Antes de la COVID-19, ya existía un incremento notorio de problemas emocionales en jóvenes. Así lo concluye un estudio publicado en la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry.
Tal y como indican los autores, la adolescencia es un periodo crítico en la aparición de problemas emocionales que pueden persistir hasta la edad adulta. Si bien la literatura científica ha puesto de manifiesto la alta prevalencia de problemas de salud mental en adolescentes, pocos estudios han analizado si esta prevalencia sigue en aumento con el paso de los años, si hay grupos de jóvenes más vulnerables o el efecto concreto de la calidad de las amistades y las situaciones de acoso en el sufrimiento psicológico de este grupo.
Teniendo en cuenta estas lagunas en el conocimiento, los investigadores diseñaron un estudio a gran escala con el objetivo de:
- Examinar tasas de problemas emocionales entre jóvenes de 2013 a 2019.
- Analizar variaciones en grupos juveniles, como género y nivel socioeconómico.
- Evaluar si cambios en la calidad de la amistad y prevalencia del acoso se asocian a un aumento en problemas emocionales.
El estudio analizó datos de más de 200.000 jóvenes de 11 a 16 años, recopilados entre 2013 y 2019.
De acuerdo con los principales resultados:
- Se observó un aumento sustancial del 23% al 38% en trastornos emocionales entre los participantes durante el periodo de seguimiento del estudio (2013-2019).
- Aunque el acoso escolar aumentó ligeramente y la calidad de la amistad disminuyó, estos factores no explicaron completamente el aumento en problemas de salud mental en este grupo.
- Niveles socioeconómicos más bajos se asociaron a aumentos más pronunciados en problemas emocionales.
- También se observó una peor salud mental en el grupo de niñas.
En definitiva, los resultados indican un preocupante aumento en los problemas emocionales, pasando del 23% al 38% en un periodo de seis años. Este incremento afectó especialmente a niñas y a jóvenes de entornos socioeconómicos menos favorecidos. Según los autores, este incremento es consistente con el aumento de trastornos emocionales y suicidios juveniles en el mismo período.
Dada la elevada prevalencia de problemas emocionales en este grupo, los autores insisten en la necesidad de aumentar la inversión de recursos en el sistema de salud mental infantil. A este respecto, los autores subrayan la necesidad de ofrecer un apoyo especializado a los jóvenes en riesgo.
Alternativamente, los autores señalan los beneficios de adoptar un enfoque de apoyo integral en los centros educativos. Este enfoque debería tener en cuenta las necesidades emocionales de los menores.
Los autores finalmente muestran su preocupación con los datos encontrados puesto que reflejan el estado de salud mental de los jóvenes previo a la pandemia de COVID-19. La evidencia indica que la pandemia y las restricciones asociadas tuvieron un gran impacto añadido en la salud mental de los jóvenes. De esta forma, los datos demuestran la vulnerable posición en la que ya se encontraba este grupo.
Para los autores del estudio es urgente iniciar acciones para reducir el impacto de los problemas de salud mental en la adolescencia. Tanto desde la esfera política, como desde la educativa y sanitaria, se deben emprender estrategias para proteger a la población adolescente, con un énfasis especial en los grupos más vulnerables. Además, instan a realizar más investigaciones para abordar esta creciente prevalencia de problemas de salud mental, más allá de los años de la pandemia.
Fuente:
Rebecca Anthony et al, Trends in adolescent emotional problems in Wales between 2013 and 2019: the contribution of peer relationships, Journal of Child Psychology and Psychiatry (2023). DOI: 10.1111/jcpp.13924