El tratamiento psicológico en las conductas repetitivas centradas en el cuerpo
14 Mar 2024

Tirarse del pelo, rascarse la piel o morderse las uñas pueden considerarse hábitos inofensivos. Sin embargo, cuando los niños y las niñas los hacen constantemente y no pueden evitar realizarlos, incluso pese a hacerse daño (por ej., aparición de cicatrices, calvicie…) y/o sentir vergüenza (por su aspecto o porque los demás se burlen de ellos/as), estos hábitos pueden convertirse en un problema grave. Hablamos aquí de conductas repetitivas centradas en el cuerpo. Con esta introducción, el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute) presenta un artículo a través del cual aborda este tipo de comportamientos y el tipo de tratamiento más eficaz para su abordaje.

¿Qué son las conductas repetitivas centradas en el cuerpo?

Este tipo de conductas incluyen la tricotilomanía (tirarse del pelo), la excoriación (hurgar en la piel), la onicofagia (morderse las uñas), trichotemnomanía (corte de pelo compulsivo), la tricofagia (comer pelo) y la dermatofagia (morder la piel).

Los niños y niñas que presentan estos comportamientos, los describen a menudo como incontrolables. Descubren que hacerlo les brinda una sensación temporal de calma o alivio de sentimientos incómodos, lo que explica, en parte, por qué puede ser difícil detenerlos. Estas conductas pueden surgir a cualquier edad, pero tienden a aparecer al comienzo o durante la adolescencia.

conductas centradas en el cuerpo
Fuente: freepik. Foto: cookie_studio. Fecha: 06/08/24
¿Cuándo es necesario buscar tratamiento?

Cuando el niño o la niña ha intentado detener varias veces este tipo de conductas y no le es posible, siente que estos comportamientos son incontrolables y provocan daño físico y/o angustia, o altera sus actividades o hábitos diarios, entonces es fundamental buscar tratamiento.

De acuerdo con el artículo, el tratamiento de referencia para este tipo de problemas es la terapia cognitivo-conductual. De forma específica, destaca la importancia del entrenamiento en reversión del hábito. Esta técnica funciona identificando los desencadenantes del comportamiento (cuándo y dónde ocurre, qué sucede antes de que aparezca y qué lo empeora), para desarrollar, posteriormente, una respuesta física o una acción alternativa, que compita con la conducta a eliminar (por ej., pellizcarse la piel, rascarse, tirarse del cabello, etc.), imposibilitando así que el niño o la niña la realice. Por ejemplo, apretar una pelota antiestrés para no tirarse del pelo o sentarse sobre las manos para evitar morderse las uñas.

El Instituto de la Mente Infantil subraya la trascendencia de llevar a cabo un tratamiento conductual integral, que englobe, además de los mencionados, diversos tipos de terapia, como la terapia dialéctica conductual (para manejar emociones difíciles), o la terapia de aceptación y compromiso (para centrarse en aceptar sentimientos y comprometerse con metas personales), y que esté adaptado y personalizado a cada niño/a. De este modo, se utiliza una combinación de diferentes enfoques, dependiendo de lo que necesita y lo que funciona mejor para él o ella.

¿Cuáles son las fases del tratamiento conductual integral?

Este tratamiento conductual integral se basa en la colaboración entre el/la paciente y el terapeuta. Ambos colaboran para identificar las conductas objetivo, cuándo y por qué ocurren y qué tipo de estrategias se van a probar. En este sentido, es crucial que el niño o la niña esté motivado, dado que el éxito del tratamiento integral, “depende de la motivación del niño para cambiar” y, con frecuencia, “implica cambiar de estrategia si el progreso se estanca”.

1. Evaluación y análisis funcional

En primer lugar, se comienza realizando un análisis de las conductas problemáticas, para comprender mejor cuándo ocurren y qué las impulsa. ¿Hay sentimientos, momentos del día o contextos específicos que parecen desencadenar la necesidad de realizar la conducta?¿la acción alivia el estrés o la ansiedad previa?

El o la terapeuta trabajará con el niño y su familia para monitorear los comportamientos y crear conciencia sobre estos detalles.

2. Desarrollo e implementación de un plan de tratamiento

A continuación, el terapeuta y el paciente explorarán juntos qué estrategias específicas pueden ser útiles. Pueden decidir centrarse en un tratamiento determinado o utilizar estrategias pertenecientes a múltiples enfoques, para desarrollar un plan individualizado que continuarán revisando y modificando según sea necesario.

Una vez que el comportamiento es menos intenso, se puede empezar a trabajar para extinguirlo. A modo de ejemplo, si un niño o una niña se rasca la piel o se tira del pelo sin pensar, puede recurrir a la prácticas de la reversión del hábito para encontrar una respuesta competitiva que imposibilite realizar la conducta sin darse cuenta (por ej., ponerse guantes). Si el estrés exacerba este tipo de conductas, entonces las estrategias de relajación y atención plena pueden ser las adecuadas para comenzar.

Las estrategias de la terapia dialéctica conductual y de la terapia de aceptación y compromiso suelen formar parte de este tratamiento conductual integral. La terapia dialéctica conductual ayuda a los niños y a las niñas a manejar sentimientos difíciles sin comportamientos autodestructivos. La terapia de aceptación y compromiso se centra en aceptar emociones incómodas y comprometerse con objetivos, en lugar de permitir que los disgustos desencadenen comportamientos no deseados.

3. Modificación del plan de tratamiento según necesidades

Una vez que se ha trazado un plan de tratamiento, el terapeuta y el o la menor continúan revisándolo y modificándolo según sea necesario. Si el tratamiento tiene éxito y se reducen los impulsos, entonces se puede reducir lentamente la intensidad de las intervenciones.

El importante papel de las familias

Cabe señalar el rol esencial que desempeña la familia aquí. Los padres y otros miembros de la familia, pueden proporcionar ideas importantes y observaciones al profesional, informándole sobre el curso del tratamiento, y aprender a cambiar sus propios comportamientos para apoyar mejor a su hijo o hija (analizando si sus interacciones están ayudándole o exacerbando la conducta problemática). El refuerzo positivo de la familia ante el uso de estrategias de afrontamiento puede ayudar a motivar a los niños y las niñas a seguir el tratamiento.

Por ejemplo, una madre o un padre puede tener buena intención cuando llama la atención de su hijo/a al ver que se está arrancando el pelo o mordiéndose las uñas, pero, sin embargo, puede incrementar la ansiedad del o la menor. Es importante, por lo tanto, aprender a cambiar la forma en que hablan y se relacionan con sus hijos/as, y cómo abordan las situaciones.

Así, una vez que el niño comienza el tratamiento, es recomendable que los padres aprendan técnicas y habilidades para que se centren en el refuerzo positivo en lugar de quejarse de las conductas que están tratando de extinguir.

Fuente: Treatment for Hair-pulling, Skin-picking

Noticias Relacionadas

Noticias

PSICOLOGÍA EN RED


LOS COLEGIOS HABLAN

MÁS NOTICIAS

Noticias Relacionadas

Noticias