En concreto, esta encuesta, que constituye un módulo de la Encuesta Domiciliaria sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES) que realiza el Observatorio Español sobre Drogas del Ministerio de Sanidad y Política Social (MSPS), indica que la población activa –esté actualmente trabajando o en situación de desempleo- presenta un consumo elevado y en este orden de alcohol (77,8%), tabaco (33,1%), psicofármacos –ansiolíticos (6,7%) e hipnóticos (3,7%)-, cannabis (10,8%) y cocaína (6,7%). Si bien estos datos, no son muy diferentes a los que la Encuesta EDADES muestra respecto a la población general, lo más relevante es que casi el 85% de la población activa dice no haber recibido ningún tipo de información sobre los riesgos de su consumo ni sobre las ventajas de la prevención del mismo. Todo ello, a pesar de que, en este mismo documento, los denominados factores de riesgo psicosocial (como insatisfacción laboral, percepción de sobrecarga laboral, sensación de agotamiento y de estrés, percepción malas relaciones con el superior y/o con los compañeros o sensación de incertidumbre respecto a la seguridad laboral, entre otros) parecen jugar un papel importante en el incremento de la probabilidad del consumo abusivo de cualquiera de las sustancias anteriormente mencionadas.

Ante estos datos, parece que son necesarios programas de prevención y sensibilización como el que Proyecto Hombre ha puesto en marcha, más aún, si se tiene en cuenta que, en esa misma encuesta, la mayor parte de las personas entrevistadas reconocen que el consumo de sustancias en el contexto laboral es un problema bastante o muy importante (37,7% y 48,3%, respectivamente); entre otras razones, principalmente, porque aumenta el riesgo de accidentes, supone una reducción del rendimiento, puede causar mal ambiente o deteriorar las relaciones entre compañeros, así como supone un mayor absentismo laboral. De hecho, según se indica en la noticia de El País, la mayoría de las personas que han comenzado estos tratamientos están de baja laboral. Sin duda las ventajas de este tipo de programas son múltiples, puesto que, no sólo supone una mejor salud y calidad de vida para los trabajadores, sino que también supone beneficios para la propia empresa tanto a nivel social (mejora del clima laboral, de la sensación de pertenencia y de compromiso) como a nivel económico (se optimiza el rendimiento de los empleados), siendo muy positivas las previsiones en cuanto a su nivel de eficiencia: «se estima que, por cada euro invertido, se recuperan entre dos y siente, debido al aumento de la productividad o por la vía de la reducción de costes».