FAMILIA, APOYO SOCIAL Y CONDUCTA DELICTIVA EN LA ADOLESCENCIA

2 Mar 2006

En el volumen 36 de septiembre del 2005 del Anuario de Psicología, aparece un artículo publicado bajo el título «Familia, apoyo social y conducta delictiva en la adolescencia: efectos directos y mediadores». Infocop on-line se ha interesado por dicho artículo y le ha pedido a uno de sus autores que hiciera un breve resumen del mismo.

 Terebel Jiménez es becaria de investigación del Departamento de Psicología Social de la Universidad de Valencia. Su ámbito de investigación se centra en el análisis del papel que los recursos psicosociales como la autoestima y el apoyo social tienen en el desarrollo de problemas emocionales y la implicación en conductas delictivas y de consumo de sustancias durante los años de la adolescencia.  

 

Terebel Jiménez

Familia, apoyo social y conducta delictiva en la adolescencia: efectos directos y mediadores

Introducción

Desde la perspectiva de los modelos psicosociales en el estudio de los problemas de conducta en la adolescencia (Hawkins, Catalano y Miller, 1992; Jessor, 1993), numerosas investigaciones han localizado una amplia variedad de factores de riesgo en el contexto familiar: la presencia de dificultades socioeconómicas, la existencia de una historia familiar de problemas de conducta, el conflicto familiar intenso, la disciplina coercitiva, etc. (García, Pelegrina y Lendínez, 2002; Matherne y Thomas, 2001).

Pero la familia también ha sido considerada como determinante para el desarrollo de recursos psicosociales que permiten al adolescente afrontar con éxito los cambios asociados a esta etapa evolutiva. En efecto, diferentes autores han subrayado el rol que la calidad de las relaciones familiares tiene en la potenciación de la capacidad del adolescente para desarrollar relaciones interpersonales proveedoras de apoyo, dentro y fuera del núcleo familiar (Davies y Windle, 2000; Parke, 2004). Estos recursos de apoyo social se han revelado a su vez como importantes factores de protección frente a la implicación del adolescente en problemas de conducta como los de carácter delictivo (Branje, Van Lieshout y Van Aken, 2002; Demaray y Malecki, 2002; Jackson y Warren, 2000).

 

Sin embargo, pese a las relaciones señaladas entre familia, apoyo social y conducta delictiva, apenas encontramos trabajos donde se analice el potencial efecto mediador del apoyo social en la relación entre familia y conducta delictiva. Según la hipótesis de la mediación, la influencia positiva o negativa de las características familiares sobre los recursos de apoyo social del adolescente podría explicar, al menos en parte, la relación entre familia y conducta delictiva.

Por tanto, el objetivo general de este estudio es: analizar la relación entre la conducta delictiva y las características del sistema familiar, así como la importancia del apoyo social percibido de las distintas relaciones interpersonales significativas del adolescente como un potencial mediador en dicha relación.

Método

Han participado en el estudio 431 adolescentes de entre 15 y 17 años (el 52,2% son chicas). Los instrumentos utilizados son: (1) Cuestionario de Evaluación del Sistema Familiar (Olson, Portner y Lavee, 1985), que evalúa el funcionamiento entre los miembros de la familia en dos dimensiones, cohesión y adaptabilidad (a = .86 y a = .71 respectivamente); (2) Cuestionario de Evaluación de la Satisfacción Familiar (Olson y Wilson, 1982), que evalúa la satisfacción con la cohesión y con la adaptabilidad (a = .88 y a = .67 respectivamente); (3) Cuestionario de Evaluación de la Comunicación Padres-Hijos (Barnes y Olson, 1982), que evalúa la comunicación abierta y problemática con la madre y con el padre (a = .71 et a = .77 respectivamente); (4) Cuestionario de Evaluación del Apoyo Social (Scholte, Van Lieshout y Van Aken, 2001), que evalúa el apoyo social percibido del padre, de la madre, de un hermano/a, del mejor amigo/a, del novio/a y de otro adulto significativo (a = .92); (5) Cuestionario de Evaluación de la Conducta Delictiva (Rubini y Pombeni, 1992), que evalúa la frecuencia de implicación en conductas delictivas y trasgresoras durante los últimos tres años (a = .92). Todos los instrumentos fueron traducidos y adaptados al castellano por Musitu y colaboradores (2001).

Resultados

Para el análisis de datos se siguió el procedimiento de análisis de efectos mediadores de Baron y Kenny (1986) y el método de Sobel (1998) para conocer la significación de tales efectos. Se obtuvieron los siguientes resultados: (1) las variables familiares presentan relaciones significativas con la mayor parte de las relaciones de apoyo social del adolescente, con la excepción del apoyo percibido del novio/a; (2) los problemas de comunicación con la madre tienen una influencia directa y positiva sobre las conductas delictivas; (3) el apoyo del padre tiene una relación directa y negativa con la implicación del adolescente en conductas de tipo delictivo; y (4) finalmente, el apoyo del padre tiene un efecto mediador significativo en la relación entre los problemas de comunicación con la madre y la implicación del adolescente en tales conductas. Es decir, el riesgo ligado a los problemas con la madre deja de tener una influencia significativa cuando se tiene en cuenta simultáneamente el apoyo del padre (ver figura 1).

Discusión

Nuestros resultados indican que la presencia de problemas de comunicación con la madre implican un doble riesgo para una mayor implicación del adolescente en conductas de tipo delictivo: un riesgo directo y otro indirecto. Este último tiene lugar a través de un impacto negativo que inhibe los recursos de apoyo social percibido del padre. Así, el apoyo procedente del padre sería un «traductor» de la experiencia con la madre que se relaciona directamente con la implicación del hijo/a en actos delictivos. Este resultado coincide con la idea de Minuchin (2002) según la cual los miembros de la familia influyen unos en otros tanto directa como indirectamente. Así, las madres pueden influir en sus hijos/as indirectamente a través de sus maridos o compañeros, modificando tanto la calidad como la cantidad de la interacción padre-hijo/a. Además, estos resultados coinciden con otros trabajos recientes donde se destaca que cada vez existe más evidencia empírica que sugiere que los padres juegan un rol específico respecto de los problemas de desajuste de sus hijos e hijas, con efectos únicos tras haber controlado los efectos maternos (Parke, 2004). En consecuencia, tanto en el ámbito de la investigación en familia como en el ámbito de la intervención con adolescentes, sería útil distinguir los efectos propios de cada uno de los progenitores.  

Ver referencias bibliográficas de este artículo

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