El 7 de abril se celebra el Día Mundial de la Salud, bajo el lema Salud para todos. Si bien la salud mental es clave para el bienestar y tiene un impacto en todas las esferas de la vida de las personas, en nuestro contexto sanitario es un área muy descuidada, que requiere mayor inversión y una mejora en la calidad de la atención que se proporciona. Así lo ha señalado la Confederación Salud Mental España junto a la Fundación Mutua Madrileña en un informe que lleva por título La Situación de la Salud Mental en España. En el documento se dan a conocer los resultados de una encuesta realizada a la población, en la que se evaluaron diferentes cuestiones, desde la presencia de diagnóstico en salud mental, hasta la autopercepción del estado de salud mental, pasando por un listado de sintomatología y problemas de salud mental, la asistencia a especialistas en salud mental o el consumo de psicofármacos entre los participantes. |
|
|||
Según los resultados obtenidos, se estima que un 22,8% de la población española de 18 años o más ha sido diagnosticada en alguna ocasión de un problema de salud mental o autoevalúa su salud mental como mala o muy mala. Las personas con experiencia propia en salud mental tienen un perfil caracterizado por ser mayoritariamente mujeres, jóvenes de 18 a 34 años, de clase baja o media-baja, así como estudiantes o personas con una incapacidad laboral. Los trastornos más habituales detectados en el estudio fueron la ansiedad y la depresión, siendo las dificultades en las relaciones familiares y la autoexigencia en el ámbito profesional y académico las causas más frecuentes reportadas por las personas con trastorno mental. Asimismo, los datos revelaron que un 18,9% de las personas de más de 18 años en España consume psicofármacos, siendo los ansiolíticos y antidepresivos los más comunes, y el/la médico/a de cabecera el principal prescriptor. Según se recoge en el informe, los profesionales de atención primaria indican que a menudo prescriben psicofármacos para casos leves de salud mental debido a la falta de tiempo, recursos y formación e informan que la pandemia ha sido vista como un período de «manga ancha» en la prescripción de psicofármacos. El informe también aborda la vulneración de la autonomía y los derechos humanos en el ámbito de la salud mental en España. Según la encuesta, el 40,3% de las personas diagnosticadas manifiesta haber recibido poca o ninguna información clara, suficiente y comprensible sobre su trastorno, el 46,3% poca o ninguna información sobre los efectos secundarios de la medicación y el 48,1% poca o ninguna información sobre tratamientos alternativos. Además, el 30% indica haber visto vulnerado su poder de toma de decisión, el 60,1% ha sido ingresado/a de forma involuntaria y el 40,9% no recibió un programa de atención personalizado. Otro de los aspectos que ha puesto de manifiesto la encuesta es la necesidad de aumentar los recursos humanos en los servicios sanitarios públicos de salud mental y de concienciar y formar a los profesionales en este campo para garantizar el cumplimiento de los derechos humanos. Los participantes del estudio consideran que no se destinan suficientes recursos al cuidado de la salud mental y demandan medidas para mejorar la atención sanitaria y social que se les proporciona. Tal y como se recoge en la publicación, el estigma y la discriminación hacia las personas con problemas de salud mental generan un gran sufrimiento y dificultades. Si bien se ha observado una mayor visibilización y concienciación sobre la salud mental en la sociedad en fechas recientes, todavía persisten los prejuicios hacia los trastornos mentales graves y de baja prevalencia, según indican los autores. Así, un porcentaje considerable de la población cree que las personas con problemas de salud mental son peligrosas, molestas y manifiestan que no podrían convivir o trabajar con ellas. Por su parte, las personas diagnosticadas de un problema de salud mental, a menudo experimentan soledad, aislamiento y discriminación, y muchos no comparten su diagnóstico con nadie por temor al rechazo social, según los datos obtenidos. En el informe se identifican algunos grupos especialmente vulnerables a experimentar problemas de salud mental, como son las personas jóvenes, las mujeres, las personas de clase baja y media-baja y las personas LGTB. En relación con la salud mental de jóvenes españoles entre 18 y 34 años, los resultados indican que las personas jóvenes tienen más probabilidades de haber experimentado un trastorno mental, siendo los jóvenes de 18 a 24 años los que muestran una percepción más baja de su salud mental. De acuerdo con el texto, la situación socioeconómica actual, caracterizada por un contexto individualista y competitivo con menos apoyo social y contención familiar podrían explicar en parte el sufrimiento y malestar experimentado por los jóvenes. Además, la pandemia ha tenido un impacto relevante en este grupo. En consecuencia, según los datos obtenidos, los jóvenes se sienten más preocupados por no encajar en la sociedad, por lo que otros puedan pensar de ellos, se sienten solos y menos integrados en su entorno laboral y/o escolar. En cuanto a sintomatología de salud mental, la mayoría de los jóvenes dice haber sufrido depresión y ansiedad prolongada en algún momento de su vida, y las personas más jóvenes (18 a 24 años) refieren ideación o intento de suicidio y autolesiones en mayor porcentaje. A pesar de acudir más al psicólogo y al psiquiatra que otros estratos de edad, los jóvenes tienen una menor probabilidad de consumir psicofármacos y acuden a la psicología privada principalmente porque no pueden esperar los tiempos marcado en la sanidad pública. Otro grupo vulnerable son las mujeres, así como las personas de clase baja y media-baja y el colectivo LGTB. A este respecto, los resultados muestran que las mujeres tienen una menor satisfacción con su vida laboral y su situación económica en comparación con los hombres, y son más propensas a sufrir síntomas de salud mental como la depresión y la ansiedad. Las personas de clase baja y media-baja tienen una probabilidad superior de consumir psicofármacos y de sufrir problemas de salud mental, y las personas pertenecientes al colectivo LGTB también tienen una mayor probabilidad de tener problemas de salud mental en comparación con las personas cishetero. Además, el lugar donde se vive también tiene un impacto en la salud mental, ya que las zonas de menor poder adquisitivo registran una mayor prevalencia de problemas de salud mental durante el confinamiento debido a la incertidumbre laboral y la pérdida de ingresos experimentada. Los autores del informe indican la importancia de dar una respuesta adecuada a los problemas de salud mental presentes en la población española, con especial atención a los grupos vulnerables anteriormente mencionados y las personas con problemas de salud mental graves, entre otros. En esta línea, destacan la importancia de la visibilización, la desestigmatización y la lucha contra la discriminación de las personas con problemas de salud mental, insistiendo en que la presencia e impacto de los estereotipos negativos hacia las personas con problemas de salud mental y la falta de recursos para su atención en el sistema sanitario. Entre las medidas y recomendaciones que se recogen en el informe para solucionar este problema, los autores proponen iniciativas para dar a conocer la realidad de las personas con problemas graves de salud mental y para promover la educación en salud mental en los centros educativos. Asimismo, inciden en la importancia de la desestigmatización de la salud mental y la necesidad de desarrollar iniciativas para prevenir y detectar tempranamente problemas de salud mental en la población, especialmente en la infancia, adolescencia y juventud. Para ello sugieren diferentes medidas como desarrollar espacios de escucha en el contexto escolar, promover hábitos saludables y de gestión emocional entre los jóvenes, normalizar las emociones y sentimientos desagradables, formar a padres y profesores sobre el crecimiento y desarrollo de la infancia, detectar tempranamente problemas en centros educativos, ofrecer servicios públicos de salud mental accesibles y gratuitos y poner en marcha programas de prevención en adicciones. Otra de las líneas de actuación clave es la mejora de los servicios de atención y recuperación de personas con trastorno mental en el sistema de salud. A este respecto, los autores subrayan que la alta incidencia de ingresos psiquiátricos se podría paliar con el aumento de personal cualificado en salud mental y programas de prevención, diagnóstico y tratamiento temprano, así como de servicios sociales y sanitarios complementarios. Para ello, el informe destaca la importancia de adoptar un enfoque basado en la humanización asistencial, que cuente con la participación activa de las personas con problemas de salud mental en el diseño de los objetivos del tratamiento y la generación de equipos con distintos profesionales. El documento reconoce las ventajas que supondría una mayor inversión en atención primaria para la creación de plazas suficientes de profesionales en salud mental y equipos multidisciplinares en estos dispositivos que puedan dar respuesta a la demanda en salud mental de la población, así como la coordinación entre los servicios públicos y privados. Asimismo, los autores mencionan la necesidad de revisión de las condiciones de hospitalización en unidades de agudos para garantizar los derechos humanos y la autonomía de las personas con problemas de salud mental en el proceso de atención y destacan también la necesidad de cuidar la salud mental y el bienestar psicológico de los propios profesionales sanitarios. Se puede acceder a la guía en la propia Web de Confederación Salud Mental España y en el siguiente enlace: |
Los expertos recomiendan integrar la salud mental en los debates sobre clima y salud en la COP29
El cambio climático está afectando profundamente la salud mental y el bienestar psicológico y social al aumentar el riesgo de nuevos problemas de salud mental, así como la vulnerabilidad (…)