¿Cómo ayudar a los niños en caso de suicidio parental?
21 Jun 2024

El fallecimiento de un padre o una madre, siempre es doloroso para un/a niño/a. Y si la muerte ha sido por suicidio (especialmente, según muestran las investigaciones, el suicidio de una madre), tiene un efecto aún más doloroso y potencialmente perturbador.

Así lo afirma el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute) en un artículo publicado en su centro de recursos para las familias, a través del cual aborda el tema del duelo en niños/as tras el suicidio de un progenitor y recoge una serie de recomendaciones para ayudar a los/as menores a sobrellevarlo.

Tal y como señalan los autores del artículo, al igual que ocurre con todos los sucesos traumáticos, la forma en que se apoya a los niños y las niñas para que procesen sus sentimientos sobre la pérdida, impacta en el éxito de su recuperación. Los niños son muy resilientes, y “si bien el suicidio de uno de sus padres nunca dejará de ser un acontecimiento importante en sus vidas, con ayuda, pueden recuperar su salud emocional y vitalidad”.

De acuerdo con el texto, cuando los niños experimentan la muerte repentina de uno de sus padres, pasan por lo que se conoce como “duelo traumático”. Un fallecimiento por este motivo, “no es sólo algo doloroso de asimilar, sino que también desencadena un proceso emocionalmente complicado o conflictivo”.

suicidio parental

Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 19/06/24

Cuando una muerte es impactante y perturbadora, genera pensamientos, imágenes y sentimientos aterradores que un niño tal vez quiera evitar desesperadamente. En el caso del suicidio, los/as niños/as pueden tener determinados sentimientos y pensamientos hacia sus padres “que consideran inaceptables y que quieren negar” (por ej., sentimiento de traición o de rechazo). En algunos casos, intentan bloquearlos, no hablando ni pensando en la persona que han perdido. Sin embargo, es esencial tener en cuenta que para afrontar el duelo de forma saludable, es necesario pensar en la persona que has perdido y permitirse sentir tristeza y dolor. Los niños y las niñas deben poder recordar al padre o la madre que han perdido como una persona cariñosa, que los quería, a pesar de sus defectos.

Más que en el caso de una muerte accidental, un suicidio genera en los y las menores una serie de sentimientos que pueden experimentar como abrumadores, entre ellos, horror, ira, vergüenza, rechazo, confusión y culpa. El mayor riesgo para la salud psicológica de un niño es no poder expresar estos sentimientos así como no poder alcanzar una comprensión de lo sucedido con la que puedan vivir.

Según datos expuestos en este artículo del Centro Infantil Johns Hopkins (Johns Hopkins Children’s Center), los niños y niñas menores de 18 años cuyos padres han fallecido por suicidio, presentan tres veces más probabilidades de fallecer por este mismo motivo, que los niños y niñas con padres vivos. Para los autores de este artículo, esto pone de relieve la importancia vital de brindar apoyo a los niños y niñas que están en duelo: “no sólo se trata de abordar el trauma de la pérdida repentina de los padres, sino que también se intenta romper el ciclo del suicidio en las familias”.

¿Qué necesitan los niños y las niñas tras el suicidio de un progenitor?

En primer lugar, necesitan respuestas sencillas y honestas a sus preguntas. Saber que sus sentimientos son aceptables: sentir enfado hacia una madre o un padre que se ha suicidado es normal y no significa una traición al amor que se tiene ni a la terrible pérdida que puede estar sintiendo. Si la persona que ha muerto presentaba problemas de salud mental durante mucho tiempo, es posible que el niño o la niña pueda llegar a sentir alivio, “y también es necesario que se le permita tener ese sentimiento”.

Después de un suicidio, los/as niños/as necesitan saber que no tienen la culpa. Al ser ‘narcisistas naturales’, tienden a ponerse a sí mismos en el centro de la narrativa: “si me hubiera portado mejor, si hubiera regresado a casa inmediatamente después de la escuela, si me hubiera esforzado más en animar a mamá o papá, etc., esto no habría sucedido”. Lo esencial aquí es que comprendan que su padre/madre tenía un problema. Que se ha hecho todo lo posible para ayudar, sin éxito. Y esta comprensión no se logra en una sola conversación, es algo en lo que hay que trabajar con el tiempo.

Es crucial ayudar a los y las menores a mantener sus vidas dentro de la normalidad posible: volver a las rutinas cuanto antes, regresar a la escuela y a sus actividades habituales.

¿Qué señales pueden indicar que un niño o una niña no se está recuperando de forma saludable?

Aunque es difícil distinguir la conducta problemática del proceso esperado de duelo, hay algunos aspectos clave que se deben tener en cuenta. Según el Instituto de la Mente Infantil, ante una experiencia traumática “común”, como estar cerca de un accidente, un ataque o un desastre, “se espera que haya señales de recuperación en, aproximadamente, un mes”. Pero el período del duelo por la muerte de una persona es menos claro, por lo que el proceso de recuperación puede llevar más tiempo. Si la tristeza y el retraimiento de las actividades normales de un niño o una niña no se disipan con el tiempo y comienzan a causar deterioro en su vida diaria (negativa a ir a la escuela, cambios en los hábitos de sueño, disminución del apetito, irritabilidad), esto puede ser motivo de preocupación.

La principal señal que indica que alguien podría no estar siguiendo el período de duelo de forma ‘natural’, es una relación alterada con la memoria del ser querido. Esto puede incluir evitar lugares y/o situaciones que puedan recordarle al o la menor al padre/madre que murió, entumecimiento emocional, amnesia selectiva sobre la pérdida traumática o aparición de pensamientos intrusivos sobre el suceso. Todo esto interfiere en el proceso de formación de recuerdos del padre o la madre, lo cual es parte de un proceso de duelo saludable.

¿Quién tiene más riesgo de sufrir un trauma duradero?

Los niños y niñas con personalidades evasivas o ansiedad extrema pueden tener más riesgo de presentar un estilo de afrontamiento poco saludable. Aquellos/as que han experimentado otros traumas, también tienen más probabilidades de ‘responder mal’ a la situación, dada su experiencia previa. Asimismo, los niños y niñas que carecen de redes sólidas de apoyo (tanto dentro de la familia como en su comunidad en general), sufren más.

El artículo concluye recordando que lo más importante a tener en cuenta es que la “el antídoto contra el duelo traumático” y así poder evitar una reacción negativa y duradera, es la honestidad, el apoyo y el cariño, así como la preservación de la familia de la mejor manera posible.

Fuente: Coping With A Parent’s Suicide

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