El término “trabajo infantil” se utiliza para referirse a una gran diversidad de formas de participación de los y las menores en el mundo del trabajo. Entre otras modalidades, abarca la colaboración con la economía de subsistencia de la unidad familiar, el trabajo doméstico en el hogar, la realización de trabajos peligrosos, la participación en actividades ilícitas y los trabajos forzados. La repercusión de cada tipología depende en parte del contexto familiar y de las condiciones en las que se realiza la actividad laboral.
Con esta introducción, se presenta un estudio publicado en la revista Apuntes de Psicología y llevado a cabo por los/as investigadores/a de la Universidad de Sevilla, Isidro Maya-Jariego, Carmen García-Babío, Daniel Holgado-Ramos, junto con Cristhyan Joel Quintanilla-Barahona, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, a través del cual describen la interacción entre las características de la vida familiar y las condiciones en las que se realiza el trabajo infantil. A través de un profundo análisis cualitativo, se busca conocer la repercusión académica y psicológica de la actividad laboral temprana.
Tal y como señalan los autores, las condiciones en las que los y las menores realizan actividades laborales son muy variadas, observándose diferencias en las tareas que desempeñan en relación con “los niveles intrínsecos de carga física y psicológica a los que están expuestos/as”. A esto se añade el número de horas de dedicación, incidiendo en el cansancio o en el grado de compatibilidad con otras actividades.
Investigaciones previas señalan que el conflicto horario de las actividades educativas con las actividades laborales constituye uno de los factores que impactan más negativamente en el rendimiento académico, “claramente por encima del número de horas semanales dedicadas al trabajo y otras condiciones de empleo”.
El contexto familiar de los y las menores trabajadores/as es otro elemento igualmente importante, “aunque ha recibido menos atención en la investigación previa”. En este sentido, los bajos ingresos familiares y el tamaño del grupo familiar son factores que suelen incidir en la decisión de que los hijos o hijas trabajen.
Un aspecto en el que los autores de este estudios consideran que “no se ha profundizado suficientemente”, es en la interacción del trabajo infantil con las dinámicas intrafamiliares. A este respecto, situaciones de maltrato, negligencia o conflicto familiar, suelen darse, en ocasiones, paralelamente a la incorporación temprana de los y las menores al mundo laboral. Asimismo, “los estilos parentales, las pautas de comunicación entre padres e hijos/as o el proceso de toma de decisiones en la familia son factores íntimamente conectados con el rol que desempeñan los menores en el hogar y, en consecuencia, con la probabilidad de que empiecen a trabajar antes de la edad mínima legal”.
El programa ‘Edúcame Primero’ promueve competencias socioafectivas en menores e incide en los principales contextos implicados en su desarrollo (familia, escuela y entorno comunitario)
Atendiendo a lo expuesto, el presente estudio explora cualitativamente la interacción entre las modalidades de trabajo infantil y las condiciones de vida familiar. Para tal fin, han seleccionado una serie de casos de menores trabajadores/as que representan la heterogeneidad de condiciones en las que se ejerce la actividad laboral. A través del seguimiento intensivo de casos, se describe la incidencia del contexto familiar en la evolución personal de los y las menores.
Este estudio se ha desarrollado en el contexto de la aplicación del programa ‘Edúcame Primero’ en Honduras. La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), advierte de que, en Honduras, “más del 59% de la población vive en situación de pobreza, incluyendo un 32% en situación de pobreza extrema”. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, se estima una prevalencia del 22,8% de menores trabajadores/as, con disminución de su actividad académica.
Por otro lado, más de dos tercios del trabajo infantil se concentra en áreas rurales, siendo las actividades más habituales de los/as menores hondureños la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca, junto con el comercio al por mayor y al por menor. Otras actividades habituales son la reparación de vehículos automotores y motocicletas, la construcción, la industria manufacturera, las actividades hosteleras y de servicios de comida, el suministro de agua, la evacuación de aguas residuales, y las actividades artísticas. De forma específica, en el caso de las niñas es bastante habitual el servicio doméstico.
De acuerdo con los autores del estudio, el programa psicoeducativo ‘Edúcame Primero’ es una iniciativa de prevención del trabajo infantil. Una práctica basada en la evidencia que promueve el desarrollo de las competencias socioafectivas en niños y niñas de 8 a 12 años como estrategia de amortiguación de los efectos negativos del trabajo sobre su salud física y su desarrollo cognitivo y socioafectivo. Asimismo, pone de relieve la necesidad de incidir en los principales contextos implicados en este desarrollo, especialmente, la familia, la escuela y el entorno comunitario, fomentando la vinculación de las familias con el contexto educativo.
Los resultados de aplicar este programa muestran su eficacia para la prevención del absentismo y el abandono escolar, la mejora del rendimiento académico y la reducción de la prevalencia del trabajo infantil.
Concretamente, en Honduras el programa se aplicó inicialmente en centros educativos de Tegucigalpa, situados en los mercados locales y el basurero municipal. En una segunda etapa la intervención se amplió al área metropolitana del Distrito Central y la costa del Pacífico (San Lorenzo), dirigido, en este último caso, principalmente a familias vinculadas a actividades pesqueras.
En la edición en la que se basa este estudio, se intervino en tres escuelas del Distrito Central, dos escuelas del denominado Corredor Turístico y dos en la zona sur del país. Una intervención orientada a 556 menores (316 niñas y 250 niños), así como a 198 padres y madres y 115 docentes. Las actividades laborales más habituales entre estos/as menores son el comercio (58%), las tareas del hogar (23%), y las actividades técnicas y de recolección (19%). Tras implementar el programa, se detectó su eficacia en el desarrollo de las habilidades sociales, las competencias emocionales y las capacidades de autorregulación.
Para seleccionar a los/as participantes en el estudio, los investigadores han elaborado una Guía de Modalidades de Trabajo Infantil, documentadas previamente en el Mercado Zonal Belén, la Municipalidad de San Lorenzo, los corredores turísticos y el crematorio municipal. A través de esta guía, pretenden abarcar la diversidad de formas en las que los y las menores participan en actividades laborales (por ej., venta ambulante, servicios turísticos, actividades pesqueras, recogida de cartón y plásticos en el vertedero, etc.), así como el distinto grado de implicación y condiciones en las que realizan tales actividades.
La organización del tiempo y la actividad de los/as menores se relaciona directamente con la estructura y el funcionamiento de la vida familiar
Siguiendo esta Guía, los investigadores han contactado con las familias de 22 menores participantes en el programa ‘Edúcame Primero’ y de los que se tenía constancia de algún tipo de actividad laboral. En cada caso se cuenta con un informe sobre el/la menor por parte de los facilitadores del programa, relativo al clima familiar, el desempeño educativo, la contribución a la economía familiar y el desarrollo socioemocional del menor, y con las respuestas de los padres o tutores a un cuestionario sobre las condiciones del hogar familiar, la asistencia a clase, la realización de tareas académicas y las condiciones de participación en actividades laborales.
Finalmente, se generó información sistemática sobre 19 menores, si bien solo en 9 de estos casos se realizaron dos o más iteraciones cualitativas. Por lo tanto, el análisis de datos se centra en los nueve casos de los que se ha conseguido un seguimiento en mayor profundidad y se utiliza el resto como información complementaria.
De acuerdo con el estudio, en el caso de los/as menores trabajadores/as, no se observa un punto de inflexión a partir del cual la familia decide que se dediquen a trabajar: el acceso a actividades laborales “ocurre de manera natural, como una forma de colaborar con los adultos y completar su formación”.
No obstante, los resultados muestran que la organización del tiempo y la actividad de los y las menores guarda una relación directa con la estructura y el funcionamiento de la vida familiar.
Las dinámicas familiares pueden condicionar la reincorporación de los menores a las actividades laborales cuando se relajan las medidas de seguimiento, prevención, vigilancia o supervisión.
Se observa que la incorporación temprana al mundo del trabajo “puede reflejar la falta de supervisión efectiva por parte de los padres o tutores, los problemas de cohesión intrafamiliar o la relajación de los controles informales”. En otras situaciones, “el esfuerzo por generar ingresos propios es la respuesta del menor a la negligencia o el maltrato por parte de padres o tutores”.
A juicio de los autores del estudio, esto implica “que no se puede separar el diagnóstico del trabajo infantil del contexto familiar en el que normalmente tiene lugar”. De igual modo, conlleva que “asumir que la implicación de las familias, siempre que sea posible, constituye un componente central de las intervenciones efectivas en la prevención o la erradicación de las peores formas de trabajo infantil”.
El estudio revela también que la percepción del fenómeno por parte de los/as menores y sus familias “dista claramente de la noción teórica de trabajo infantil, así como de las prioridades políticas de los organismos internacionales”. Mientras que para los padres es una expresión de respeto que contribuye a la formación en valores, o que permite mantener bajo supervisión a los casos en más alto riesgo, para los y las menores es una vía con la que obtener ingresos propios y ganar autonomía personal.
Las intervenciones deben ser específicas para cada cultura, respetando las peculiaridades de cada contexto en concreto
En otros contextos, se observa que los padres atribuyen el trabajo infantil a factores culturales en el ámbito rural y a factores económicos en el ámbito urbano. En ambos casos, los autores del estudio recomiendan desarrollar intervenciones que sean específicas para cada cultura y que respeten las peculiaridades de cada contexto concreto.
Teniendo en cuenta “la importancia que suelen atribuir los padres, los abuelos y los tutores al desarrollo de competencias profesionales por parte de los/as menores”, el estudio destaca el papel que pueden tener las instituciones educativas, mejorando la pertinencia del currículum al incorporar este tipo de contenidos. Para los autores, “eso podría repercutir también, indirectamente, en el valor preventivo de la escuela, como alternativa a la incorporación laboral temprana”, abriendo, a su vez, oportunidades “para la colaboración de las escuelas con las familias, puesto que parecen especialmente motivadas para garantizar el aprendizaje de los oficios prevalentes en el contexto local”.
Con respecto a las distintas modalidades de trabajo infantil, el estudio señala que éstas “parecen surgir como resultado de la confluencia de las necesidades económicas en el hogar, los valores familiares de los padres y la expectativa de contribuir positivamente al futuro laboral de los menores”.
El contexto familiar y las comunidades en las que se integran son clave para implementar estrategias efectivas de prevención del trabajo infantil
Para los autores, las circunstancias familiares y el grado de supervisión por parte de los padres o tutores proporcionan un contexto determinante del impacto psicológico potencial del trabajo infantil.
Se hace, por lo tanto, necesario considerar las diferentes modalidades de trabajo infantil y examinar cada caso concreto de una manera integrada, adaptando las intervenciones a los diferentes tipos de trabajo infantil. Tanto la incorporación del punto de vista de las familias, como la adecuación de las intervenciones al contexto familiar pueden contribuir a mejorar la efectividad de las acciones preventivas.
A este respecto, dado el rol fundamental del núcleo familiar para el desarrollo y la realización personal de los y las menores (desempeñando un papel clave en su desarrollo cognitivo, en las pautas de alimentación y en la administración de los ingresos, entre otros factores relevantes), los autores consideran trascendental el contexto familiar y las comunidades en las que se integran, al ofrecer oportunidades para implementar estrategias efectivas de prevención del trabajo infantil.
El estudio concluye destacando que sus hallazgos evidencian la relevancia de las dinámicas familiares en el origen y la repercusión del trabajo infantil. A este respecto, afirma, “las actitudes de los padres y las relaciones dentro de la familia, están indisociablemente unidas a la incorporación de los menores al mundo del trabajo y a la modalidad que adopta en cada caso”.
Se puede acceder al estudio completo desde la página Web de Apuntes de Psicología o bien directamente aquí:
Maya-Jariego, I., García-Babío, C., Holgado-Ramos, D., y Quintanilla-Barahona, C.J. (2024). Las modalidades de trabajo infantil en el contexto de la vida familiar: nueve casos de menores trabajadores en Honduras. Apuntes de Psicología, 42(3),