Los barrios pueden ser fuente de recursos y brindar protección frente al estrés y los problemas sociales. Las características del barrio de residencia tienen consecuencias directas en las condiciones de vida y en el bienestar de la población; las personas que viven en un barrio determinado pueden verse influidas en su vida diaria por los barrios vecinos más próximos, siendo estos una fuente de recursos y oportunidades, así como de problemas, que pueden impactar en la calidad de vida. A este respecto, se observa cierta tendencia en los residentes de barrios vulnerables y con bajo nivel socioeconómico a frecuentar las áreas colindantes con mayor renta, especialmente, cuando cuentan con servicios y lugares que facilitan la interacción entre vecinos.
Estas son algunas de las conclusiones de un estudio publicado en la revista Apuntes de Psicología y desarrollado por Isidro Maya-Jariego y Elena González-Tinoco (ambos del Departamento de Psicología Social de la Universidad de Sevilla) junto con Andrés Muñoz-Alvis (psicólogo de la Universidad del Norte, Colombia), como parte del proyecto Múltiples sentidos de comunidad en barrios colindantes: un enfoque basado en el análisis de las redes personales, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación en la convocatoria de Proyectos de Investigación Orientada del Plan Estatal 2021-2023.
Tal y como señalan sus autores, los barrios de residencia proporcionan contextos de protección y riesgo, “con importantes repercusiones en el bienestar subjetivo y la calidad de vida”. Sin embargo, la investigación previa ha prestado escasa atención al impacto psicológico de las relaciones entre barrios.
Una exposición continuada a condiciones físicas insalubres o a circunstancias estresantes puede tener un efecto directo en el deterioro de la salud
Según recogen en su artículo, los primeros estudios realizados sobre los barrios analizan la relación entre pobreza urbana y desigualdad, partiendo del supuesto de que “tanto las condiciones socioeconómicas como las características del entorno físico varían espacialmente”.
A este respecto, la literatura señala que los problemas sociales se concentran en los distritos urbanos de bajos ingresos y que vivir en barrios desfavorecidos se relaciona con problemas de salud (indicadores de morbilidad y mortalidad más elevados, mayor prevalencia de enfermedades crónicas y elevada incidencia de enfermedades cardiovasculares).
En esta misma línea, las diferentes investigaciones han tratado de determinar cuáles son las características del contexto físico y social que impactan en la salud y el bienestar psicológico.
Con respecto al entorno físico, una exposición continuada a condiciones físicas insalubres o a circunstancias estresantes (por ej., hacinamiento, contaminación y el ruido del tráfico), puede tener un efecto directo en el deterioro de la salud, mientras que la existencia de zonas verdes y parques (junto con otros escenarios en los que se pueda realizar ejercicio físico) se relacionan con una menor prevalencia de obesidad, diabetes e hipertensión. Asimismo, los barrios con mejor accesibilidad peatonal se relacionan con mayor bienestar psicológico y, especialmente, con niveles más bajos de sintomatología depresiva.
Por otro lado, en relación con el entorno social, se ha detectado que la exposición continuada dentro de un barrio a situaciones de violencia, vandalismo e incivismo, a un aumento de bandas juveniles, a la basura, así como al consumo y tráfico de drogas en espacios públicos, impacta negativamente en el bienestar psicológico y la calidad de vida de sus residentes y puede derivar en depresión, ansiedad, estrés y problemas de conducta.
Con respecto a estos últimos, aunque existe una fuerte asociación entre haber sido víctima de violencia y la aparición de síntomas de estrés postraumático, los expertos inciden en el significativo riesgo que supone la exposición indirecta a la violencia para la salud mental de los y las jóvenes. En este sentido, los niveles de delincuencia en un barrio “suelen asociarse positivamente con la prevalencia de la agresión en niños, a través de procesos de ‘contagio’ o difusión del comportamiento social”.
No obstante, los autores de este estudio recuerdan que los barrios también pueden ser fuente de recursos y brindar protección frente al estrés y los problemas sociales. Así, la participación ciudadana, los intercambios de apoyo social entre vecinos, la disponibilidad de servicios comunitarios, la presencia de pequeños negocios, la organización vecinal, el sentido psicológico de comunidad y la cohesión social, constituyen recursos protectores que influyen en una mejor calidad de vida. De forma específica, la conectividad entre vecinos y la cohesión social se relacionan con resultados positivos en salud mental, especialmente, con menor incidencia de sintomatología depresiva.
Las personas que residen en un vecindario determinado pueden verse influidas en su vida diaria por los barrios más cercanos, siendo estos una fuente de recursos, oportunidades y también problemas
Aquellos barrios que tienen una alta proporción de vecinos residentes a largo plazo y propietarios de su vivienda, y en los que existen relaciones positivas entre ellos, con un nivel adecuado de participación comunitaria, presentan una menor incidencia de problemas sociales y de comportamientos delictivos.
De acuerdo con todo lo expuesto, los autores de este estudio ponen de relieve la existencia de un ‘efecto barrio’, por el cual, “las características de los contextos residenciales se reflejan en los miembros de la comunidad, tanto a través de la interacción entre las personas que hacen vida en el barrio como por la mediación de las normas sociales compartidas y los estilos de socialización”
Partiendo de la premisa de que los barrios no son entidades cerradas, sino que “tienen fronteras difusas y están abiertos a su entorno inmediato”, las personas que residen en un vecindario determinado pueden verse influidas en su vida diaria por los barrios más próximos, llegando a ser, potencialmente, una fuente de recursos, oportunidades y también problemas.
En esta misma línea, los barrios de bajos ingresos pueden verse beneficiados por su proximidad a otros con mayores recursos socioeconómicos, al ofrecerles “lugares de interacción y sociabilidad, acceso a servicios comunitarios y pequeños comercios, oportunidades laborales y educativas y, ocasionalmente, contextos de cohesión social con un potencial estabilizador en el entorno”.
Los residentes de barrios más vulnerables presentan un sentido psicológico de comunidad más bajo y una mayor probabilidad de frecuentar barrios con un mejor nivel socioeconómico
Atendiendo a todo lo anterior, este estudio busca describir los intercambios sociales que se producen entre barrios colindantes con diferencias de renta y de cohesión social, la frecuencia con la que se visitan y el impacto en el sentido psicológico de comunidad con el barrio de residencia, así como las diferencias en el mismo en función de la frecuentación de diferentes lugares.
Para tal fin, sus autores han utilizado como caso de estudio cuatro barrios limítrofes en la Ronda del Tamarguillo (Sevilla), con un claro desnivel socioeconómico, en el que aquellos barrios con más recursos ofrecen escenarios para la interacción social a las personas que residen en los de bajos ingresos.
Los datos de este estudio, pertenecientes a una muestra de 225 residentes, evidencian diferencias relevantes en los procesos comunitarios de los cuatro barrios limítrofes, en función del nivel de renta. Concretamente, los residentes en los barrios más pobres informan de niveles comparativamente más bajos de sentido de comunidad, presentando una mayor probabilidad de frecuentar lugares de barrios con un nivel socioeconómico superior, en comparación con lo que ocurre en sentido contrario. Este bajo sentido psicológico de comunidad no parece depender solamente de las cualidades del barrio donde residen, sino también del tipo de interacción que los residentes mantienen con el espacio urbano.
El sentido psicológico de comunidad depende de las condiciones y características del barrio de residencia y del ecosistema urbano que rodea al vecindario
Se registra una tendencia por parte de los vecinos de los barrios más pobres a frecuentar los lugares de las áreas colindantes de mayor renta. Además, esta tendencia no parece depender sólo de factores socioeconómicos, sino que, en parte, se relaciona con la oferta de servicios y lugares de interacción atractivos.
De este modo, los barrios con mayor nivel de renta que atraen más visitas de los vecindarios colindantes son los que cuentan con una oferta más amplia de servicios y recursos, y presentan un diseño urbano que facilita la interacción, convirtiéndose así en un polo de atracción para la población de la zona. No obstante, como contrapartida, esto puede derivar en una mayor exposición a los problemas sociales de los barrios de bajos ingresos.
Por otro lado, los resultados revelan que el apego al lugar y la interacción social constituyen dos elementos clave en el desarrollo del sentido psicológico de comunidad. Hay entornos que promueven la interacción entre vecinos y facilitan el desarrollo de una conexión emocional compartida. De hecho, incluso “el mero hecho de pasear el perro”, proporciona oportunidades de interacción social que suele reflejarse en una mayor identificación con la comunidad.
En línea con investigaciones previas, el estudio avala que el sentido psicológico de comunidad depende de las condiciones y características del barrio de residencia y del ecosistema urbano que rodea al vecindario. De igual modo, se relaciona positivamente con el tiempo de estancia en el barrio, evidenciándose la relevancia del nivel de actividad de los residentes en escenarios concretos del entorno urbano.
Los resultados de este estudio pueden ser de utilidad para el diseño de estrategias efectivas de desarrollo comunitario
A su vez, un fuerte sentido psicológico de comunidad se relaciona con mayores niveles de participación comunitaria y compromiso cívico, y contribuye de forma positiva al bienestar psicológico y a la percepción de seguridad y protección.
Las alianzas vecinales que agrupan a un conjunto de barrios cercanos contribuyen a la creación de capital social y resultan efectivas en los proyectos de desarrollo comunitario. Crear alianzas entre asociaciones de vecinos facilita la gobernanza y mejora el compromiso cívico.
El informe pone de manifiesto que las relaciones entre barrios aportan una valoración amplia y efectiva del impacto urbanístico potencial de las actuaciones de desarrollo comunitario. En opinión de los autores de este estudio, los profesionales de la Psicología pueden encontrar útil la adopción de un enfoque amplio de las relaciones entre barrios, para implementar programas de realojamiento, actuaciones de revitalización urbana e intervenciones en zonas desfavorecidas, así como de guía para desarrollar intervenciones orientadas a promover la igualdad social.
Como muestra la experiencia de los programas de reubicación de población marginada en barrios con mejores oportunidades, la práctica psicológica podría beneficiarse de adoptar una visión realista sobre la relevancia de las condiciones socioeconómicas en la calidad de vida de las personas.
Los autores concluyen señalando que los resultados de su estudio podrían ser útiles en el diseño de estrategias efectivas de desarrollo comunitario.
Se puede acceder al artículo completo desde la página Web de Apuntes de Psicología o bien directamente aquí:
Maya-Jariego, J., González-Tinoco, E. & Muñoz-Alvis, A. (2023). Frecuentar lugares de barrios colindantes incide en el sentido psicológico de comunidad: estudio de caso en la ciudad de Sevilla (España). Apuntes de Psicología, 41(3), 137-151. https://doi.org/10.55414/ap.v41i3.1550