Su impacto en la psicología y las lecciones aprendidas
Hoy, 11 de marzo de 2024, se cumplen veinte años del mayor atentado cometido en suelo español y europeo. Dejó 193 muertos y más de 2.000 heridos.
Eran las 7:39 horas de la mañana cuando tres bombas estallaban en un tren que llegaba a la estación de Atocha, Madrid, desde Guadalajara. Tres minutos después cuatro bombas más explosionaban en un convoy que circulaba a 500 metros de esa estación. Simultáneamente otras dos explosiones se registraban en la estación del Pozo del Tío Raimundo y una última en la de Santa Eugenia.
Diez bombas en cuatro trenes que circulaban en hora punta, con cientos de trabajadores y estudiantes procedentes de la capital alcarreña, del municipio madrileño de Alcalá de Henares y de barrios periféricos de la ciudad de Madrid.
La reacción de los y las profesionales a este atentado fue inmediata. Cientos de psicólogos se presentaron voluntarios para asistir a víctimas y familiares en el recinto ferial de Ifema de la ciudad que se habilitó como morgue.
Médicos, enfermeros, bomberos, policías, forenses, vecinos de los afectados y ciudadanos de Madrid también se personaron voluntariamente para prestar su ayuda.
Fernando Chacón, vocal adjunto a la presidencia del Consejo General de la Psicología, y en esas fechas, decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, recuerda, para Infocop, cómo fueron esas primeras horas del atentado, los días posteriores, y la actuación de los profesionales de la Psicología que se movilizaron para ayudar y prestar asistencia psicológica a todas las personas afectadas directa e indirectamente y de las que intervinieron.
Según sus propias palabras esta intervención es «hasta donde yo sé, la intervención psicológica a mayor escala que se ha hecho en el mundo».