Una persona puede ser considerada sordociega si la combinación de pérdida visual y auditiva le causa dificultades para comunicarse, obtener información, orientarse en el tiempo y en el espacio y para moverse con autonomía. Muchas personas identificadas con pluridiscapacidad, con retraso madurativo o con problemas asociados a la edad pueden tener sordoceguera.

Así lo afirma la Federación Española de Sordoceguera (FESOCE) en una breve guía a través de la cual ofrece una serie de pautas básicas para detectar esta discapacidad que combina deficiencia auditiva con deficiencia visual en alto grado.

Tal y como señala la FESOCE en su documento, la característica principal de la sordoceguera es la pérdida de autonomía en las áreas de comunicación, orientación y movilidad. Siendo fundamental para contrarrestar este efecto, “la intervención de un profesional específico, el mediador en sordoceguera, que actúa previa valoración del caso por un equipo multidisciplinar formado por psicólogos, trabajadores sociales, intérpretes en lengua de signos, logopedas, etc.”

La importancia de esta guía radica en que muchos de estos casos quedan sin detectar o son canalizados desde la perspectiva de otras discapacidades o patologías, de modo que no reciben la atención necesaria para garantizar un grado de autonomía y bienestar satisfactorio. En este punto, recuerda que es clave “la detección en la edad más temprana posible”.

El texto incluye descriptores para la sordoceguera congénita (características que presentan las personas con deficiencia visual y auditiva temprana) así como descriptores para la sordoceguera adquirida y asociada al envejecimiento (características presentes en las personas que desarrollan la pérdida visual y auditiva a una edad más avanzada).

Se puede acceder a la guía desde la página Web de la FESOCE o bien directamente aquí:

Guía de detección rápida de sordoceguera