DÍA INTERNACIONAL DEL DONANTE – ENTREVISTA JESÚS F. ROSEL
07 Jun 2006

España se ha caracterizado por ser el país con mayor tasa de donaciones en relación con la población general, tanto en términos absolutos como relativos; no obstante, continúa existiendo una gran necesidad de disponer de órganos para cubrir el número de solicitudes que se realizan cada año. En este sentido, las instituciones sanitarias públicas tienen todavía por delante el reto de disponer de un banco de órganos que dé cobertura a esta necesidad y, por tanto, una tarea importante en cuanto a la sensibilización de la población y la subsiguiente captación de posibles donantes.

En esta dirección, el trabajo actitudinal de la población en general con respecto a la donación de órganos se revela como un aspecto de especial relevancia para conseguir estos objetivos de sensibilización y captación de donantes.

Con motivo del Día Internacional del Donante, Infocop Online entrevista a Jesús F. Rosel Ramírez sobre el estado de las actitudes de la población con respecto al hecho de donar, y sus implicaciones en la práctica psicológica. El profesor Rosel es Catedrático de Metodología de la Universidad Jaime I y dirige la línea de investigación Las actitudes hacia la donación de órganos, en el Departamento de Psicología Evolutiva, Educativa, Social y Metodológica de dicha universidad.

 

ENTREVISTA

Desde su experiencia como investigador de este tema, ¿qué aspectos psicológicos están más relacionados con una actitud positiva hacia el trasplante de órganos y tejidos?

El aspecto psicológico más relacionado con estas actitudes sería el altruismo, es decir, la predisposición a hacer algo por los demás. Es esencial, en este caso, una sociedad que esté bien cohesionada y sea consciente de la importancia de estos comportamientos manifestados de manera individual. En este sentido, es fundamental si se percibe por parte de la población que el hecho de donar mejora la salud de las personas.

Por tanto, es muy importante que la conducta, el deseo y la actitud de donar se manifiesten realmente. ¿Por qué? Porque en las investigaciones realizadas sobre las actitudes hacia los trasplantes, prácticamente el 100% de la población manifiesta estar de acuerdo con los trasplantes como medio terapéutico. Así, cuando se le pregunta a la gente si donarían sus propios órganos, más o menos el 95% dice que sí lo haría, pero sólo el 70 u 80% de la población estaría dispuesto a donar los órganos de algún familiar directo fallecido.

Entonces, ¿qué es lo que sucede? Lo primero que hay que precisar es que, en nuestro país, son muy pocas las personas que tienen el carné de donante de órganos y que, además, el contexto habitual en el que se solicita un órgano es en el ámbito hospitalario, tras el fallecimiento de una persona. En este sentido, lo más frecuente es que, en cuanto ha fallecido una persona que puede ser potencialmente donante, se le pide a un familiar directo la donación de los órganos. Es importante resaltar aquí que no todo el mundo puede ser donante de órganos, únicamente aquellos que fallecen de manera súbita por muerte cerebral o por parada cardiaca.

Entonces, cuando uno no conoce cuál era la actitud del familiar con respecto a las donaciones, muchas veces se tiende a adoptar una actitud conservadora. Lo ideal en estos casos es deshacer ese equívoco, ya que es un contrasentido que la gente esté dispuesta a donar sus órganos en casi un 100% de los casos y, en cambio, a donar los órganos de los familiares sólo en un 80%.

 

Si la gente supiera cuál es la predisposición a donar de sus familiares, aceptarían realizar un mayor número de donaciones. En cualquier caso, España es el país donde se producen menos negativas a la donación. Solamente un 15%, y es el país donde se donan más órganos. En otras palabras, el 85% de las veces que se solicita un órgano, éste se concede. Además, otra cifra que se maneja a nivel mundial es  que en España somos los primeros en el mundo en donar órganos: en torno a 35 donantes por cada millón de habitantes; es decir, somos los primeros en este sentido y con mucha distancia con respecto a cualquier otro país del mundo. Desde que se puso en marcha en el año 91-92 la Organización Nacional de Trasplantes y hasta ahora, el crecimiento de la tasa de donaciones se ha ido incrementando linealmente de manera ininterrumpida.

A pesar se estos datos, hace falta fundamentalmente, por un lado, mejorar las actitudes de la población y con esto deshacer ese equívoco al que antes me refería; y por el otro, promover lo que está haciendo la Asociación Nacional de Trasplantes, que es formar a los profesionales de tal manera que tengan claro cómo pedir esa donación y las ventajas que supone para todos el hecho de que se donen órganos.

Por otra parte, las actitudes se relacionan con el nivel de estudios. A mayor nivel de estudios, se muestra una mayor actitud a donar; excepto en el caso de los titulados superiores, donde existe una mayor variabilidad. En conjunto, este grupo es mucho más extremo: o están muy a favor o muy en contra de la donación.

Luego hay otra cuestión importante a tener presente y es el tema de la reciprocidad. En otras palabras, cuando los familiares de la persona que ha fallecido consideran que no han sido informados adecuadamente o que el paciente no ha sido tratado adecuadamente, desde un punto de vista clínico, manifiestan más resistencias a la hora de donar los órganos. En un estudio que realizamos pudimos comprobar estadísticamente que cuando las personas perciben que el paciente no ha sido tratado de manera correcta, o ellos no han sido informados de manera transparente en la evolución de la enfermedad y el correspondiente tratamiento de su familiar, la probabilidad de que no se donen órganos es muy elevada. Los últimos días de vida del donante son vitales en este sentido y lo son, sobre todo, por parte de los médicos que han atendido al paciente. Es decir, el tipo de atención psicológica y médica facilitada por parte de los profesionales a paciente y familiares y la percepción que de ellos tengan en estos momentos de fuerte tensión, son decisivos para conseguir la donación de órganos.

Se ha escrito mucho acerca del papel de las actitudes en la predicción del comportamiento humano, existiendo muchas teorías al respecto; pero, para el tema concreto de las actitudes hacia la donación de órganos, ¿tenemos datos que nos hablen de la relación existente entre la intención de donar y el comportamiento real de hacerlo?

No existen datos al respecto, es francamente difícil porque una cuestión es la intención y otra muy diferente el hecho de donar. Teóricamente, uno siempre estaría dispuesto a donar, pero en la práctica esto no es tan fácil, incluso, independientemente de que la persona lo quiera hacer. Es decir, solamente pueden ser donantes aquellos que fallezcan de muerte cerebral o de muerte cardiaca súbita y en un medio hospitalario. Todo esto implica un proceso muy complejo para poder mantener artificialmente con vida el resto del cuerpo, ya que se le tiene que dar tónicos cardiacos para que el corazón siga bombeando, se le tiene que poner un respirador artificial, tienen que darle sueros para que el cuerpo no se deshidrate, etc. Son tantos los factores a tener en cuenta que en esas condiciones tan extremas, que se calcula que ni el 1% de la gente que fallece en hospitales van a ser potenciales donantes. Concretamente, en toda España hay alrededor de 1.546 donaciones al año; es decir, el hecho de ser donante es francamente excepcional, y no olvidemos que ésta es la tasa más alta en todo el mundo.

Teniendo en cuenta todos estos datos, para contar con una cifra representativa de esos presuntos donantes, tendríamos que coger una muestra enorme, para hacer un estudio previo de las actitudes y luego poder hacer el seguimiento, quienes de verdad podrían ser potenciales donantes. Metodológicamente sería una investigación muy cara. Posteriormente, habría que hacer un seguimiento exhaustivo de cada una de las personas para saber de aquellos a los que se les hizo el estudio de actitudes han fallecido o entrevistar a sus familiares en los meses inmediatos posteriores al fallecimiento.

 

Por el contrario, sí hemos hecho estudios sobre la satisfacción de las personas que tuvieron que decidir donar o no los órganos de sus familiares. En este caso, el 100% de los familiares que donaron los órganos de sus fallecidos se sentían muy satisfechos de la decisión tomada; es decir, nadie se había arrepentido de tomar esa decisión. Por otro lado, un porcentaje considerable de aquellos familiares que en su día no donaron los órganos manifestó con posterioridad que, si tuvieran que volver a pasar por esa situación, estarían dispuestos a donar. Por tanto, ésta es una conducta que satisface a la gente, a pesar de lo extremo de la situación.

De cualquier manera, en principio podríamos decir que la actitud hacia la donación puede ser un buen predictor de la conducta de donar, en tanto que cuando una persona manifiesta una actitud altruista en general, ésta es contagiosa, por decirlo de alguna manera. Si estas actitudes se manifiestan en la familia y son captadas por los demás, es muy frecuente que se intente llevar a cabo el mismo tipo de conducta, ya sea altruista o egoísta. En este sentido, en una familia donde haya reticencias hacia los demás y donde se piense que cada uno debe ser autosuficiente, se cierran las posibilidades precisamente de tener esa conducta de apretura hacia los otros y de tener una conducta altruista para con los otros que no son del entorno más inmediato de la persona.

Dentro de este contexto, ¿qué se está haciendo desde la Psicología para fomentar la conducta de la donación?¿Desde qué ámbitos se está trabajando en la actualidad?

Se está trabajando en colaboración con la Medicina, fundamentalmente en dos sentidos, por una parte, estudiando qué variables favorecen la donación inmediata y, por la otra, cómo mejorar la formación de las personas que van a solicitar la donación de órganos.

Además, considero que un psicólogo puede incorporarse en estos equipos, no sólo para atender la integridad psicológica de los miembros del equipo, por decirlo de alguna manera, y apoyar a los coordinadores, sino también para atender a los pacientes que están en lista de espera, pendientes de recibir un órgano.

Hay que tener en cuenta que el tiempo medio en la lista de espera de trasplante es de 24 meses. Estamos hablando de dos años, y se ha bajado a esta cifra en el 2005, ya que antes estaba por encima de los dos años. La angustia de una persona que está dializándose cada dos días, como por ejemplo, en el caso de trasplante de riñón, que además su salud se va deteriorando poco a poco a consecuencia de los fallos en el sistema metabólico, etc., y que, en definitiva, no sabe cómo va a ir el proceso, crea una situación especialmente difícil para el paciente, que debe ser apoyado por el psicólogo. La intervención del psicólogo es importante, incluso, en la preparación para la propia intervención quirúrgica, ya que, aunque no dispongo en estos momentos de datos, puedo decir que hay personas que cuando van a recibir el trasplante, en el último momento se niegan por la angustia que les genera la intervención quirúrgica que, si bien, hoy en día ya no es tan grave, hace unos años era hasta peligrosa.

Al mismo tiempo, yo creo que un psicólogo puede estar muy al tanto de ver cuál es la calidad de la intervención que se realiza y no sólo de ésta, sino de toda la estructura hospitalaria. Por ejemplo, se puede encargar de diseñar y realizar las encuestas de evaluación de servicios y ver cuál es el servicio que se presta desde estas unidades de cuidados intensivos, ya que el tipo intervención y el tipo de percepción de cómo se está tratando al paciente y de cómo están siendo tratados los familiares es también muy importante para la donación final.

En estos tres aspectos, los psicólogos juegan un papel fundamental, e incluso en la formación periódica interna del hospital; aunque la Asociación Nacional de Trasplantes cuida mucho una formación periódica, no sólo intra sino también interhospitalaria, para fomentar que unos coordinadores se apoyen en otros.

Para los profesionales sanitarios de los centros de transplantes, el momento más delicado es aquel en el que deben solicitar a los familiares la donación de órganos de la persona fallecida. ¿Estos centros cuentan con la presencia de psicólogos en los equipos?¿Cuál es el papel que aquí juega el psicólogo dentro del equipo?

Generalmente, tal y como está organizado el sistema de recogida de órganos, suele ser un médico vinculado al hospital el que haga este trabajo. Podría hablar de dos tipos de médicos implicados en el proceso y que realizan este trabajo: por una parte, el médico que trabaja en aquel sitio donde se produce la donación, generalmente médicos intensivistas, de cuidados intensivos; y por la otra, los médicos que trabajan en contacto con los pacientes necesitados de trasplante, sobre todo, los nefrólogos, es decir, aquellos que están realizando diálisis a las personas que esperan un trasplante de riñón.

Son fundamentalmente estos dos tipos de médicos los que la Organización Nacional de Trasplantes ha formado y designado para que sean ellos los que se encarguen, precisamente, de la solicitud de los órganos.

Como tal, no suele existir un psicólogo en los equipos de trasplantes, por lo que considero que sería bueno que se apoyase psicológicamente a estas personas, o bien que un psicólogo participara en el proceso para comprobar también cuando estas personas están empezando a quemarse.

 

El trabajar como coordinador en un equipo de estas características es realmente muy pesado. Éste es un trabajo que quema mucho por todo lo que implica el proceso de la donación: hay que poner en marcha todo un equipo que es el extractor del órgano, todo un sistema de análisis, y luego movilizar al equipo y al paciente que va a ser el receptor del órgano; y todo esto en un tiempo récord para evitar al máximo la muerte celular del órgano que va a ser trasplantado.

Generalmente, la petición de donación de órganos se realiza justo después de la muerte del familiar, donde el manejo emocional es esencial. ¿Están los profesionales sanitarios preparados para transmitir esta información y conseguir el objetivo propuesto, sin ir en detrimento de los familiares y el propio equilibrio emocional de los profesionales?

Considero que sí están preparados. La Organización de Trasplantes está seleccionando especialista de esos dos ámbitos a los que antes me refería: allí donde se produce el fallecimiento o donde se trata a las personas que están a la espera de trasplante. En estos casos, como estoy comentando, se hace una selección teniendo en cuenta fundamentalmente las características personales, el factor humano y las relaciones humanas. Aquellos que muestran unas ciertas cualidades personales, que se muestran como una persona abierta, aceptada por el resto de compañeros, con una cierta capacidad de iniciativa y de organización, suelen ser los que desde la Organización Nacional de Trasplantes, en cada hospital, recomiendan para coordinador de trasplante. Ese sería un primer paso. En este sentido, hacen una labor de captación importante.

El segundo campo consiste en la formación intensiva inicial. En ese sentido, reciben sesiones sobre toda la problemática biológica del trasplante tales como compatibilidad, todos los aspectos clínicos del trasplante, la intervención quirúrgica de extracción, los análisis que se deben llevar a cabo, etc. Por otro lado, también reciben formación de legislación porque, aunque en España aquel que no ha dicho que no a la donación es un potencial donante, resulta que los jueces piden una aprobación explícita por parte de la familia.

Además, estos profesionales suelen recibir una formación que podría denominar como de psicodrama o de representación de papeles de cara a la solicitud de órganos, y donde los psicólogos tenemos un papel muy importante. Entonces, digamos que esa formación es muy polivalente y va dirigida a todo este tipo de cuestiones.

Para finalizar, me gustaría enfatizar que, auque los datos de donación en España son muy buenos, hay que tener muy presente una serie de informaciones para fomentar una actitud positiva frente a las donaciones: que la gente espera en torno a dos años en lista de espera para recibir un trasplante de riñón y que la lista de espera para recibir un riñón es de más de 4.000 personas, o sea, que todavía hacen falta muchas donaciones.

Aquí los psicólogos podemos hacer mucho, no sólo en la formación inicial o periódica de los profesionales, sino vinculándonos a estos equipos y comprobando que efectivamente se mejora en aquellos equipos en donde hay un psicólogo. Estos son aspectos que deben tener muy en cuenta los psicólogos, sobre todo, aquellos psicólogos clínicos vinculados a hospitales. Los psicólogos podemos aportar mucho en colaboración con los médicos, que son quienes están centralizando el proceso.

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