El tratamiento psicológico es suficiente para dejar de fumar-Entrevista Antonio Baena
20 Feb 2023

El tabaco mata. No lo decimos nosotros. Lo dicen las estadísticas. En concreto, el último informe Patrones de la mortalidad en España, 2020, que acaba de publicar el Ministerio de Sanidad, donde se recoge que, en 2020, se produjeron en nuestro país 95.526 defunciones relacionadas con el tabaquismo. El hábito de fumar es responsable, además, del 90% de los cánceres de pulmón.

Son solo dos datos que explican la magnitud del problema. Sin embargo, muchas de esas muertes son evitables. Dejar de fumar es posible y la adicción al tabaco tiene solución de la mano de la Psicología. No obstante, apenas se destinan medios, nos cuenta Antoni Baena en esta entrevista, para tratar su dependencia de la mano de un psicólogo o una psicóloga, lo que sí parece ocurrir con determinados fármacos. Estos días hemos conocido que el Ministerio de Sanidad acaba de financiar un nuevo medicamento que consigue, al parecer, que dejes de fumar en menos de un mes.

Antoni Baena

“El tratamiento psicológico del tabaco es también de primera línea y no se dice nada de su financiación… No deja de ser decepcionante que, en algún estudio comparativo entre profesionales de la salud que tratan el tabaquismo sin fármaco, el impacto de los profesionales de la Psicología es el mayor, esperable por otra parte. En definitiva, es un error importante que se debería intentar corregir y sobre el que deberíamos reivindicar más el papel de la Psicología y sus profesionales”, expone este experto en tabaquismo al respecto.

Antoni Baena es profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya, director del Máster Universitario en Salud Digital (MUSD) y coordinador del Grupo de Expertos en TIC del Col.legi Oficial de Psicologia de Catalunya. Especialista en el tratamiento y control del tabaquismo con más de veinte años de experiencia. Tiene amplia experiencia en la formación de profesionales de la salud en el tratamiento especializado del tabaquismo y el uso de las TIC. Ha publicado distintos artículos científicos y participado en numerosos congresos nacionales e internacionales.

ENTREVISTA

1. ¿Cuál es, actualmente, la prevalencia de la adicción al tabaco en España?

La prevalencia está estancada, no se han hecho campañas o modificaciones de leyes importantes en los últimos años y se nota. Durante la pandemia algunos datos parecían mostrar una tendencia a la baja, si bien análisis posteriores parecen que van en otra dirección. De hecho, los últimos datos del estudio Edades de 2022 del Plan Nacional sobre Drogas refleja que se ha pasado de un consumo diario de tabaco del 32,3% en 2020 a un 33,1% en 2022 (15-64 años).

Si además tenemos en cuenta el aumento de consumo de otros productos relacionados con el tabaco que contienen nicotina como el cigarrillo electrónico o la pipa de agua o incluso el cannabis, está claro que la adicción a la nicotina está aumentando en la población, especialmente entre los jóvenes, como vemos por una clara inacción gubernamental y una hiperacción de la industria de tabaco. No olvidemos que durante la pandemia los estancos no se cerraron, los centros de atención al tabaquismo sí, al menos durante un tiempo.

2. ¿Podría describirnos las intervenciones con mayor éxito terapéutico para dejar de fumar?

El tratamiento de referencia en el tabaquismo es el llamado tratamiento multicomponente combinado, es decir, el uso de un tratamiento farmacológico de primera línea (sustitución de nicotina en sus diferentes presentaciones, bupropión, vareniclina o citisina) con el tratamiento psicológico cognitivo conductual, también de primera línea. Es decir, el tratamiento psicológico por sí solo ya es eficaz, igual que el tratamiento farmacológico, pero en conjunto en un programa más amplio es cuando se consiguen niveles más elevados de abandono y consolidación de la abstinencia.

Los tratamientos farmacológicos del tabaquismo son muy seguros y fáciles de utilizar, quizás por ello y ante la falta de profesionales de la Psicología suficientemente formados, se ha defendido su uso casi como monoterapia junto con un seguimiento, más o menos intenso, al que se le ha intentado buscar un nombre diferente al de tratamiento psicológico: mentoring, consejo mínimo, etc.

En cuanto a la diferencia entre la intervención individual o grupal, salvando consideraciones concretas, no existe diferencia en relación a la eficacia, pero el tratamiento grupal es, lógicamente, más coste eficaz lo que teniendo en cuenta el gran número de fumadores y fumadoras que hay en nuestro entorno debería ser una de las propuestas más frecuentes.

El resto de las intervenciones mágicas como la acupuntura, la hipnosis, el cigarrillo electrónico, las flores de Bach, la homeopatía, etc. son realmente ineficaces y contraproducentes porque retrasan el uso de tratamientos consolidados. Además, no está de más recordar que su recomendación va en contra del código deontológico de la profesión al no haber mostrado eficacia alguna en múltiples investigaciones y con miles de fumadores, con lo que sería una mala práctica su uso.

3. Al respecto, el ministerio de Sanidad ha comenzado a financiar recientemente un fármaco, el Todacitan, que, al parecer, consigue que dejes de fumar en 25 días. ¿Qué opina sobre que se financien este tipo de ‘terapias’ para dejar de fumar?

Partiendo de la idea de que el fumador/a tiene una adicción que es la primera causa evitable de muerte con entre 56 y 60.000 muertes relacionadas con el tabaco al año en España, cualquier ayuda al abandono ya sea legislativa como prohibir fumar en las terrazas o subir los precios, aumentar la edad de venta de los 18 a los 21 años, etc. debe ser muy bienvenida y apreciada.

Además, como ya he comentado, en el control del tabaquismo hay un gran conocimiento sobre la eficacia de los tratamientos para dejar de fumar con miles de pacientes y años de experiencia y aun así nunca se había financiado de forma generalizada en la atención primaria de todas las CCAA ningún tratamiento de primera línea.

Si bien no todo es positivo ya que el tratamiento psicológico del tabaco es también de primera línea y no se dice nada de su financiación lo que puede deberse a dos cosas. La primera es que se da por supuesto que cualquier profesional de la salud puede realizar tratamientos psicológicos especializados, primer error. También porque hay una muy baja reivindicación de los propios profesionales de la Psicología por su baja formación. En una encuesta que realicé para el COP encontramos que entre los encuestados que realizaban atención clínica, unos 479, solo el 16,3% de ellos y ellas ofrecían consejo para dejar de fumar siempre, el 25,3% casi nunca y eso que la adicción al tabaco está muy estrechamente relacionada con trastornos del estado de ánimo, trastorno mental severo y otras adicciones. El 58,3% de los encuestados decían tener una formación insuficiente para tratar el tabaquismo. De hecho, en la mayoría de los centros de atención a la drogadicción ni siquiera se recomienda dejar de fumar, es decir, no se da un consejo mínimo de menos de 3 minutos, mucho menos se plantea una intervención más o menos protocolizada. No deja de ser decepcionante que, en algún estudio comparativo entre profesionales de la salud que tratan el tabaquismo sin fármaco, el impacto de los profesionales de la psicología es el mayor, esperable por otra parte. En definitiva, es un error importante que se debería intentar corregir y sobre el que deberíamos reivindicar más el papel de la Psicología y sus profesionales.

Foto: Marlon Lara Fuente: Unsplash Fecha descarga: 16/02/23

4. Según su experiencia como experto en tabaquismo, ¿son eficaces estos productos para dejar de fumar? ¿Qué dice la literatura científica?

Se insiste que el tabaquismo es una enfermedad crónica recidivante porque dicho así parece que es menos drogadicción o salud mental y más una cuestión biomédica, con lo que el profesional de referencia debería ser el médico, cuando el médico es el referente claro de las enfermedades derivadas del consumo del tabaco, no de su adicción.

Se justifica esto con la idea de que así la participación de los y las profesionales de la medicina y de la enfermería será mayor, y seguramente ha sido gracias a esto que, en cada centro de atención primaria, hay programas de ayuda a dejar de fumar en la mayoría de CCAA, aunque hay diferentes sensibilidades al respecto.

Pero este modelo de cronicidad no encaja bien con la idea de superación de una adicción, de la etiqueta de exfumador/a, etc., es muy confuso y obliga, muchas veces, a hacer malabarismos para justificarlo. 

A nadie se le ocurriría preguntar si hay que financiar el tratamiento para otras drogas, incluso para el alcohol, pero para el tabaco todo vale y todo vale porque, a diferencia del resto de drogas, la nicotina es muy adictiva y tiene un síndrome de abstinencia claramente definido, pero no altera ni la percepción ni la conducta. En otras palabras, el consumo de tabaco no es problemático socialmente porque no se relaciona con conductas criminales, con problemas laborales, familiares, etc.

El problema de primera magnitud está en las enfermedades y muertes que provoca y en que hay una industria detrás que vende el único producto de consumo que utilizado como recomienda el fabricante mata. Alguno y alguna habrá pensado que el Estado, es decir, todos y todas nosotros nos beneficiamos de este consumo por los impuestos que genera y no hay mayor error que este. El fumador es un gasto para la sanidad sin un ápice de duda, y no hablemos de la pérdida familiar y social que representa la muerte prematura de 60.000 personas al año, cada año.

Por lo tanto, como drogadicción requiere una intervención múltiple en la que se ha visto que actuar ayudar a reducir el síndrome de abstinencia a la nicotina, reduce la probabilidad de recaer y, además, ayuda a superar un proceso de una forma mucho más ética reduciendo el padecimiento. Además, para los y las profesionales de la psicología tener a nuestros y nuestras pacientes fumadores más tranquilos y con mucho menos síndrome de abstinencia al tabaco (SAT) nos ayuda a desarrollar mejor nuestro trabajo, no hay ninguna competición ni ningún dato ni experiencia clínica que nos diga que es mejor pasar el SAT para consolidar un intento de dejar de fumar y que sea el definitivo.

5. ¿Qué tasas de recaída presentan los fármacos frente a las intervenciones terapéuticas?

El problema de responder a esta cuestión es que no hay realmente estudios comparativos directos sino comparación entre una intervención supuestamente farmacológica y una terapéutica, porque a veces es difícil en la intervención farmacológica no introducir algún tiempo de atención o respuesta a cuestionarios, etc. que pueden incidir en el éxito.

En cualquier caso, haciendo una comparación entre intervenciones está claro que la intervención terapéutica depende del tiempo de dedicación y por eso es muy diferente el éxito conseguido con material de autoayuda o intervención mínima que con intervención intensiva. En cualquier caso, el tratamiento psicológico por sí solo puede doblar las probabilidades de dejar de fumar respecto a dejarlo sin ayuda. Igual pasa con determinados fármacos de primera línea, si bien los mejores resultados siempre se han encontrado en el uso combinado de ambas intervenciones siempre que el programa, según algún metaanálisis, dure unos 6 meses como mínimo, incluya más de 4 sesiones y un tiempo de contacto total de entre 91-300 minutos. Pero es que además se ha visto que si participan dos profesionales de la salud diferente el éxito mejora bastante.

6. La tendencia a fumar, en España, algo ha comentado al principio de la entrevista, parece que sigue siendo a la baja según distintos indicadores. Sin embargo, uno de cada cinco españoles mayores de edad consume tabaco de forma diaria. ¿Qué se puede hacer para reducir este consumo desde la Psicología?

Primero, dejar de fumar. Está claro que un profesional de la salud que fuma recomienda menos y peor dejar de fumar, obteniendo peores resultados. En la encuesta que comenté anteriormente los colegiados y colegiados fumadores no reflejaban prevalencias de consumo superiores a otros profesionales de la salud y sí por debajo de la población. Es una buena noticia, aunque muestra que hay mucho trabajo por hacer. Aproximadamente 1 de cada 5 colegiados y colegiadas encuestados fuma.

Por otro lado, como colectivo podemos desarrollar un papel muy importante en el control del tabaco. La mayoría de modelos teóricos, modelos de consumo, prevención, materiales de abandono, seguimiento, diagnóstico, etc. provienen de la Psicología, pero nunca hemos sido el profesional de referencia al ser una droga poco conflictiva y la última de la lista. Además, al introducirse unos fármacos que fácilmente podían utilizarse, algunos incluso sin receta, en la atención primaria se ha dejado a la psicología para intervenciones especializadas ya que la presencia en la primaria es mínima o anecdótica, pero si además en la atención especializada se tiene poca formación se convierte al tabaco y la lucha contra el tabaco en la gran droga olvidada.

Concretando, lo primero que podemos hacer como colectivo es preguntar a nuestros pacientes si fuman, registrarlo y ayudarlos con una intervención eficaz. Si no estamos capacitados para ello deberíamos formarnos mínimamente. Si nuestro trabajo no es clínico hay otras acciones de gran impacto. Por ejemplo, si nuestro trabajo es educativo la prevención es primordial. Si es social recordemos que el consumo entre los colectivos más deprimidos es mayor que entre los colectivos acomodados, el consumo entre las familias monoparentales, personas que viven solas, etc. Y otros múltiples abordajes posibles. Sin olvidar la investigación rigurosa en cualquiera de los ámbitos de trabajo en el que estemos. 

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