TERAPIA DE INTERACCIÓN RECÍPROCA

8 Feb 2006

Roberto Aguado es licenciado en Psicología y tiene un Master en Psicología de la Salud y Psicoterapia de Tiempo Limitado. Entre sus diversos cargos están el de director del Master en Psicoterapia de Tiempo Limitado así como el de Gerente de dicha sociedad. Así mismo, es psicoterapeuta y Miembro del Comité Científico del Colegio Oficial de Psicólogos de Castilla La Mancha.

Es autor del programa de investigación «Psicoterapia de Tiempo Limitado» así como del modelo terapéutico «Terapia de Interacción Recíproca«.

 
     

Infocop on line, se ha puesto en contacto con él y le ha pedido que nos hablara del modelo terapéutico creado.

 Roberto Aguado

La Terapia de Interacción Recíproca es un modelo diseñado en 1995 como resultado de un programa de investigación que denominamos Psicoterapia de Tiempo Limitado. En este programa nos propusimos crear un modelo psicoterapéutico que cumpliera tres criterios:

  • Conseguir eficacia terapéutica en menos de 10 sesiones.

  • Trabajar la raíz del conflicto intrapsíquico. Diferenciándonos de los modelos que acortan el tiempo de tratamiento por focalizar en puntos concretos del ecosistema del paciente (Psicoterapias Breves).

  • Establecer un cambio en las memorias emocionales del paciente, para que de esta forma, tenga opción no sólo a dejar de tener sufrimiento por el trastorno que padece, sino que además pueda vivir su vida con satisfacción.

Hasta el momento se han diseñado programas de intervención con Terapia de Interacción Recíproca en los trastornos de ansiedad, trastornos afectivos, dolor crónico, trastornos psicosomáticos, trastornos del comportamiento alimentario, tabaquismo e intervención psicológica en quirófano.

En Terapia de Interacción Recíproca ponemos toda la energía en el vínculo terapeuta-paciente, de tal forma que los cambios que se logran, son la consecuencia de haber generado nuevas formas de interacción con aquello que hasta el momento determinaba el sufrimiento y la enfermedad. Lo esencial y más importante en la terapia es conseguir que nuestro paciente interactúe de forma recíproca con todas y cada una de sus estancias emocionales, sensitivas, cognitivas y por qué no interpersonales, con el fin de generar y no tanto de reparar, como han planteado otros modelos.

La Terapia de Interacción Recíproca tiene su argumentación teórica en tres supuestos básicos, que explican tanto la adquisición de los trastornos que necesitan de intervención profesional, como la posterior manera de tratarlos de forma eficaz.

El primer supuesto básico dice: «Sólo podemos realizar aquello que hemos imaginado haber realizado«. Imaginar no debe ser entendido en este primer supuesto como un acto mental voluntario; imaginar es la expresión para referirnos a esa huella o memoria que debemos tener grabada en nuestro cerebro para que se pueda realizar el acto que deseamos. De esta forma el fóbico tiene grabada la memoria de evitar la situación temida o el depresivo vive fiel a la memoria nihilista de autolesión y de no encontrar un futuro para él. Todas estas huellas se traducen en imágenes que frenan una interacción con las partes sanas y adaptativas del sujeto que las padece. Estas imágenes, cualquiera que sea el tipo de memoria que la sustenta, en esencia es lo mismo: una asociación tal entre un grupo de neuronas que, cuando se dispara una, se disparan todas, creando un canon específico de actividad, es decir, un complejo de emoción-motivación-cognición, denominado esquema emocional (Greenberg y Safran 1987), que es advertido como una imagen que proporciona a cada persona un sentido integrado de él o ella misma y del mundo, así como también un significado subjetivamente sentido (Pascual Leone, 1991; Greenberg, Rice y Elliot, 1993).

Tras este primer supuesto exponemos la figura de persona referencial básica, muy ligada con la figura de quien nos dio la vida y por lo tanto de la madre o el padre, aunque no siempre coincide con ellos. En la interacción recíproca con esta persona referencial básica es donde se produce el verdadero semillero de la personalidad y de la identidad, como bases que posteriormente irá soportando todo el montante de interacciones que sucederán a lo largo de la vida del sujeto. Por todo ello el segundo supuesto básico de la Terapia de Interacción Recíproca dice: «Para imaginar aquello que queremos realizar, nuestro personaje referencial básico, debe haber imaginado que podemos realizar lo que deseamos«. Al nacer e incluso en la vida uterina, el cerebro emocional (Sistema Límbico) del bebé esta muy desarrollado, no siendo así su cerebro intelectual o racional (Neocortex), el cual tarda en mielinizarse del todo unos años. Al nacer el bebé necesita leche con amor. Si sólo se le da leche probablemente muera o padezca una enfermedad irreversible (Spitz 1946, Bowlby 1951-1958, Parker 1955). Esta relación comida-amor no es un tema poético. El cerebro límbico esta diseñado para detectar los peligros sobre la supervivencia, por lo tanto sabe que si hay amor le darán alimento, de tal forma que si no recibe (aunque se lo den) la dosis de afecto que le tranquilice, comenzará a situarse en una dinámica de peligro vital, creándose las memorias oportunas, que si en la biografía del sujeto no son en algún momento reemplazadas por otras en las que se satisfagan estas necesidades emocionales, el sujeto lo expresara en forma de enfermedad en cualquiera de las vías biopsicosociales.

La relación con el personaje referencial va a ser determinante para que el ser humano pueda grabar memorias que le conduzcan a la satisfacción o al sufrimiento. En esencia nuestra conciencia y nuestro autodiálogo esta muy ligado a cómo nos hablaron y sobre todo cómo fue la interacción recíproca con nuestro personaje referencial básico. No olvidemos que desde el punto de vista funcional, a nivel emocional no hay duda, el área que determina la comprensión (área de Wernicke), madura (se mieliniza) meses antes de la que genera el habla (el área de Broca).

Es obvio que a lo largo de la vida, el bebé tendrá ocasión de poder modificar estas memorias primeras, y ese es uno de los postulados fundamentales de la salud y de la enfermedad: que todos los cambios deben hacerse sobre los primeros cimientos, forjados en lo más profundo de nuestro ser, es decir, los cambios necesitaran de una situación emocional-afectiva semejante a la natural. Necesitará de una relación vincular (persona referencial-sujeto) y de un clima en el que se puedan grabar estas nuevas memorias en ese cerebro emocional. Es aquí donde surge el tercer supuesto básico de la Terapia de Interacción Recíproca: «La psicoterapia puede ser un equivalente de la relación con el personaje básico. El terapeuta ayudará a cambiar las memorias (emocionales, cognitivas, motivacionales) que tienen al sujeto envuelto en la enfermedad, grabando en su cerebro emocional nuevos cánones que le permitan vivir con vida«.

Es un grave error, en el siglo XXI, diferenciar enfermedades o trastornos físicos o psicológicos. El ser humano es un todo, de tal forma que si se le tapa la expresión de su conflicto en una de sus vías, aparecerá una emigración hacia otra. En Terapia de Interacción Recíproca, apoyándonos en las investigaciones de la neurología actual, mantenemos una ley esencial para trabajar en psicoterapia: «La emoción decide y la razón justifica».

Es por todo lo dicho anteriormente que la Terapia de Interacción Recíproca induce de forma habitual estados hipnóticos en el paciente. En estado hipnótico se facilitan los cambios terapéuticos, puesto que el paciente está mucho más receptivo y mantiene un vínculo singular, en el que puede imaginar que puede realizar sus deseos delante de una persona referencial, en este caso secundaria, como es el terapeuta.

Si estudiamos las estructuras neurológicas que se ven afectadas en los trastornos que necesitan psicoterapia, y realizamos a la vez un análisis de las estructuras que están activadas en estado hipnótico, nos daremos cuenta que son las mismas.

Los profesionales de la Psicología y la Medicina del siglo XXI se ven envueltos en una modificación radical de los tratamientos psicológicos, debido a la necesidad de nuestros pacientes de conseguir soluciones en corto espacio de tiempo, así como en la propia homologación por estamentos de acreditación, de la práctica profesional. La Terapia de Interacción Recíproca tiene la cualidad de ser una psicoterapia de tiempo limitado, y a la vez, es un marco ideal para aunar los tratamientos biopsicosoaciales necesarios para conseguir que el ser humano pueda pasar del sufrimiento a la satisfacción.

 Referencias Bibliográficas

Aguado, R. (2005): MANUAL PRACTICO DE TERAPIA DE INTERACCION RECIPROCA. Hipnosis Clínica en Psicoterapia. Ed. Síntesis. Madrid.

Barber, J. (2000): TRATAMIENTO DEL DOLOR MEDIANTE HIPNOSIS Y SUGESTION. Ed. Desclée de Brouwer. Bilbao.

Carter, R. (2002): EL NUEVO MAPA DEL CEREBRO HUMANO. Ed. Integral. Barcelona.

Greenberg, L.S. (2000): TRABAJAR CON EMOCIONES EN PSICOTERAPIA. Ed. Paidós. Buenos Aires.

Rubia, F.J. (2002): EL CEREBRO NOS ENGAÑA. Ed. Temas de Hoy. Madrid.

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