Cómo mitigar el impacto de las experiencias adversas infantiles
28 Jun 2023

¿Cómo mitigar el impacto de las experiencias adversas infantiles? Las experiencias adversas infantiles (EAI) hacen referencia a cualquier situación de estrés que pueden vivir los niños, niñas y adolescentes. Estas experiencias tienen un enorme impacto en la salud física y mental de las personas. Implican serios costes, además, a nivel sanitario, educativo y social. En este sentido, resulta esencial establecer medidas para mitigar su impacto. Así lo recoge el nuevo informe Abordar las experiencias adversas en la infancia, elaborado por WHO Collaborating Centre (WHO CC). La guía proporciona una revisión de la literatura científica sobre la prevalencia, los efectos y las medidas para mitigar el impacto de las EAI. La publicación está dirigida a los profesionales y técnicos sociales y asistenciales, y tiene como finalidad ayudar a adoptar decisiones basadas en la evidencia.

Según se recoge en el texto, las experiencias adversas infantiles son muy frecuentes. Cuatro de cada 10 adultos en Europa han sufrido al menos una experiencia adversa en la infancia. Asimismo, dos de cada 10 han vivido más de una de estas situaciones durante su infancia o adolescencia. Entre dichas experiencias se incluye el abuso físico, sexual y emocional o las situaciones de negligencia. Asimismo, la violencia en el hogar y tener padres con problemas de abuso de sustancias o trastornos mentales constituyen EAI.

niña triste
Fuente: Pexels. Autor: Pixabay. Fecha: 19/04/2023

Las EAI tienen un impacto grave en la salud, comportamiento y desarrollo de los niños y niñas. Aumentan su vulnerabilidad a desarrollar problemas de salud física y mental en la etapa adulta. Los niños y niñas que viven EAI tienen más probabilidad de presentar retrasos en el desarrollo infantil, ausentismo escolar, bajo rendimiento académico, contraer enfermedades, así como involucrarse en violencia y problemas con el sistema de justicia penal. Todo esto incrementa el riesgo de pobreza, desempleo y de desarrollo de enfermedades crónicas.

El informe explica cómo las experiencias adversas infantiles pueden dar lugar a cambios biológicos en el organismo que afectan al comportamiento y la salud. Estos cambios biológicos incluyen alteraciones en el desarrollo del cerebro, la regulación del estrés, el sistema inmunológico, el sistema endocrino/metabólico y otros cambios epigenéticos.

Asimismo, el texto subraya que, debido a su impacto en las diferentes esferas de la vida, las EAI suponen un coste económico de grandes dimensiones para la sociedad. En este sentido, acarrean gastos económicos en una variedad de servicios y sistemas, incluidos la salud, los servicios sociales, la educación y la justicia penal.

Dada su transcendencia para la salud y el bienestar de las personas y su impacto social y económico resulta determinante emprender acciones para prevenir los efectos de las EAI. La publicación destaca que hay una variedad de intervenciones que son eficaces para prevenir o mitigar los impactos de las EAI.

De esta manera, según la publicación, las intervenciones que cuentan con apoyo empírico son las siguientes:

  • Políticas, leyes y estrategias que promuevan los determinantes sociales de la salud y los derechos humanos. Asimismo, estas medidas deben abordar las desigualdades en materia de salud y género y tener como objetivo modificar las normas, los comportamientos y los entornos que promueven las EAI. Por ejemplo, normativas que prohíban los castigos corporales a los niños o que tipifiquen como delito la violencia en la pareja, programas de concienciación pública y educación sobre las EAI, programas de empoderamiento para mujeres y niñas y programas para modificar las normas sociales y culturales perjudiciales que promueven las EAI.
  • Fortalecer a las familias y establecer medidas para desarrollar/mantener relaciones y entornos seguros, estables y enriquecedores. Por ejemplo, programas de crianza sobre parentalidad positiva dirigidas a padres y cuidadores y que proporcionen ayudas económicas a las familias.
  • Proporcionar educación y oportunidades para desarrollar habilidades para la vida para afrontar el estrés, las emociones negativas y los conflictos. Por ejemplo, programas de habilidades para preescolares, de prevención de la violencia o de desarrollo de habilidades para la vida y formación de profesionales para sensibilizar sobre el maltrato infantil.
  • Servicios de respuesta y apoyo destinados a reducir el impacto de las EAI en niños, niñas y adultos. Por ejemplo, tratamientos psicológicos y de counselling, intervenciones para reducir el estrés y programas de tratamiento para EAI específicas (como programas de respuesta a la explotación sexual infantil, apoyo a los supervivientes de violencia, detección e intervención breve para el consumo de sustancias por parte de los padres, etc.).
  • Programas multicomponentes que combinan diferentes estrategias para abordar múltiples factores de riesgo al mismo tiempo. Por ejemplo, programas familiares multicomponentes que comprenden el desarrollo de habilidades en padres, madres, niños y jóvenes.  

Asimismo, la guía resalta la importancia del desarrollo de la resiliencia como una vía de actuación para mitigar el impacto de las EAI. Las estrategias que pueden ayudar a aumentar la resiliencia incluyen los programas de crianza, los programas escolares que desarrollan habilidades para la vida, el apoyo psicológico para hacer frente a los efectos negativos de las EAI y los programas comunitarios que fortalecen los recursos y las relaciones locales.

Finalmente, la guía dedica un capítulo a la práctica informada en el trauma, que comprende aquellos enfoques que tienen en cuenta el impacto de las experiencias adversas en las personas y ponen en marcha diferentes vías para agilizar la recuperación de los individuos. Estos enfoques se centran en formar al personal para reconocer los signos y síntomas del trauma en los clientes, las familias y ellos mismos y en establecer políticas, procedimientos y prácticas acordes con las necesidades de las víctimas.

Se puede consultar la guía en la Web de WHO CC y aquí.

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