La violencia relacionada con la escuela en todas sus formas constituye una violación de los Derechos de los niños, las niñas y los/as adolescentes a la Educación, a la Salud y al Bienestar. Ningún país puede lograr una educación de calidad inclusiva y equitativa para todos si los alumnos y las alumnas experimentan violencia e intimidación en la escuela. Así de tajante se muestra la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura-UNESCO, en su último informe titulado Behind the numbers: Ending school violence and bullying (Detrás de los números: Poner fin a la violencia y el acoso escolar), a través del cual ofrece una visión general y completa de los datos más actuales sobre este tipo de violencia en el ámbito educativo, analizando su naturaleza e impacto, así como las recomendaciones más eficaces para prevenirla, detectarla y hacerle frente. La trascendencia de este informe radica en que reúne, por primera vez en un solo documento, una gran cantidad de datos cuantitativos, pertenecientes a dos encuestas internacionales a gran escala (la Encuesta Global de Salud Estudiantil (GSHS) y el estudio de Comportamiento de la salud en niños en edad escolar (HBSC), que cubre 144 países y territorios en todas las regiones del mundo), y de una amplia gama de otras encuestas mundiales y regionales. | |
Asimismo, como novedad, analiza las tendencias y muestra los cambios en la prevalencia de violencia y acoso escolar a lo largo del tiempo, incluyendo datos cualitativos sobre las respuestas nacionales que han resultado exitosas para frenar este grave problema, de cara a conocer los factores que contribuyen a la reducción y prevención de la violencia escolar. Tal y como manifiesta la UNESCO, abordar la violencia y el acoso escolar es esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular el ODS 4, orientado a garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos, y el ODS 16, cuyo objetivo es promover sociedades pacíficas e inclusivas. Con el fin de contribuir a monitorear el progreso hacia el logro de entornos de aprendizaje, seguros, no violentos, inclusivos y efectivos, se presentan los siguientes resultados: Casi uno de cada tres estudiantes (32%) ha sido intimidado por sus compañeros o compañeras en la escuela, al menos una vez durante el último mes. Existen diferencias significativas en la prevalencia y frecuencia del acoso escolar entre regiones. Así, la prevalencia general de bullying reportada en Europa es del 25%, situándose por debajo de la media global del 32% y siendo la segunda región con la prevalencia más baja de acoso escolar. Mientras que en Europa y América del Norte, el acoso psicológico es el tipo más común de bullying (un 25,7% a través de insultos, un 15,3% sufre exclusión y un 19,5% informa haber sido víctimas de mentiras o rumores difundidos), en el resto de regiones, el acoso físico y el acoso sexual son el primero y el segundo más frecuentes, respectivamente. Más de 1 de cada tres estudiantes (36%) ha estado involucrado/a en una pelea física con otro u otra estudiante y casi 1 de cada tres (32.4%) ha sido atacado/a físicamente al menos una vez en el último año. La información sobre la violencia sexual perpetrada por sus compañeros es limitada, pero la evidencia en la región de África subsahariana sugiere que es más probable que el autor sea un compañero de escuela antes que un o una docente. La violencia escolar y la intimidación afectan tanto a los alumnos como a las alumnas (hay la misma probabilidad de experimentar bullying, independientemente del sexo), si bien hay diferencias en función del género y la edad. El acoso físico es más común entre los niños, mientras que el psicológico es más frecuente entre las niñas. En Europa, si bien se observa que las niñas tienen una mayor probabilidad de ser acosadas cibernéticamente a través de mensajes, no hay prácticamente diferencias de género en cuanto a la prevalencia de ciberacoso a través de imágenes. Asimismo, a medida que los niños y las niñas se hacen mayores, es menos probable que sean acosados y acosadas, que se involucren en una pelea física o sean atacados físicamente. En contraste, los y las estudiantes mayores parecen estar en mayor riesgo de ciberacoso que los y las estudiantes más jóvenes. La evidencia disponible indica que la frecuencia del castigo corporal en la escuela disminuye con la edad. A nivel mundial, la violencia física perpetrada por docentes es poco común; empero, en algunos países, los y las menores reportan altos niveles de violencia física a manos de sus profesores/as. El castigo corporal, que es una forma de violencia física, está prohibido legalmente en las escuelas de 132 países, pero todavía se permite en centros escolares de 68 países y se utiliza con frecuencia en muchos de ellos. Los niños que se perciben como «diferentes» de algún modo (no ajustarse a las normas de género, apariencia física, raza, nacionalidad o color), tienen más riesgo de acoso escolar. La apariencia física es la razón más frecuente de acoso escolar: a nivel mundial, el 15,3% de los estudiantes que han sido acosados, revelaron haber sufrido burlas por la apariencia de su cara o de su cuerpo. El acoso basado en la raza, la nacionalidad o el color es la segunda razón más frecuente de bullying, de acuerdo con los y las estudiantes. Los niños de familias más pobres, así como los niños migrantes, también parecen ser más vulnerables al acoso y al ciberacoso. Otros estudios muestran que los y las estudiantes vistos/as como no conformes con el género, incluyendo aquellos/as que son o son percibidos como lesbianas, homosexuales, bisexuales o transgénero (LGBT), tienen más riesgo de violencia y acoso escolar. El entorno escolar, las relaciones con los compañeros y compañeras y el apoyo familiar, pueden influir en la prevalencia del acoso escolar: Un ambiente escolar positivo reduce el acoso escolar. Este ocurre con mayor frecuencia en las escuelas con poca disciplina y donde el profesorado trata a los y las estudiantes de forma injusta. Los datos de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) muestran que la proporción de estudiantes que son víctimas de acoso frecuente, es un 7% mayor en las escuelas con un clima disciplinario pobre en el aula, que en aquellas con un clima disciplinario positivo. Los datos también muestran que el acoso se eleva en un 12% en los centros educativos donde los estudiantes informan que son tratados injustamente por sus profesores y profesoras. Parece haber una relación entre los factores relacionados con los iguales y el acoso escolar. Los datos muestran que los niños y las niñas que no están involucrados en el acoso escolar, tienen más probabilidades de percibir que sus compañeros de clase son amables y serviciales (75,1%), en comparación con las víctimas de bullying (60,5%) y las víctimas (59,8%). Igualmente, es más probable que manifiesten ser aceptados por sus compañeros de clase tal y como son (83%), que lo manifestado por las víctimas de acoso escolar (62,1%) y las víctimas (58,4%). El apoyo familiar y la comunicación pueden ser un factor de protección importante. En los países HBSC, los niños y las niñas con más apoyo familiar tienen un menor riesgo de ser acosados/as o de acosar a otros/as; los acosadores y las acosadoras, así como las víctimas, puntúan más bajo en el apoyo familiar. Del mismo modo, los niños y las niñas que no están involucrados acosar a otros y que no son acosados/as, obtienen una puntuación más alta en la calidad de la comunicación familiar.
Ser acosado/a socava el sentido de pertenencia en la escuela y afecta a la participación continua en la educación: los niños y las niñas que son acosados con frecuencia, tienen casi tres veces más probabilidades de sentirse como extraños en la escuela, y casi el doble de probabilidades de faltar a clase con mayor asiduidad. Los resultados académicos son visiblemente más bajos entre el alumnado que ha sido acosado (puntuaciones más bajas en pruebas de lectura y matemáticas), dándose aquí una relación inversamente proporcional entre el rendimiento y la frecuencia del bullying. Esta misma relación se observa entre la frecuencia del acoso y las probabilidades de abandono educativo después de terminar la escuela secundaria. Se ha demostrado que el acoso psicológico tiene un efecto negativo en la socialización y los sentimientos de aceptación, y que, a medida que disminuye el acoso, aumenta el sentido de pertenencia de los estudiantes en la escuela. Consecuencias sobre la salud: los datos evidencian que la salud mental y el bienestar de los niños pueden verse afectados negativamente a causa del bullying. Asimismo, el acoso se asocia con tasas más elevadas de soledad, problemas del sueño y pensamientos suicidas. Se observa que todas las formas de violencia infantil influyen en los resultados negativos de salud, incluidos los comportamientos sexuales de riesgo a edades tempranas y mayores tasas de consumo y abuso de tabaco, alcohol y cannabis. Con respecto a las tendencias en el acoso escolar en los últimos años, se observa que, en general, se ha registrado una disminución paulatina en la prevalencia de acoso escolar en los centros educativos de la mitad de los países y territorios de Europa, con 25 países y territorios en los que esta reducción ha sido significativa; no obstante, hay ocho países de la región en los que esta prevalencia se ha elevado. El ciberacoso, definido como acoso bajo la forma de mensajes instantáneos u online, correos electrónicos e imágenes, afecta a una mayor cantidad de alumnos y alumnas. Aunque su prevalencia es relativamente baja en comparación con otras formas de violencia y acoso escolar, se trata de un fenómeno que sigue aumentando. Los datos correspondientes a siete países de Europa demuestran que el promedio de niños y niñas de entre 11 y 16 años de edad, que utilizan Internet y son víctimas de ciberacoso, se ha incrementado del 7% en 2010 al 12% en 2014.
Para los autores de este informe, de las medidas implementadas por algunos países y sus buenas prácticas, se desprenden diversas conclusiones que demuestran la existencia de una serie de factores de éxito para la prevención y eliminación del acoso escolar, tales como los siguientes: Un fuerte liderazgo político y un sólido marco jurídico y normativo para abordar la violencia contra los niños, incluida la violencia escolar. La colaboración entre el sector educativo y una amplia gama de sectores. El desarrollo y aplicación de programas e intervenciones escolares basadas en la evidencia y en investigaciones sólidas. La disponibilidad de datos precisos y fiables sobre violencia escolar y bullying, y monitoreo sistemático de respuestas. Centrarse en un ambiente seguro y positivo en la escuela y el aula. Compromiso con los derechos y el empoderamiento de los niños, y participación de los estudiantes. Promover enfoques que involucren a toda la comunidad educativa. Apoyar a los y las docentes para prevenir y dar respuesta a la violencia escolar y el acoso escolar, y ayudar y dar herramientas a los niños y las niñas para que pidan ayuda y busquen apoyo, especialmente a aquellos que son especialmente vulnerables.
En este contexto, tal y como ha venido solicitando el Consejo General de la Psicología en los últimos años, es fundamental la figura del Psicólogo Educativo y el rol trascendental que puede desempeñar tanto a nivel de prevención, como de detección y de cara a la intervención. Se puede descargar el informe desde la página Web de la UNESCO, o bien directamente a través del siguiente enlace: Behind the numbers: Ending school violence and bullying |