A medida que las guerras y conflictos bélicos continúan asolando lugares de todo el mundo, como por ejemplo, el conflicto armado entre la franja de Gaza e Israel, los investigadores del ámbito de la Psicología y los profesionales de la salud están analizando el impacto a largo plazo de estos y otros eventos traumáticos, no solo en aquellas personas que sobreviven a tales tragedias, sino también en sus hijos y nietos. Así lo afirma la Asociación Americana de Psicología (APA-American Psychological Association), en un artículo publicado en su página web, a través del cual aborda la transmisión intergeneracional del trauma, analizando el impacto a corto y largo plazo de los eventos traumáticos derivados de las guerras u opresiones históricas, tanto en las personas supervivientes como en sus descendientes.
Tal y como señala la APA, a lo largo de los años, los y las investigadores/as han estudiado los efectos intergeneracionales de múltiples y diversos acontecimientos traumáticos, -tales como el Holocausto, el genocidio en Camboya por parte de Jemeres Rojos, el genocidio de Ruanda, el desplazamiento cultural de los indios americanos y la esclavitud de los afroamericanos-, así como de los desastres naturales a gran escala como huracanes y terremotos. Estos efectos transgeneracionales no sólo son psicológicos, sino también familiares, sociales, culturales, neurobiológicos “y, posiblemente, incluso genéticos”.
Analizar los efectos intergeneracionales puede ayudar a comprender y abordar mejor el dolor psicológico desde sus raíces
De acuerdo con los expertos, traumas masivos como estos “afectan a las personas y a las sociedades de manera multidimensional». Sin embargo, a excepción de los estudios relacionados principalmente con el Holocausto, este campo de estudio es todavía joven y presenta muchas incógnitas. A juicio de la APA, esto puede atribuirse, en parte, a “una falta de superposición entre los campos del trauma intergeneracional y el trastorno de estrés postraumático (TEPT)”.
Continuar explorando los efectos intergeneracionales puede ayudar a que el campo comprenda y trate mejor el dolor psicológico desde sus raíces. Por lo tanto, es fundamental, estudiar esta área “lo más ampliamente posible”, con el propósito de poder aprender del sufrimiento de las personas y conocer el modo de prevenirlo para las generaciones futuras.
Según la APA, uno de los primeros artículos que mencionó la presencia de trauma intergeneracional se publicó en 1966, documentando elevadas tasas de angustia psicológica entre los hijos y las hijas de los/as supervivientes del Holocausto (Canada’s Mental Health, vol. 14). Desde entonces, diversas investigaciones han evaluado la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático en los supervivientes de traumas y en sus descendientes, siendo los supervivientes del Holocausto y sus hijos/as los más estudiados y durante un período de tiempo más largo.
Los/as hijos/as de los/as supervivientes presentan patrones de conducta específicos orientados a reparar el mundo para sus padres, abuelos y para ellos mismos
Otros investigadores están adoptando una visión más amplia acerca de cómo podrían verse afectadas los y las supervivientes y sus descendientes. En este sentido, a principios de la década de 1980, se describieron diversos perfiles entre los/as supervivientes del Holocausto. Entre ellos, destacan el de ‘víctima’ (personas que tienen dificultades para superar el trauma original y que son emocionalmente volátiles y sobreprotectoras) y ‘embotado’ (personas emocionalmente distantes, intolerantes a la debilidad de los demás y que mantienen una ‘conspiración de silencio’ dentro de la familia. En otros casos, se habla de ‘luchadores’ y de ‘aquellos/as que lo lograron’.
Con relación al trabajo clínico, grupal y comunitario, se han observado también patrones de conducta específicos entre los hijos y las hijas de los/as supervivientes del Holocausto, incluida una postura excesivamente protectora hacia sus padres, una gran necesidad de control, una obsesión con el Holocausto, una postura defensiva hacia la vida y una actitud dependiente e inmadura. Estas reacciones se han denominado “impactos adaptativos reparativos”, para resaltar la noción de que la progenie de los supervivientes las utiliza para intentar reparar el mundo para sus padres, sus abuelos y para ellos mismos, en gran medida de manera inconsciente. La teoría relacionada predice un camino entre el trauma inicial, la historia familiar y el entorno sociocultural postraumático, los estilos de adaptación de los supervivientes y la intensidad de las reacciones reparadoras de sus hijos y nietos hacia ellos (American Journal of Orthopsychiatry, Vol. 86 (6) 2016).
El inventario de Legados Multigeneracionales del Trauma, una herramienta útil para evaluar este impacto
En línea con esta teoría, se desarrolló el Inventario Danieli de Legados Multigeneracionales de Trauma (Danieli Inventory of Multigenerational Legacies of Trauma), una herramienta validada para evaluar el impacto multidimensional y multigeneracional del trauma.
Investigadores de la Universidad de Minnesota aplicaron este inventario a una muestra de 484 hijos/as y nietos/as de supervivientes del Holocausto. Posteriormente, realizaron entrevistas clínicas adicionales con una submuestra de 191 de estos/as descendientes. Los datos de este estudio revelan que, de estos últimos, el 35% presentaba trastorno de ansiedad generalizada, el 26% tenía un episodio depresivo mayor y el 14% trastorno de estrés postraumático. Sin embargo, cuando esos datos se compararon con los datos del inventario, el 46% de aquellos con puntuaciones altas de impacto reparador presentaban un diagnóstico psiquiátrico, en comparación con sólo el 8% de aquellos con puntuaciones bajas. Además, los niños cuyos padres obtuvieron puntuaciones más altas en los estilos de víctima y embotamiento, reportaron una mayor intensidad de impactos reparadores.
Por otro lado, estudios relacionados con las poblaciones nativas americanas y canadienses han encontrado también amplios efectos entre los hijos/as y nietos/as de los supervivientes de una opresión cultural masiva.
Menos directamente estudiado es el impacto multigeneracional de la esclavitud en los afroamericanos. Sin embargo, una línea importante de investigación relacionada es la relación entre la discriminación racial actual y el trauma. De acuerdo con un estudio llevado a cabo con 123 estudiantes afroamericanos, para evaluar la ansiedad relacionada con la discriminación racial, aquellos que reportaron altas tasas de discriminación percibida también presentaban tasas más elevadas de hiperexcitación incontrolable, sentimientos de alienación, preocupaciones sobre eventos negativos futuros y percepción de los demás como peligrosos (Psychology of Violence, 8(6), 735–747, 2018).
El efecto intergeneracional se observa también en las generaciones actuales de afroamericanos
Si bien esta área, los estudios directos sobre los efectos intergeneracionales pueden ser escasos, no es difícil detectar tales impactos en las generaciones actuales de afroamericanos. Un ejemplo constante, es el temor que muchas madres y muchos padres afroamericanas/os enfrentan al hablar con sus hijos sobre posibles encuentros con la policía. A este respecto, es traumatizante, tanto para los padres como para sus hijos, el pensar que “si su hijo sale con un grupo de amigos blancos o de otros grupos étnicos, no serán tratados de la misma manera si la policía los detiene”
El escenario se considera parte de un legado denominado ‘estrés compartido’, definido como “la sensación de que tienes que gestionar todo dentro de tu propia comunidad, porque no sabes lo que encontrarás en la sociedad en general”.
En este sentido, existe la sensación entre las personas afroamericanas (así como también entre otras en situación de marginación social), de que los factores que les resultan estresantes son exclusivos para ellos/as y no necesariamente compartidos por personas ajenas a sus grupos. Por este motivo, comparten historias de sus experiencias vividas, para ayudar a preparar el escenario cuando sus seres queridos se enfrenten al mundo. A su vez, esto puede conducir a una desconfianza general hacia otras personas fuera del grupo (particularmente aquellas que pertenecen a grupos ‘históricamente opresores’), así como a aislarse dentro de su grupo.
Mecanismos de transmisión de los efectos intergeneracionales
La Psicología y otras ciencias sociales han investigado también el modo en que los efectos intergeneracionales se transmiten entre generaciones. Estudios con supervivientes del genocidio de Ruanda y sus hijos/as adolescentes, han encontrado efectos directos del genocidio, incluidas diversas formas en que las madres se comunican con sus hijos sobre el trauma, como, por ejemplo, mantener silencio o expresar su esperanza de que tal evento nunca vuelva a ocurrir. Se observan también efectos indirectos, como las consecuencias del genocidio sobre la segunda generación a través de cambios que incluyen una mayor pobreza, una mayor carga de trabajo familiar y una paternidad comprometida.
Por su parte, los/as adolescentes revelaban que estos factores afectaban a sus propias vidas: para muchos/as, la pobreza les impedía asistir a la escuela y les obligaba a trabajar más duro para mantener a flote a la familia. Otros expresaron arrepentimiento por no tener una “familia normal” que incluyera abuelos, tíos o padres.
Con respecto al papel que desempeñan las reacciones iniciales de los supervivientes a un evento y su impacto sobre las generaciones futuras, el artículo señala que vivir en circunstancias tan difíciles y opresivas puede llevar a los padres a formular ‘mensajes de supervivencia’ basados en el miedo que transmiten a sus hijos/as y nietos/as (por ej., ideas del tipo “no pidas ayuda, es peligroso”). Si bien los mensajes pueden haber ayudado inicialmente a las personas a mantenerse con vida, en el presente, suelen ser irrelevantes y pueden incluso aumentar la vulnerabilidad interpersonal de estas personas. El miedo a las revelaciones personales y la falta de confianza en los profesionales, podrían ser algunas de las razones “por las que a los y las supervivientes de un trauma les resulta tan difícil buscar y aceptar apoyo».
En los últimos años, se ha investigado la epigenética como mecanismo de transmisión
Otro mecanismo de transmisión estudiado en los últimos años, es el de la epigenética, definida por aquellos procesos moleculares impulsados por influencias ambientales, que pueden hacer que los genes se activen o desactiven. Si bien estos procesos “no pueden alterar las secuencias de ADN per se”, sí pueden influir en rasgos o enfermedades, según las investigaciones sobre este tema. A este respecto, algunos estudios sobre este modo de transmisión en supervivientes del Holocausto han encontrado que, tanto éstos como sus hijos/as muestran cambios en la misma ubicación de un mismo gen: el FKBP5, un gen relacionado con el estrés postraumático y la depresión, y que los hijos/as de los supervivientes presentan cambios en un conjunto de genes relacionados con el funcionamiento inmunológico y la fabricación de glucocorticoides.
Otras investigaciones hablan incluso de una relación potencial entre el trauma intergeneracional y diversas estructuras cerebrales (como amígdalas e hipocampo), sugiriendo que el desarrollo cerebral de los hijos e hijas puede verse influenciado por los traumas pasados de padres o abuelos.
Intervenciones prometedoras en este campo de estudio
Una línea de investigación prometedora actualmente, es la que aborda el posible impacto positivo del tratamiento psicológico sobre la epigenética.
Asimismo, se están realizando intervenciones a nivel comunitario. En relación con los pueblos nativos que sufrieron una opresión histórica, la APA señala que, teniendo en cuenta la pérdida del sentido de comunidad y de los lazos generacionales, las intervenciones basadas en la evidencia pueden ayudar a cerrar esta brecha profunda, “al reunir a las familias y a la comunidad en su conjunto”.
En el ámbito clínico, se recomienda utilizar el inventario de Danieli para formular preguntas y ayudar a tratar a los clientes. Otra sugerencia es trabajar con ellos/as para construir árboles genealógicos multigeneracionales que incluyan detalles de la historia traumática de una familia, una actividad “que puede abrir la puerta a la comunicación, para ayudar a las familias a ir más allá de los secretos y hacia la conexión y el crecimiento”.
En una línea similar, se recomienda también el uso de un “genograma de supervivencia”, que adapta la metodología del genograma (una versión pictórica del árbol genealógico utilizado en psicoterapia para resaltar las relaciones familiares, la salud y los patrones psicológicos) a la experiencia del trauma transgeneracional. La metodología ayuda a los hijos/as y nietos/as de los sobrevivientes a explorar ‘lecciones de vida’ del tipo “nunca bajes la guardia”, para comprenderlas en su contexto original y analizar cómo esos mensajes pueden ayudarles y perjudicarles en sus vidas presentes.
Destaca la importancia de abordar los traumas actuales en personas afroamericanas, relacionados con el trauma original
Con relación a las personas afroamericanas, la APA recuerda la importancia de abordar los traumas actuales, como el racismo, que se relacionan con el trauma original, para “ayudar a las nuevas generaciones a sanar y seguir adelante”, un propósito para el cual los padres desempeñan un papel clave, utilizando las herramientas de comunicación adecuadas: «Se trata de encontrar un equilibrio apropiado para su edad que proporcione a los niños el contexto del trauma original y al mismo tiempo les proporcione orgullo cultural y estrategias para afrontar el racismo si lo encuentran».
Destaca una serie de pautas para abordar las reacciones de enojo, angustia y/o embotamiento ante delitos históricos o actuales relacionados con la raza, siendo prioritario, nombrar el problema y hablar de ello: están tan “acostumbrados a vivir con preocupaciones y miedos [de orientación racial] que no necesariamente los reconocen o los califican como problemáticos”. Por lo tanto, es fundamental que se sientan cómodos nombrando su propia historia y siendo ‘dueños’ de ella. Es relevante también adoptar prácticas de cuidado personal, como la atención plena, la actividad física u otras actividades enriquecedoras. Una tercera herramienta que destaca es la prevención: reducir la exposición a posibles desencadenantes, como noticias sobre tiroteos policiales por motivos raciales u otros artículos provocativos relacionados con la raza.
Fuente: War’s enduring legacy: How does trauma haunt future generations?