Tal y como señalan los autores del estudio, las conclusiones del mismo son fruto de la opinión de 1.401 jóvenes de entre 14 y 24 años y distintos grupos de trabajo, y se enmarcan desde la perspectiva de los riesgos, sin menoscabo de las ventajas en torno al uso de Internet y redes sociales, con el fin de aportar elementos de utilidad para que tales usos sigan siendo provechosos y enriquecedores, y puedan minimizarse los posibles riesgos asociados con los mismos. A continuación, recogemos las principales conclusiones que se desprenden de este estudio: La perspectiva sobre las contrapartidas y los riesgos Adolescentes y jóvenes mantienen una posición ambivalente a la hora de indicar los aspectos positivos y negativos del funcionamiento de las TIC y sus consecuencias. Así, las principales opiniones versan tanto sobre el potencial relacional de las TIC y su eficiencia (destacando lo que ofrecen para poder relacionarse más y de mejor manera, y las posibilidades que brinda para que la persona sea más competente y aproveche mejor su tiempo y sus oportunidades), como en torno a las desventajas de la relación con las TIC: la posibilidad de engaño, el riesgo y el exceso de exposición online (convicción respecto a que en Internet te arriesgas a que te hagan daño, al peligro de perder intimidad y privacidad, y las dificultades de controlar la imagen online), y el acomodamiento y aislamiento (las contrapartidas de tenerlo todo a mano y de forma sencilla: la pereza, el aislamiento, el desperdicio del tiempo
). Asimismo, los y las jóvenes consideran que el uso de Internet y redes sociales provoca que sean más desconfiados, impacientes, inconformistas, independientes, extrovertidos/as, prudentes e improductivos/as. Atendiendo a los datos, parece claro que actualmente se percibe mayor exposición al engaño y la mentira, mayor sensibilidad ante el daño que esto genera, y menor convicción respecto a que tal riesgo merezca la pena.
Actualmente se perciben más peligros en Internet: el 70% de los y las jóvenes entiende que los riesgos de acoso que se suelen señalar en las redes (acoso de adultos a menores, acoso entre compañeros/as de la misma edad, etc.) son mucho más frecuentes de lo que se dice. La difusión de fotos o vídeos comprometidos y dar demasiada información sobre ellos/as mismos/as a gente que no conocen son los principales problemas que adolescentes y jóvenes perciben en la Red, en ambos casos señalados por un tercio de la población. Pero además de tales percepciones y consideraciones, resultan también destacables los porcentajes de jóvenes que refieren problemas en primera persona: el 34% afirma haber sufrido algún tipo de maltrato por Internet o redes sociales (bromas personales que no gustan, actos de exclusión, insultos, amenazas…), el 19,8% ha tenido problemas por contenidos que otras personas han enviado sobre ellos o ellas, y el 16,4% afirma que alguien usó mi contraseña o mi teléfono para acceder a mi información. Las experiencias negativas en la Red en primera persona afectan directamente a la percepción sobre la existencia general de problemas relacionados con el uso de Internet. El estudio advierte de que determinada información que circula por Internet puede resultar nociva, sobre todo para jóvenes aún en proceso de maduración, sin tanta capacidad de criba, y que en muchas ocasiones se pueden enfrentar a contenidos de difícil gestión sin el control o la supervisión de personas adultas, ofreciendo datos tan preocupantes como los siguientes: el 38,1% ha visto, en elúltimo año, páginas donde la gente publica mensajes que atacan a ciertos individuos o colectivos, el 33% reconoce haber visto páginas donde la gente habla o comparte experiencias sobre el consumo de drogas, el 28,6% webs donde la gente habla sobre cómo estar extremadamente delgado/a, el 24,5% ha encontrado imágenes o contenidos explícitamente violentos o sexuales que me hicieron sentir mal, el 23,2% ha detectado páginas donde la gente habla sobre maneras de hacer daño a otras personas, y el 21,1% páginas donde la gente habla sobre maneras de autolesionarse, o incluso suicidarse. Los usos y hábitos personales también se observan de forma crítica: una gran mayoría de jóvenes (70,3%) reconoce que es excesivo el tiempo que pasa en Internet, junto a un 51,5% que considera desmesurado el tiempo que dedica a las redes sociales (consideración que se da por igual entre mujeres y hombres jóvenes, así como por diferentes tramos de edad). También se reconoce mayor saturación y mayor sensación de dependencia. Por un lado, más de la mitad de los y las jóvenes reconoce que alguna vez se ha sentido saturado/a por el uso de Internet y/o redes sociales, hasta el punto de necesitar desconectarse. Mientras que, por otro lado, aproximadamente la mitad (49,1%) revela que con alguna o mucha frecuencia ha sentido que depende de Internet y/o las redes sociales. Prácticamente la mitad de los y las jóvenes afirma que, por el uso de las redes sociales, disminuye el tiempo de estudio y lectura, y un 43,2% indica que se reducen las horas dedicadas a dormir. Los autores de este estudio ponen de relieve aquí el incremento que ha habido en los últimos 3 años en el reconocimiento de que el uso de las redes sociales reduce las horas de sueño, así como el tiempo dedicado a los amigos, a la pareja, a trabajar, o a otras actividades como escuchar música/oír la radio, ir al cine, conciertos, espectáculos, leer y practicar deporte.
La realidad de los usos y sus ventajas Las ventajas más señaladas con respecto a Internet y las redes sociales son las siguientes: permiten mantener contacto con personas que están lejos, facilita y hace mejores las relaciones personales, te desinhibes, pierdes vergüenza y dices cosas que no te atreves a decir cara a cara, divierte y entretiene y facilita crear planes, quedadas, convocatorias. Mantener diariamente las redes sociales genera diversión en el 70,8% de los casos; en menor medida alegría (32,3%) e ilusión (28,2%); al 31,1% le genera indiferencia, siendo la única sensación relativamente frecuente no positiva (tampoco negativa). Ese uso de Internet y redes sociales parece tener igualmente un efecto positivo sobre la autoestima del 40,1% de los y las jóvenes. El estudio alerta de la naturaleza abrumadora de los datos referentes al uso y posesión de dispositivos: el 84% de los y las jóvenes de 14 a 24 años tiene un teléfono de última generación, y prácticamente el 73% dispone de portátil para uso personal. El dispositivo que usan principalmente para conectarse a Internet es el móvil propio (accediendo constantemente a Internet estando en casa por el 65% de los y las jóvenes, y en movilidad (transportes, lugares públicos
) por el 43%. El contacto más frecuente y habitual se tiene con los amigos y amigas: un 74% tienen de manera constante o muchas veces al día a través del móvil, usando sistemas de mensajería instantánea. El contacto con la familia es algo menor, aunque para el 48% es constante o muchas veces al día a través del móvil, y un tercio tiene ese contacto constante con la familia a través de redes sociales. Además, el 21% señala mantener un contacto constante o muchas veces al día (ya sea por móvil o redes sociales) con personas que han conocido online, y al menos la mitad reconoce un contacto semanal con personas con tal grado de relación. Prácticamente la mayoría de los y las jóvenes (91%) tiene un perfil propio en una red social, donde los contactos, en palabras de los autores del estudio, priman más por la cantidad (lo más habitual es tener más de 250 contactos), que por la aparente calidad (se reconoce tener una relación consolidada con menos de la mitad de los contactos que se tienen). De hecho, sólo una cuarta parte del total de los y las jóvenes, afirma mantener lazos estables y consolidados con más de la mitad de sus contactos online.
Mediaciones y nuevas necesidades formativas Atendiendo a las percepciones y consideraciones en torno a los posibles riesgos y peligros de Internet y las redes sociales, el informe considera esencial tener en cuenta determinadas mediaciones en relación con los usos, ya sea formando y educando en las nuevas claves de comunicación, vigilando y controlando los posibles riesgos, estableciendo límites, brindando ayuda en situaciones de necesidad, evitando marginaciones y reforzando a través del apoyo y la presencia, etc. A este respecto, el 43% de los y las jóvenes admite que alguna vez ha tenido que pedir ayuda o consejo sobre situaciones que le surgieron en Internet y redes sociales y no pudieron resolver de forma individual. Esta ayuda se pidió a sus amigos o amigas en el 78% de los casos, al padre o la madre y a los hermanos/as en el 30% y el 27% respectivamente, a conocidos online en el 20% de las situaciones y en un 10% a profesores/as. Los autores del estudio llaman aquí la atención al hecho de que se acuda antes a personas conocidas online que a los docentes. El principal referente a la hora de afrontar dificultades o dudas en el terreno online son las personas de su misma edad y de su mismo círculo: el 83% de los y las jóvenes señala que sus amigos y amigas les ayudan cuando tienen dificultades para encontrar algo en Internet, y un 63% afirma que ayudan cuando algo ha molestado. Entre adolescentes y jóvenes existe una a asunción de una brecha digital generacional, precisamente en relación con las personas adultas encargadas de su formación: el 92% considera que son más habilidosos/as que sus padres y madres en el manejo de las distintas tecnologías de comunicación, porcentaje que es del 81 % con respecto a sus profesores y profesoras. Esas consideraciones sobre sus mejores habilidades en el manejo de las TIC también se extienden a sus pares, precisamente las figuras que señalaban como referente a la hora de afrontar los problemas y las dudas: el 57% cree ser más habilidoso/a que sus amigos y amigas, y prácticamente el 53% manifiesta tener más habilidades en este sentido que la gente de su edad en general. Si bien las redes sociales facilitan muchos aspectos de la comunicación, y pueden procurar que se estrechen muchos lazos a partir de la presencia constante, la inmediatez y la supresión de determinadas barreras (físicas, personales, relacionadas con inseguridades, vergüenza, timidez, etc.), también complejizan otros aspectos de la situación comunicativa, incrementando la aparición de continuos episodios de malentendidos, discusiones, reajuste de expectativas y reubicación de relaciones. En este contexto, en palabras de los y las jóvenes resulta esencial el peso de la imagen, la importancia que adquieren las imágenes como relato en los perfiles personales de las redes sociales. Hablan aquí de obsesión por documentar su día a día, mostrando públicamente el lado más divertido, amable y atractivo de sus vidas, y reconocen la importancia de que esas imágenes y documentos reciban la aprobación explícita de sus contactos (a través de me gusta o likes). Los y las jóvenes consideran que esta situación es común a toda una generación (que denominan generación del postureo), que, para los autores del estudio, explicaría el ascenso de redes sociales como Instagram frente a otras como Facebook, y que, según esa asunción de ser algo generalizado, no parece preocupar. Esta situación implica también nuevas maneras de interpretar valores como la privacidad y la intimidad: se asume que la circulación de tus datos por la Red es algo inevitable si se quiere disfrutar de las ventajas de su uso, y tampoco parece preocupar que así sea.
Variables que marcan diferencias y nuevos posicionamientos Existen diferencias significativas según contextos, necesidades y oportunidades de uso. El estudio revela la importancia del género, la edad, la formación y el capital cultural y social, como variables esenciales que determinan el sentido de muchos juicios y valoraciones: A este respecto, los resultados muestran que las mujeres suelen ser mucho más críticas que los hombres, tanto con el funcionamiento y las contrapartidas de las TIC, como con su propio papel como usuarias: mayor percepción de los riesgos, y actitud más crítica con el tiempo de uso (que consideran excesivo); asimismo, muestran más saturación y tienen más sensación de acomodamiento. Los y las jóvenes de menor edad son el colectivo con menor sensación de riesgo en torno a Internet, menor sensación de dependencia del uso de las TIC, si bien reconocen emplear tiempo en redes sociales en detrimento de otras actividades, y manifiestan que requieren ayuda y consejo con mayor frecuencia. A medida que aumenta la edad, lo hace también su visión más crítica: mayor acuerdo con las afirmaciones de que la tecnología te aísla más, puede provocar que te vuelvas más perezoso/a, genera que te sientas más controlado/a, y en las redes sociales te pueden engañar muchas veces. A menor nivel de formación, menor percepción del riesgo, pero mayor manifestación de dependencia. Se detecta una relación entre un mayor nivel de estudios y una visión más crítica, o menos benévola, de Internet y las redes sociales; así, quienes cursan o cursaron estudios superiores manifiestan mayor grado de acuerdo respecto a las ideas que inciden en el aislamiento provocado por las redes sociales, la sensación de estar más controlados/as y la dificultad para controlar la imagen que se da online.
El estudio se encuentra disponible en la página Web de MAPFRE, o bien directamente a través del siguiente enlace: Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud (FAD) y Fundación MAPFRE (2018). Jóvenes en el mundo virtual: usos, prácticas y riesgos |