Durante las últimas dos décadas, la investigación sobre acoso psicológico en el trabajo ha crecido sustancialmente (Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, 2011). Distintas publicaciones señalan al acoso como un severo estresor psicosocial con numerosas consecuencias asociadas (p.e., Moreno-Jiménez, Rodríguez-Muñoz, Sanz-Vergel y Moreno, 2011). En la literatura sobre esta temática se ha enfatizado la necesidad de analizar los factores que conducen a este problema, puesto que constituyen un paso de suma importancia para su prevención. Los resultados de las distintas investigaciones han demostrado que los antecedentes con mayor poder explicativo son las variables relacionadas con las características del trabajo (Hoel y Salin, 2011). Sin embargo, la mayoría de los estudios han utilizado diseños transversales, lo que hace que se conozca poco sobre cómo los distintos elementos involucrados en el proceso de acoso se relacionan entre sí a lo largo del tiempo. Esta limitación se hace más evidente en nuestro país, donde tan sólo un artículo había explorado el proceso de acoso con un diseño longitudinal en muestra española (Carretero, Gil-Monte y Luciano, 2011). Otro de los problemas es que los estudios se han centrado predominantemente en las personas objeto de acoso, y tan sólo recientemente se ha comenzado a estudiar a los agresores (p.e., Baillien et al, 2011). | |
Las limitaciones señaladas condicionan enormemente las conclusiones que se extraen de las investigaciones existentes. Tal y como se ha señalado, el acoso se ha definido como un problema cuya etiología se sitúa en los factores derivados de la organización del trabajo. Sin embargo, al igual que ocurre con otras formas de estrés laboral, otros tipos de causalidad, como la inversa o la recíproca, son plausibles (p.e., Zapf, Dormann y Frese, 1996). Entre las posibles relaciones recíprocas, adquiere especial importancia la relación entre los roles de víctima y agresor. Diversos estudios han planteado la posibilidad de que exista una relación de influencia mutua entre víctima-agresor. Por ejemplo, Baillien et al. (2011) encontraron una relación significativa entre ser agresor y víctima un año después. El objetivo del presente estudio consistió en explorar las relaciones longitudinales entre los factores organizacionales (sobrecarga de trabajo y justicia procedimental) y ser agresor y víctima de conductas de acoso. Se compararon distintos modelos causales (modelo de estabilidad, de causalidad normal, de causalidad inversa, y modelo recíproco). La muestra estuvo compuesta por 286 empleados de dos empresas de Madrid, y se empleó un intervalo temporal de un año. | Los resultados mostraron que tanto la sobrecarga como la justicia organizacional en tiempo 1 (T1) predecían ser objeto de conductas de acoso en tiempo 2 (T2). Por otra parte, se halló que ser víctima en T1 predice posteriormente la sobrecarga laboral. Además de estos resultados, aparece una clara relación recíproca entre víctima y agresor. Padecer conductas de acoso en T1 predice ser agresor en T2 y viceversa. Lo que se desprende de este estudio es que haber sido objeto de conductas de acoso es el predictor más importante, por encima de los factores organizaciones, a la hora de convertirse en agresor. Por otra parte, los factores organizacionales no parecen influir en el hecho de convertirse en agresor. Desde un punto de vista teórico, la hipótesis revisada de la frustración-agresión de Berkowitz (1989) puede servir de marco para explicar la relación víctima-agresor. En este sentido, la frustración resultante de haber sido víctima de una agresión puede constituir el precursor para cometer agresiones en un futuro. En cuanto a los agresores, es plausible que la persona acosada, o el propio grupo, les acosen como un método para restaurar la equidad en el entorno laboral. |
Los efectos recíprocos hallados en este estudio indican la necesidad de ampliar las explicaciones causales tradicionales del acoso, hacia enfoques más dinámicos. Estos resultados también nos alejan de algunas aproximaciones que han sugerido un posible perfil de personalidad psicopatológico del acosador. Si estos perfiles fueran ciertos, resultaría difícil explicar por qué una persona que ha padecido conductas de acoso puede llevarlas a cabo posteriormente contra otros compañeros. Futuros estudios deberán confirmar estos resultados en función de los niveles de exposición (ocasional vs crónica) a las distintas conductas de acoso. El artículo completo puede encontrarse en la Revista Psicothema: Rodríguez-Muñoz, A.; Moreno-Jiménez, B.; Baillien, E.; Sanz, A.I. y Moreno, Y. (2012). Agredidos que agreden: la relación recíproca entre víctima y agresor en situaciones de acoso psicológico en el trabajo. Psicothema, 24 (3), 358-363. |