Análisis de los condicionantes y resultados del capital humano en España
29 Jul 2024

Es fundamental ampliar las formas de valorar el capital humano, yendo más allá de la medida tradicional, que es el nivel educativo alcanzado, e incluyendo las competencias como un componente fundamental del mismo, al ser uno de los aspectos más próximos a la realización de comportamientos y desempeños, en parte, adquiridos durante la educación, que aportan valor a la propia persona, las empresas y la sociedad.

Esta es una de las conclusiones recogidas en una monografía publicada por la Fundación BBVA y llevada a cabo por un equipo de investigadores, pertenecientes a los campos de la Economía y la Psicología: José María Peiró Silla, Lorenzo Serrano Martínez (directores), Laura Hernández Lahiguera, Vicente Martínez-Tur y María Moraga Fernández. A través de este documento, los autores analizan desde una perspectiva interdisciplinar, el papel del capital humano, considerando el rol de la educación y las competencias en el desarrollo social y personal en España.

Tal y como señalan sus autores, los contenidos de la presente monografía resultan de interés para los responsables de políticas educativas, laborales y de bienestar, en instituciones tanto privadas como públicas, y los estudiosos sobre estas cuestiones. Dado el interés y actualidad de los problemas analizados, el informe también tiene interés para gestores y docentes en los centros educativos, empleadores y empresarios y los trabajadores, en especial los/as jóvenes y sus familias, así como para un público amplio, incluidos los medios de comunicación.

Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha descarga: 26/07/24

A lo largo del documento, se analiza el papel del capital humano teniendo en cuenta dos dimensiones relevantes para las oportunidades de desarrollo personal, social y laboral: el nivel de estudios y las competencias (considerando un conjunto de las mismas de naturaleza diversa y no solo las puramente cognitivas). Los resultados de los estudios y las competencias se abordan en un amplio abanico de aspectos de la vida (atendiendo al ámbito económico y laboral, así como otras dimensiones del bienestar social y personal, como la salud, la satisfacción con la vida o los comportamientos de ciudadanía y la participación social), y se considera la influencia de los condicionantes socioeconómicos relacionados con el origen familiar y el entorno.

La literatura existente señala que el nivel de estudios y las competencias de las personas influyen en su capacidad para hacer frente a los retos de distinta naturaleza a los que tienen que enfrentarse a lo largo de la vida.

Los resultados en términos de desempeño en el mercado laboral, salud, bienestar o comportamiento social quedan condicionados en buena medida por las trayectorias educativas seguidas. Sin embargo, se observa que las oportunidades educativas son desiguales y, concretamente, el acceso a los sucesivos niveles de enseñanza se ve afectado por las características del entorno y las condiciones socioeconómicas familiares.

Los datos muestran que la situación en España con respecto a otros países desarrollados es relativamente desfavorable

Los datos apuntan como aspectos más relevantes a: la situación económica de la familia durante la adolescencia; el nivel de estudios de los progenitores y el tipo de ocupación en que estos están empleados. Los hijos de padres y madres con mayor nivel de estudios, empleados en ocupaciones más cualificadas y con familias en mejor situación económica presentan “probabilidades significativamente mayores de completar niveles más avanzados de enseñanza”.

Las estimaciones señalan también la ventaja de residir en municipios de mayor tamaño, al facilitar la proximidad a una más amplia oferta educativa, sobre todo en los niveles superiores de enseñanza. En este sentido, existen importantes diferencias interterritoriales que influyen en el acceso a la educación a igualdad de características personales y familiares. Para los autores de este documento, “esto muestra que existe margen para que políticas públicas bien orientadas puedan propiciar una mayor igualdad de oportunidades educativas”.

Si se comparan estos mismos factores en España con respecto a otros países desarrollados, los datos muestran que la situación aquí es relativamente desfavorable: “los recursos destinados a la enseñanza son menos abundantes, el mercado de trabajo es poco favorable, la adaptación a la digitalización resulta más limitada y la estructura económica se caracteriza por una especialización hacia sectores y ocupaciones que demandan menos formación”.

El nivel socioeconómico familiar y las diferencias territoriales de entorno siguen generando desigualdad en el acceso a la enseñanza

Por otra parte, en el caso de nuestro país, aproximadamente la mitad de la desigualdad asociada al entorno “se canaliza, precisamente, a través de las diferencias en términos de características socioeconómicas de las familias”.

Atendiendo a esto, la monografía advierte de que a pesar de las políticas públicas desarrolladas, el nivel socioeconómico familiar y las diferencias territoriales de entorno “siguen generando desigualdad en el acceso a la enseñanza y limitando parcialmente en la práctica su potencial como ascensor social y como mecanismo de equidad interpersonal”

En el documento se analizan las competencias evaluadas en participantes de una muestra general, que contempla todo el espectro de la vida laboral (de 16 a 65 años a partir de la encuesta PIAAC). Estos análisis muestran que prácticamente en todos los casos, las competencias muestran una relación positiva y cada vez más fuerte con el nivel de estudios, incluso cuando se controlan los efectos de otras variables relevantes. Si atendemos a esas variables, se observan diferencias significativas en función del sexo en prácticamente todas las competencias, a favor de los hombres, excepto en ‘disposición para aprender’ y ‘autonomía en el trabajo’.

Las personas de más edad tienen menos nivel de competencia en lectura, escritura, conductas numéricas y uso de las TIC, entre otras

La edad, sin embargo, desempeña un papel negativo en la mayoría de los casos. Las personas en grupos de más edad presentan menos nivel de competencia en lectura, escritura, conductas de lectura, escritura y numéricas, disponibilidad para aprender, aprendizaje en el trabajo y uso de las TIC. No obstante, presentan mayores competencias que los más jóvenes en influencia sobre otros en el trabajo, autonomía y planificación del trabajo.

El estado civil se relaciona con algunas competencias: estar casado o vivir en pareja se asocia positivamente con las competencias esenciales y con algunas de carácter laboral como ‘la influencia en el trabajo’, ‘la autonomía’ y ‘la planificación en el trabajo’. El estado de salud también impacta sobre los niveles alcanzados en diversas competencias. En este sentido, una mala salud se asocia de forma negativa con las competencias cognitivas esenciales y las de comportamientos de lectura y numérico. Hay características como los estudios de la madre, que es un predictor significativo y positivo para todas las competencias, a excepción de las relativas al ‘aprendizaje’ y ‘la planificación en el trabajo’.

Con respecto a la situación laboral, las personas en situación de empleo muestran una relación positiva significativa con los niveles de las competencias esenciales en ‘matemáticas’ y ‘lectura en línea’, comparación con las que se encuentran desocupadas.

En jóvenes, haber repetido curso se relaciona negativamente con todas las competencias, excepto en la de ‘búsqueda de información sobre trabajo fuera del centro’

Por su parte, las competencias evaluadas en la cohorte de 15 años de PISA en su última edición de 2018, muestran una relación con las variables asociadas a los estudios -a saber, la condición de repetidor o el nivel de estudios que se espera completar-, aun teniendo en cuenta que, “en este caso, no se pueden relacionar directamente con el nivel de estudios porque todos los sujetos pertenecen a la cohorte de 15 años”.

Se detecta una fuerte relación de las competencias con el rendimiento en los estudios, con una relación negativa en todas las competencias con la situación de haber repetido algún curso. La relación es positiva para la competencia vinculada a ‘la búsqueda de información sobre el trabajo fuera del centro escolar’. A juicio de los autores de este estudio, esto sugiere que aquellos alumnos y alumnas “más rezagados en los estudios a los 15 años se encuentran más activos en la búsqueda de información laboral, seguramente porque están considerando dejar la educación y entrar en el mercado laboral”.

Asimismo, hay una “clara relación positiva” entre las aspiraciones a terminar los estudios universitarios y los niveles alcanzados en casi todas las competencias (excepto en ‘autoevaluación lectora’ e ‘información sobre la carrera dentro del centro educativo’).

En función de la competencia considerada, se observan diferentes relaciones si se atiende a la variable ‘sexo’

Hay evidencia en torno a la relación positiva del nivel socioeconómico y cultural de la familia con todas las competencias (salvo en la relativa a ‘la información sobre el trabajo ofrecida por el centro’). De igual modo, en función de la competencia considerada, se observan diferentes relaciones si se atiende a la variable sexo: mientras que en las competencias esenciales, los hombres presentan puntuaciones más elevadas en matemáticas y ciencias, las puntuaciones de las chicas son mayores en lectura y en la competencia global.

Si se atiende a la edad, los datos revelan que aquellos/as jóvenes nacidos en los dos (y en ocasiones tres) últimos meses del año, presentan menores niveles en competencias esenciales cognitivas. Aquellos/as que reciben cuidados y educación en la primera infancia en centros infantiles registran una relación positiva con tres de las cuatro competencias cognitivas esenciales (matemáticas, lectura y competencia global). Por su parte, haber cambiado de colegio se relaciona significativa y negativamente con las competencias cognitivas esenciales y de forma positiva con competencias conductuales relacionadas con ‘información sobre el trabajo’ y con el ‘uso de las TIC’.

La formación tiene un efecto positivo significativo sobre las distintas dimensiones del desempeño laboral

El informe destaca el efecto significativo positivo de la formación sobre las distintas dimensiones del desempeño laboral de las personas. En este sentido, a mayor nivel de estudios terminados -especialmente, universitarios-, mayor participación en el mercado de trabajo, en la probabilidad de empleo y en su calidad.

Según indican sus autores, el efecto favorable sobre la calidad del empleo “se manifiesta en una mayor estabilidad de la relación laboral, con una reducción significativa de la temporalidad, salarios más elevados y un mayor grado de satisfacción con el trabajo desarrollado”. Se incrementa también la probabilidad de tener una ocupación más cualificada, en línea con la formación del empleado/a.

A igualdad de estudios completados, la condición socioeconómica de la familia “ya apenas resulta significativa en la participación laboral o en la probabilidad de empleo, aunque sí se observan algunos efectos significativos en los aspectos de la inserción laboral más relacionados con la calidad del empleo”.

De acuerdo con la monografía, el conjunto de resultados evidencia el rol que desempeña la educación como “palanca potencial básica para favorecer la igualdad de oportunidades y la movilidad social en España”. Sin embargo, existen algunos factores que limitan su capacidad en ese ámbito, como los ligados a “la desigualdad todavía existente en el propio acceso a la educación”, por ejemplo, en el acceso a la educación postobligatoria, que sigue estando condicionado por el nivel socioeconómico de las familias.  

La importancia de las competencias cambia en función de las distintas dimensiones de la inserción laboral

El documento indica que el tipo de competencias que resultan más significativas cambia en función de la dimensión concreta de la inserción laboral considerada. A este respecto, ‘la disposición a aprender’ y ‘las competencias digitales’ estimulan la participación en el mercado laboral. Las ‘competencias numéricas’ y las ‘personales y sociales’ relacionadas con la personalidad, las habilidades sociales y de comunicación y con la capacidad de trabajar en grupo, así como los conocimientos prácticos, mejoran la probabilidad de empleo. Las competencias numéricas y las competencias comportamentales sociales y de aprendizaje en el trabajo influyen en la calidad del empleo, incrementando su estabilidad y el salario o fomentando el acceso a ocupaciones más cualificadas.

Los datos indican que en España, se observa una especialización “con escasa presencia relativa de sectores avanzados y menos empleo en ocupaciones cualificadas que otras economías desarrolladas”, algo que “lastra la productividad, limita las oportunidades laborales y genera elevados desajustes entre los requerimientos formativos de los empleos y los poseídos por los trabajadores”.

Según se desprende del documento, la formación “impulsa la resiliencia frente a shocks externos, disminuyendo la vulnerabilidad frente a crisis de distinta naturaleza (económica, tecnológica, sanitaria o medioambiental)”, y contribuye también “al despliegue de las TIC, reduce la probabilidad de destrucción del empleo por la automatización, facilita la capacidad de adaptarse a los nuevos empleos y a la transformación de las ocupaciones, favorece continuar con la actividad ante limitaciones a la presencialidad, permite aprovechar mejor el teletrabajo y caracteriza de modo especial al empleo en las ocupaciones con mayor dinamismo previsto como parte del desarrollo de la economía verde”.

Tener estudios se considera un factor de protección adicional asociado a una mejor salud autopercibida y menor incidencia de problemas crónicos de salud

Independientemente del estatus laboral y de la situación de la familia de procedencia, tener estudios se erige como un factor de protección adicional, “asociado a una mejor salud autopercibida y a una menor incidencia de problemas crónicos de salud”. La evidencia avala que el capital humano “aporta una agencia efectiva (más control y adquisición de hábitos saludables) que no se logra solo a través de la situación económica familiar o estatus laboral”. De igual modo, contar con estudios contribuye a “paliar los efectos negativos sobre la salud de las situaciones laborales y familiares desfavorables”.

Los datos muestran que las personas con estudios universitarios adquieren en mayor medida algunos hábitos saludables (por ej., hábitos alimentarios saludables y actividad física frecuente); sin embargo, consumen más alcohol. Para los autores, esto es destacable, más aún, “si se tiene en cuenta que las personas con alto nivel educativo son en cierta medida modelos para otros”.

La familia de entorno favorable parece ejercer cierta presión para que sus miembros tengan estudios, y -si no se consiguen o sólo consiguen estudios primarios- aumenta la probabilidad de problemas de salud crónicos.

Algunos datos en relación con la salud recogidos en la monografía destacan que:

-Los y las jóvenes de entre 15 y 16 años que puntúan alto en matemáticas (PISA) y se sienten competentes en la ‘competencia global’ y en ‘lectura’, se perciben más sanas.

-Vivir en familias que disfrutan con una elevado nivel económico y cultural, y no cambiar de centro en la trayectoria académica, se relaciona con una excelente salud autopercibida.

-Cuando las personas jóvenes usan las TIC para diversión (p. ej., uso de videojuegos) “se resiente su salud”. Mientras que el uso de las TIC orientado al disfrute se asocia a una mayor sintomatología (dolor de cabeza, dolor de estómago, dolor de espalda, etc.), su uso para fines académicos “apenas se relaciona con estos síntomas”.

-Los y las jóvenes que estudian en centros educativos privados y no cambian de centro muestran una mejor salud. Para los autores, este resultado podría explicarse porque su situación social y familiar es mejor y estos centros donde cursan sus estudios presentan una menor complejidad y problemática (p. ej., con menos colectivos en riesgos de exclusión, menor diversidad cultural).

-Los centros educativos que brindan orientación a su alumnado sobre futuros empleos y estudios u organizan actividades en este sentido, favorecen una mejor salud entre los y las estudiantes. Por el contrario, cuando es por propia iniciativa del alumno o alumna, se reduce la propensión a expresar una salud excelente, tal vez, esta iniciativa “esté señalando un abandono próximo de los estudios reglados”.

Efectos sobre el bienestar subjetivo de las personas

La persona con estudios (principalmente superiores) revela sentirse más satisfecha con su vida y disfrutar de una mejor experiencia emocional, más allá de la situación laboral. Los resultados parecen indicar que el nivel de estudios aporta recursos (prestigio, control sobre la vida), que se traducen en bienestar subjetivo, y que “no se consiguen solo por la vía del estatus laboral”.

Las brechas en satisfacción con la vida y en bienestar psicológico y emocional, entre parados y ocupados (en favor de los segundos), “se reducen de manera sensible cuando la persona en paro tiene cierto nivel de estudios”. Entre las personas ocupadas el nivel de estudios tiene un papel amplificador y positivo: aproximadamente el 70% de quienes combinan su trabajo con estudios superiores expresan una alta satisfacción con sus vidas.

La persona joven (15-16 años) que aspira a tener estudios está más satisfecha con su vida y experimenta más emociones positivas. Empero, haber repetido curso se relaciona con un menor afecto negativo. Ante esto, tal vez la pretensión de seguir una buena trayectoria académica, sin repetir curso, “exija cierta experiencia afectiva negativa a las personas jóvenes (p. ej., preocupación)”. La presión por parte de familias con un entorno socioeconómico y cultural favorable para avanzar en sus estudios, incide en el bienestar de los y las jóvenes, reduciendo su satisfacción con la vida cuando las expectativas no se satisfacen.

Las personas jóvenes que puntúan alto en matemáticas son más propensas a expresar una alta satisfacción con la vida y a tener una mejor experiencia emocional, pero las altas puntuaciones en lectura y ciencias se relacionan con un peor bienestar subjetivo.

La ‘competencia global autoinformada’ tiene especial relevancia para las personas jóvenes en diferentes indicadores de bienestar subjetivo. En este sentido, los y las jóvenes que se sienten competentes a la hora de analizar y entender el mundo que les rodea, así como en la empatía y el diálogo intercultural, experimentan un mayor bienestar. Cuando las habilidades de búsqueda e información sobre futuros estudios y empleos las desarrolla el propio centro educativo, se produce una asociación con un mejor bienestar subjetivo entre las personas jóvenes.

Sentirse competentes (y hacer uso) en las TIC también contribuye al bienestar subjetivo de la persona joven y se relaciona de forma positiva con la satisfacción con la vida y con una experiencia afectiva positiva (afecto positivo).

Efectos sobre las actitudes y los comportamientos

El capital humano se constituye como un factor trascendental para conseguir “buenos ciudadanos que se involucran en una relación con el entorno que promueve esfuerzos colectivos de colaboración y mejora que van más allá del individuo”.

Según el documento, el nivel de estudios contribuye de manera evidente a la confianza generalizada en los demás. Especialmente, las personas con estudios superiores recelan menos de grupos externos y “están en mejores condiciones para establecer lazos de confianza con personas que tienen otra nacionalidad y/o religión”.

Tener estudios (sobre todo superiores) contribuye también “de manera evidente” a la prestación de ayuda a personas del círculo social más próximo (familiares, amigos/as, vecinos), y fomenta la posibilidad “de recibir ayuda por parte de los demás, tanto instrumental (p. ej., económica) como emocional o de apoyo”.

Las personas con estudios superiores y las personas ocupadas presentan una menor indefensión. Tener estudios universitarios se vincula claramente con una mayor pertenencia a organizaciones no gubernamentales (ONG). Las competencias que más se relacionan con este tipo de actividades de voluntariado son ‘sentirse eficaces en lectura y escritura’, y la ‘disposición a aprender’).

También a mayor nivel de estudios, se reducen las actitudes machistas y aumenta la percepción de que la igualdad entre mujeres y hombres es una característica esencial de las democracias.

Competencias que contribuyen a cerrar la brecha de género para acceder a puestos de trabajo que requieren supervisión y/o dirección

Los autores resaltan las dificultades que tienen las mujeres en España para acceder a puestos de trabajo que requieran la supervisión y/o dirección de personas, una situación que se corrige “entre aquellas personas con estudios universitarios, pero solo ligeramente”. Hay tres competencias que contribuyen a cerrar esta brecha: ‘puntuación en competencias numéricas’, el ‘índice de uso de competencias de influencia en el trabajo’ (negociación, consejo a otros/as, formar a otros/as, etc.) y el ‘índice de uso de competencias de planificación en el trabajo’ (planificación temporal, planificación de tareas, etc.).

La monografía concluye poniendo de manifiesto que el nivel de estudios y las competencias adquiridas son dos dimensiones relevantes en las oportunidades económicas y laborales de las personas, si bien inciden también en otros aspectos del bienestar como la salud, la satisfacción con la vida o los comportamientos cívicos y la participación social. Pero las oportunidades educativas en España son desiguales y el acceso a los sucesivos niveles de enseñanza se ve afectado por condicionantes del entorno familiar.

Para los autores, las conclusiones de la investigación desarrollada sugieren líneas de actuación para la mejora que deberían contemplarse en distintos ámbitos: el sistema educativo, las empresas y las personas y sus familias, recogiendo una serie de recomendaciones en este sentido para cada uno ellos.

Se puede acceder al documento desde la página Web de la Fundación BBVA o bien directamente a través del siguiente enlace:

De los estudios a las competencias. Condicionantes y resultados del capital humano en España

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