El estigma hacia las mujeres con problemas de salud mental, especialmente en los casos de enfermedad mental grave, la poca credibilidad que se les concede y que invalida cualquier discurso posterior, la falta de intimidad y el acudir con acompañantes a la consulta mayores dificultades de acceso a la información y a los recursos, actitudes defensivas de los y las profesionales ante el temor de que las víctimas realicen acusaciones falsas, el “eclipsamiento” del diagnóstico (atribuyendo erróneamente los síntomas físicos al trastorno mental, no siendo investigados, y por tanto tratados adecuadamente) o la falta de formación en perspectiva de género, son algunos obstáculos a la hora de identificar, desde los servicios sanitarios, una situación de violencia de género en mujeres con problemas de salud mental.
Así lo recoge una guía publicada por la Consejería de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía y elaborada por un grupo multidisciplinar de profesionales de ámbito socio-sanitario de asistencia integral a víctimas de violencia de género, con el fin de ofrecer orientación a los y las profesionales de ámbito socio-sanitario que atienden a mujeres con problemas de salud mental para brindar una atención integral adecuada física, psicológica y emocional a las mujeres que son o han sido víctimas de violencia de género y que acuden a estos servicios.
El documento persigue, a su vez, una serie de objetivos específicos, entre ellos, concienciar sobre la necesidad de aplicar la perspectiva de género a los problemas de salud mental, sensibilizar a los/as profesionales de ámbito sanitario de la dimensión y gravedad de este tipo de violencia, aumentar su detección y mejorar la atención a mujeres con problemas de salud mental que la sufren.
Tal y como señalan sus autores, las normas, la socialización, los roles y relaciones de género, así como la desigualdad e inequidad de género, afectan a la salud de las personas en todo el mundo, lo que pone de relieve la importancia de abordar los problemas de salud mental con enfoque de género.
El documento recoge una serie de datos y cifras que dan cuenta de las diferencias en función del género en el ámbito de la salud mental, tales como, los datos de la última Encuesta Europea de Salud de España (2020), que indican una mayor prevalencia de problemas de salud mental en mujeres que en hombres en los tres indicadores que incluyen, o las conclusiones del Informe 2023 sobre la situación de la salud mental en España, que muestran cómo las mujeres puntúan en mayor medida el estado actual de su salud mental como malo o muy malo, y son más diagnosticadas que los hombres.
A igualdad de síntomas de ansiedad y depresión, las mujeres tienen mayor probabilidad de ser diagnosticadas y de consumir psicofármacos
Asimismo, las mujeres son especialmente vulnerables a la medicalización de la vida (proceso por el que diversas esferas de la vida humana se han ‘patologizado’ al incorporarse como objetos del discurso y la práctica biomédica). De acuerdo con los autores de la presente guía, esta medicalización “adquiere características propias en el ámbito de la salud mental, ya que se ha visto especialmente impulsada por el desarrollo de la industria farmacéutica”.
Las investigaciones señalan que, a igualdad de síntomas de ansiedad y depresión, la probabilidad de las mujeres de ser diagnosticadas y de que consuman psicofármacos es mayor (aunque hay resultados contradictorios al respecto). A su vez, algunos estudios subrayan un infradiagnóstico y un insuficiente tratamiento farmacológico entre los hombres con estos problemas de salud mental. De hecho, en España, el consumo de psicofármacos prescritos es 1,75 veces superior en las mujeres, y las desigualdades de género se mantienen tras ajustar el efecto por el estado de salud mental y por el diagnóstico de depresión o ansiedad.
Consecuencias de la violencia de género para la salud
Según indica la guía, la violencia de género se construye a través de un proceso continuado y repetido, con repercusiones -a corto y a largo plazo-, sobre el bienestar, la calidad de vida, y la salud física y mental de las mujeres, así como en la salud de las hijas e hijos que son testigos y/o víctimas directas de dicha violencia.
La evidencia científica destaca las consecuencias e impactos para la salud mental, física, reproductiva y sexual que tiene la violencia de género. En este sentido, el informe señala que aquellas mujeres que sufren o han sufrido violencia de género, especialmente, durante un largo periodo de tiempo, “pueden verse afectadas por un deterioro en las capacidades cognitivas, lo que innegablemente termina afectando en su calidad de su vida”. Concretamente, la depresión constituye uno de los problemas de salud mental más prevalentes entre mujeres que han sufrido violencia de género, con cifras entre el 28% y el 86%. De igual modo, se estima que la prevalencia de Trastorno de Estrés Postraumático Complejo en víctimas de violencia de género oscila entre el 20% y el 40%, aunque prácticamente el 100% de ellas presenta o manifiesta algún tipo de sintomatología postraumática.
Los pensamientos de suicidio son más frecuentes entre las mujeres víctimas de violencia de género
Asimismo, los pensamientos de suicidio también son más frecuentes entre las mujeres víctimas de violencia, siendo el maltrato, a juicio de la OMS, uno de los factores de riesgo importantes a estudiar en el abordaje de la prevención del suicidio. Según un informe de SALUD MENTAL ESPAÑA, la violencia de género podría ser la causa del 25% de los intentos de suicidio de las mujeres en nuestro país.
El informe destaca la necesidad de reconocer la existencia de “una cifra oculta de mujeres que, inmersas en ese contexto de vulnerabilidad de la violencia de género y ante acontecimientos estresantes (en muchas ocasiones provocados por el maltratador), presas de la Indefensión aprendida (o sensación de estar completamente atrapadas en la situación, en el sufrimiento, y sin capacidad para ver ninguna salida), se suicidan”. Diferentes estudios han puesto de manifiesto una asociación entre suicidio y ser víctima de violencia, indicando que entre el 3,5% y el 62,5% de los suicidios de mujeres esconden una historia previa de violencia.
En opinión de los expertos, las mujeres que pasan por situaciones de violencia de género muestran síntomas de ansiedad con manifestaciones múltiples, sintomatología reactiva y depresiva, problemas de sueño, gastrointestinales, de piel, fibromialgia, cardiovasculares, enfermedades raras. Además, son muy frecuentes la ideación suicida, las autolisis y los intentos de suicidio.
Se da una relación bidireccional entre violencia de género y salud mental
La violencia de género puede afectar a cualquier mujer por el mero hecho de ser mujer y es necesario tener en cuenta que hay situaciones que añaden una especial vulnerabilidad. Es el caso de las mujeres con problemas de salud mental, que llevan añadida la desigualdad y discriminación por el hecho de ser mujeres y enfrentan múltiples dificultades y barreras específicas, con características diferenciales con respecto a otras mujeres y a otros hombres. En este sentido, el informe afirma que, “está tan arraigado en nuestra sociedad el mito de que las personas con enfermedad mental son violentas, que cuesta trabajo visualizar la violencia que sufren”.
Se da una relación bidireccional entre violencia de género y salud mental, dado que las mujeres con problemas o trastornos de salud mental presentan mayor vulnerabilidad para sufrir cualquier tipo de violencia de género a lo largo de sus vidas, especialmente, aquellas que tienen un trastorno un trastorno mental grave (donde confluyen factores como el efecto crónico, debilitante y desorganizador del trastorno, la estigmatización social y la sobrerrepresentación entre los grupos de bajos ingresos, que incrementan aún más la vulnerabilidad de estas mujeres a las relaciones íntimas abusivas y violentas).
Se estima que el 75% de las mujeres con problemas de salud mental han sufrido violencia en el ámbito de pareja o familiar y el 40% han sido víctimas de violencia sexual. Además, las mujeres con problemas o trastornos de salud mental sufren, de forma añadida a la situación psicológica y social que viven por su salud en sí, la desigualdad y la discriminación inherentes al hecho de ser mujeres. Por ser cuidadoras y/o responsables de otras personas a su cargo, por aparentar ser más autosuficientes para su autocuidado en sí que los hombres, etc., presentan más dificultades y menos oportunidades de acceso a los diferentes sistemas y servicios de apoyo y protección social (educación, salud, empleo, servicios sociales, etc.), y en muchas ocasiones, no obtienen una respuesta especifica adecuada a su situación.
Además, sufrir violencia de género es un factor determinante y causa en sí misma, generadora de daños y secuelas que suponen problemas e incluso trastornos de salud mental en las víctimas. Un 48,2% de mujeres que han sufrido violencia de género por parte de sus actuales parejas, revelan secuelas o consecuencias psicológicas derivadas de la violencia sufrida, un porcentaje que se eleva al 74,7% para aquellas que admiten haber sido maltratadas por sus ex parejas (relaciones anteriores o pasadas).
Las mujeres con problemas de salud mental enfrentan un triple estigma, cuyas consecuencias son múltiples, en el caso de las que sufren violencia de género
Las mujeres que presentan problemas de salud mental enfrentan un triple estigma: tienen que lidiar con el estigma que conlleva el tener un problema de salud mental (lo que puede obstaculizar la búsqueda de recursos y las posibilidades de recibir el apoyo que necesitan); también enfrentan el estigma de género (posible discriminación y menos oportunidades por el hecho de ser mujeres) y, hacen frente al estigma de la discapacidad.
Para aquellas que sufren violencia de género, las consecuencias de estos estigmas (y autoestigmas), son múltiples:
- Para la mujer víctima:
- Minimización o negación (omisión) de su situación de violencia.
- Justificación de la actitud del maltratador.
- Con frecuencia naturalización y justificación de la situación de maltrato.
- Culpa y justificación de la situación de violencia en base a las dificultades que los síntomas asociados a su problema o trastorno mental generen en ella.
- Mayor dependencia y dificultad para acabar con la relación de violencia de género.
- Sentimientos de incomprensión, incredibilidad, de que se les juzgará al verbalizan su relato.
- Actitudes defensivas ante el temor de acusaciones y denuncias falsas.
- Empeoramiento de la sintomatología de un problema de salud mental preexistente a causa del maltrato.
- Mayor riesgo de ideación de muerte y suicidio.
- Por parte de los/as profesionales que las asisten:
- Menor credibilidad al escuchar a las víctimas de violencia de género (por ser mujeres con problemas o trastornos de salud mental).
- Dificultades para la detección de situaciones de violencia de género, que pueden conllevar incluso alto riesgo vital para la víctima (por “camuflase” dicha situación bajo la sintomatología de su problema o trastorno mental).
- Desconocimiento de los recursos y los protocolos de coordinación interprofesionales.
Además de las barreras que enfrentan para salir del círculo de la violencia, las mujeres con problemas de salud mental enfrentan otras adicionales que dificultan la búsqueda de ayuda
Las mujeres con problemas de salud mental pueden ser más vulnerables a la violencia de género, ya que su salud mental puede verse afectada negativamente por el abuso continuo. La violencia puede empeorar el estrés, la ansiedad, la depresión y otros trastornos y el empeoramiento de su salud mental puede afectar y recrudecer la situación de violencia ejercida contra ella (además de dificultar sus opciones de pedir ayuda y de salir de la relación con el agresor). Todo ello genera un ciclo destructivo difícil de romper.
Además de las barreras que encuentran las mujeres en su salida del círculo de la violencia, las mujeres con problemas de salud mental pueden enfrentar barreras adicionales para buscar ayuda. Pueden sentir que se cuestiona su palabra debido a su salud mental, o pueden tener dificultades para comunicarse de manera efectiva con profesionales de la salud mental y del ámbito legal.
El aislamiento social es un problema común en las personas con problemas de salud mental, y que puede dificultar la búsqueda de apoyo y ayuda, sintiéndose atrapadas, en muchos casos, en situaciones de abuso y dominación debido a la falta de una red de apoyo sólida y/o a su sensación de aislamiento social y soledad (generada en muchos casos por el maltratador).
La sobreprotección e infantilización de las mujeres y niñas con discapacidad en general, y con discapacidad por problemas de salud mental provoca que no reciban ningún tipo de información sobre su salud sexual y reproductiva, ya que se considera que no deben o no necesitan recibir ningún tipo de educación sexual (vulnerándose su derecho, exponiéndolas a riesgos que se podrían minimizar o evitar y sometiéndolas por tanto a otra discriminación).
En este punto, se hace una mención especial a las mujeres que viven institucionalizadas, puesto que “prácticamente no disfrutan de ninguna privacidad o intimidad, y su autonomía es casi nula”.
Necesidad de enfoque profesional integral y multidisciplinar
Los autores de la presente guía consideran crucial abordar la violencia de género en mujeres con problemas de salud mental mediante un enfoque multidisciplinario que involucre a profesionales de la salud mental, servicios sociales y organizaciones especializadas en violencia de género. Todos estos perfiles profesionales deben tener capacidad para comprender las complejidades de esta problemática y brindar un apoyo integral, fomentar los cauces de comunicación necesarios para favorecer la coordinación y el intercambio interprofesionales, para mejorar la calidad de la atención y evitar la victimización secundaria de estas mujeres.
Igualmente, la educación y la sensibilización son claves para prevenir la violencia de género en mujeres con problemas de salud mental. Teniendo en cuenta las dificultades para reconocer una situación de ésta índole, no solo para las mujeres que la sufren, sino también por parte de los y las profesionales del sistema sanitario, es imprescindible capacitar a profesionales de la salud y a la sociedad en general para detectar las señales de abuso y proporcionar el apoyo que necesitan.
Según los autores de esta guía, el sector salud se encuentra en posición privilegiada para reconocer e intervenir ante un caso de violencia de género, para la atención, la denuncia y la detección temprana de este tipo de situaciones, al ser el contexto donde ellas suelen informar con mayor frecuencia del maltrato sufrido.
A este respecto, los datos revelan que un 23,4% acuden a profesionales de salud mental (psicólogo/a clínica o psiquiatra), un 10,4% a medicina de familia, centro de salud u otra atención sanitaria (10,4%), un 7,4% en el caso de los servicios legales y un 7,2% en los servicios sociales.
En el caso de mujeres con problemas de salud mental, y, específicamente trastorno mental grave, si bien hay pocos datos acerca de su detección de violencia de género en los servicios de salud mental, a nivel internacional, se recogen las siguientes cifras: entre el 16% y el 94% de las mujeres hospitalizadas por problemas psiquiátricos han sufrido violencia de pareja en algún momento; entre el 42% y el 60% de las mujeres que acuden a urgencias psiquiátricas han sufrido violencia en el ámbito doméstico (violencia de pareja o por parte de otros convivientes, como padres, hermanos, hijos, etc.); entre el 10 y el 30% de los casos de violencia de género son detectados por profesionales de salud mental; en el 51,5% de los casos detectados se ha documentado en la historia clínica la violencia que sufrían estas mujeres.
La guía recoge un resumen de actuaciones sanitarias ante una situación de violencia de género, destacando el rol que desempeñan al respecto los Equipos de Atención a la Mujer y la Familia; estos son equipos multidisciplinares, con especialización en la atención integral a mujeres en situación de violencia de género y a las personas que dependen de ella y que incluyen profesionales de Psicología, Enfermería y Trabajo Social. Estos equipos, explica, «están enfocados en la detección precoz, atención integral, intervención inmediata y coordinación interinstitucional, orientados a favorecer el empoderamiento de las mujeres y el acceso a los recursos psicológicos, económicos, jurídicos y sociales en un plazo no superior a 24 horas, garantizando un acompañamiento continuo de la mujer«.
El documento recoge una serie de indicadores de sospecha y factores de riesgo que es preciso que conozcan los y las profesionales del sistema sanitario y que pueden observarse durante la entrevista con la mujer que sufre violencia de género, así como indicadores adicionales en el caso de aquellas con problemas de salud mental. Resume también diversas recomendaciones para el abordaje de la entrevista cuando se sospecha de violencia de género, para actuar cuando la mujer presenta Trastorno Mental Grave y ante situaciones de crisis o urgencia de salud mental.
Es prioritario que los hijos e hijas de mujeres víctimas de violencia de género reciban intervención psicológica cuanto antes
Hace un especial inciso en el caso de las hijas e hijos de mujeres víctimas de violencia de género, así como otros/as menores, convivientes con el maltratador y cuya condición de víctimas directas de violencia de género, pone en riesgo su salud mental, aumentando su vulnerabilidad a desarrollar problemas “e incluso trastornos psicológicos y/o emocionales”.
Ante esto, la guía considera prioritario que estos/as niños y niñas reciban cuanto antes ayuda profesional especializada (psicológica), aclarando cómo proceder en estos casos, ante la firma del consentimiento para la atención psicológica de estos y estas menores, con el fin de facilitar el proceso de intervención psicológica y recuperación de estos/as menores para facilitar su recuperación emocional cuanto antes.
Se puede acceder al documento completo desde la página Web de la Consejería de Salud y Consumo o bien directamente a través del siguiente enlace:
Guía para el abordaje sanitario de la violencia de género en mujeres con problemas de salud mental