Los sistemas de salud mental de la Región Europea, actualmente, no son aptos para el mundo actual: en una región donde hasta 1 de cada 7 personas vive con una trastorno mental, muy pocas reciben algún tipo de atención o apoyo. De hecho, muchas personas siguen sufriendo discriminación por buscar apoyo en materia de salud mental. Esto puede provocar la pérdida de su trabajo o de su hogar. De igual forma, los problemas de salud física pueden atribuirse erróneamente al diagnóstico psiquiátrico de una persona.
Así lo advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un comunicado a través del cual pone de relieve la importancia de mejorar los sistemas de salud mental en Europa, con el fin de dar una respuesta adecuada a las necesidades y demandas actuales de la población.
Tal y como señala la OMS, aunque en los últimos años la salud mental ha ido ocupando un lugar más destacado en la agenda de la salud a nivel regional, es cada vez más difícil acceder a la atención en salud mental, debido en parte, “a una preocupante reducción en la cifra de personal laboral en salud mental”, pasando de 50 por 100.000 habitantes a alrededor de 45, desde 2017 a 2020. Esto se traduce en tiempos de espera más prolongados y un personal laboral de salud mental más propenso al agotamiento.
Según manifiesta la Organización Mundial en su comunicado, las sucesivas crisis acaecidas en los últimos tres años (la COVID-19, la guerra en Ucrania, el aumento del coste de la vida, múltiples desastres naturales y fenómenos meteorológicos extremos), han evidenciado aún más, que los enfoques actuales para proteger la salud mental no están satisfaciendo las necesidades de las personas y preferencias: “demasiadas personas vulnerables quedan desatendidas”.
A este respecto, afirma, “es hora de que la Región Europea de la OMS invierta y diseñe mejores sistemas de salud mental en este momento de crisis permanentes”, instando a sus 53 Estados miembros a:
Repensar los sistemas de salud mental como redes integrales de todo tipo de apoyo
En este punto, recuerda que los sistemas de salud mental abarcan tanto la atención sanitaria como el apoyo comunitario. La OMS lleva mucho tiempo abogando por una transición hacia una atención de salud mental basada en la comunidad, siendo prioritario, para ello, reconocer que el concepto de “comunidad” ha cambiado, lo que también supone reconocer que “la salud mental va mucho más allá del sector de la salud”.
De este modo, los espacios comunitarios tradicionales han quedado desdibujados debido a la rápida urbanización en muchos países y una mayor digitalización de los espacios públicos, que desconecta a las personas de los espacios físicos pero las interconecta por intereses o conocimientos compartidos. En este sentido, recuerda tanto los beneficios de las tecnologías digitales para aumentar el acceso al apoyo a la salud mental, como sus desafíos, entre ellos, el impacto negativo en la salud mental (por ej., aumento de conductas adictivas) y las brechas potenciales en el acceso (la llamada brecha digital).
El ámbito educativo, la vivienda, el Derecho, la industria, el empleo, el transporte, el arte y la cultura, los deportes, etc., son algunos de los muchos sectores que, a su juicio, y aun sin saberlo, desempeñan un rol esencial en la salud mental y el bienestar de la población. Esto puede dificultar la implementación de cambios duraderos en los sistemas de salud mental, “porque las iniciativas han sido fragmentadas y a menudo ubicadas únicamente dentro del sector de la salud, en lugar de involucrar a todos los sectores”. Por lo tanto, es clave aquí repensar los sistemas de salud mental con la integración de estos sectores.
Escuchar a los trabajadores de la salud y a las personas con experiencia vivida
Pese a que existen más políticas y planes de salud mental que nunca en la Región de Europa, la OMS lamenta que su implementación “sigue estando mal evaluada en términos de proceso, resultados e impacto”. Muchas políticas no cuentan con indicadores de evaluación incorporados o no se elaboran junto con las personas en las que, en última instancia, impactarán.
Si bien la mayoría de los países informan que involucran a personas que viven con problemas de salud mental y a sus familias y cuidadores, en el diseño o actualización de sus políticas, la limitada aceptación de dichas personas “continúa siendo una barrera para implementar estas políticas”, lo que, para la OMS es indicativo de que esta participación en general no es significativa o una cocreación genuina.
Por ello, considera clave que exista “un esfuerzo auténtico” por parte de los gobiernos y los formuladores de políticas, para aprovechar la rica experiencia de las personas con experiencia vivida, y así garantizar que las políticas se elaboren e implementen teniendo en cuenta a quienes se benefician de ellas.
Invertir mejor los presupuestos en salud mental
Aunque los países están invirtiendo más en sistemas de salud mental, en la mayoría de los Estados miembros de la región de Europa, la proporción promedio del presupuesto total de salud asignada a la salud mental sigue siendo sólo de alrededor del 3,6%. Peor aún: “a nivel mundial, los grandes hospitales psiquiátricos siguen recibiendo la mayor parte, a pesar de no considerarse eficaces para la recuperación”.
Para la Organización Mundial, este enfoque histórico de la presupuestación de la salud mental debe terminar, pasando de asignar recursos basados en presupuestos anteriores (como se hace actualmente en muchos países) a asignar fondos de manera flexible en función de las necesidades actuales de las personas, centrándose en la recuperación y no en las enfermedades. Esto es: “no basta con invertir más, sino invertir mejor”.
Con esta medida se confiere el mismo peso a las intervenciones preventivas y de promoción que al tratamiento, la atención y la rehabilitación, y se rompe con “el círculo vicioso de estigma y prejuicio, que continúa perpetuado durante décadas de escasa financiación, servicios obsoletos, resultados terapéuticos deficientes y creencias duraderas de que las condiciones de salud mental son inmejorables”.
Es prioritaria una inversión estratégica en la protección de la salud mental
Partiendo de la premisa de que los países deben invertir mejor para que los sistemas de salud mental funcionen hacia la recuperación y el bienestar a largo plazo, la OMS concluye advirtiendo de que “no podemos esperar a que la próxima crisis nos diga una vez más lo que ya sabemos: que la salud mental es vital durante todo el ciclo vital y que nuestros sistemas para protegerla y mejorarla pueden y deben ser mejores”. En este sentido, considera imperativo realizar una inversión estratégica en la protección de la salud mental “como base del bienestar individual y social”.
Fuente: Rethink mental health: invest in and design better systems for a more resilient European Region