025.43.07

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