AFRONTANDO ADVERSIDADES: JÓVENES DELINCUENTES FRENTE A SUS COETÁNEOS ESTUDIANTES
23 May 2011
Marta Ferrer1, Xavier Carbonell1, Joan Josep Sarrado2, Jordi Cebrià1, Carles Virgili1 y Montserrat Castellana1
(1) Universitat Ramon Llull y (2) Centre Educatiu Els Til·lers¿Los jóvenes delincuentes utilizan las mismas estrategias de afrontamiento que los estudiantes de su misma edad y grupo socioeconómico? El estudio de las estrategias de afrontamiento ante situaciones de estrés ha emergido en las últimas décadas como un tema prioritario para los profesionales de la educación y la salud a la hora de modular el bienestar físico, psicológico y social de las personas. El interés se centra en descubrir cómo responden las personas, a nivel cognitivo y conductual, ante las situaciones estresantes. |
El fenómeno del afrontamiento parte del hecho que la persona y el entorno se hallan en una relación dinámica recíproca. Por esta razón, puede definirse como una capacidad para resolver problemas, manteniendo cierto equilibrio entre las metas pretendidas y las demandas de la sociedad. Se trata de manejar situaciones difíciles e inusuales regulando esfuerzos y manteniendo un nivel deseable de funcionamiento personal ante las demandas y sobre la base de los propios recursos (Valdés y Arroyo, 2002).
Aunque hay numerosos hechos que pueden desequilibrar las interacciones del adolescente con su entorno, aquello realmente importante es la valoración que realiza de las demandas y de los recursos disponibles. Tanto las demandas del contexto, como la dinámica evolutiva del adolescente, son estresores que el mismo adolescente ha de afrontar, desarrollando recursos personales. Estos recursos o estrategias de afrontamiento posibilitan un comportamiento resiliente al equilibrar los factores de riesgo y los protectores.
Según Frydenberg y Lewis (2000), exiten tres estilos de afrontamiento diferentes:
El estilo dirigido a la resolución del problema se caracteriza por usar, predominantemente, las estrategias: buscar diversiones relajantes (leer, pintar, divertirse ), distracción física (hacer deporte, mantenerse en forma ), concentrase en resolver el problema (abordar el problema metódicamente, pensar en él y tener en cuenta diferentes puntos de vista u opciones de solución), esforzarse y tener éxito (mostrarse comprometido, dedicado, trabajador e implicado personalmente) y fijarse en lo positivo (mantener una visión optimista de la situación).
El estilo dirigido a la relación con los demás se caracteriza por usar, predominantemente, las estrategias: buscar apoyo espiritual (rezar y creer en la ayuda de Dios o de un líder espiritual), invertir en amigos íntimos (buscar relaciones personales íntimas o hacer nuevas amistades), buscar ayuda profesional (recurrir a consejeros profesionales), buscar apoyo social (compartir los problemas con los demás y conseguir ayuda o apoyo para enfrentarlos), buscar pertenencia (interesarse por las relaciones con los demás y preocuparse por lo que piensan de nosotros), acción social (dejar que otros conozcan cuál es nuestra preocupación y tratar de conseguir ayuda escribiendo peticiones u organizando actividades como reuniones o grupos).
El estilo improductivo se caracteriza por usar predominantemente las estrategias: hacerse ilusiones (creer que todo tendrá un final feliz), falta de afrontamiento (no hacer nada, tendencia a sentirse enfermo y a psicosomatizar), reducción de la tensión (relajar la tensión mediante acciones como: llorar, gritar, evadirse, fumar, comer, beber ), ignorar el problema (negar el problema o desentenderse de él), autoinculparse (autopercibirse responsable del problema), preocuparse (temer por el futuro y por la felicidad futura), reservarlo para sí (aislarse de los demás impidiendo que conozcan nuestras preocupaciones).
Parte de nuestro estudio se centró en comparar las estrategias de afrontamiento de un grupo de setenta y seis jóvenes delincuentes internados en un centro penitenciario juvenil con un grupo de ochenta y ocho estudiantes de bachillerato y ciclos formativos de edad y condición socioeconómica similar.
Los jóvenes infractores, a diferencia de sus coetáneos, ante las situaciones problemáticas asumen mayor grado de responsabilidad en los hechos (autoinculpación), pero presentan menos capacidad personal para tratar de resolverlos (falta de afrontamiento). Paralelamente, rehúyen compartirlos con los demás, aislándose (reserva del problema para uno mismo), hecho que incrementa la tensión que acaban liberando, ya sea mediante conductas poco saludables como beber alcohol, fumar o tomar otras drogas, mediante comportamientos de evasión temporal, tanto del hogar como de la escuela (reducción de la tensión) o a través de la plegaria (búsqueda de apoyo espiritual). Curiosamente, son los jóvenes infractores los que ponen más esperanzas previas en la resolución exitosa de sus situaciones estresantes (hacerse ilusiones).
Teniendo en cuenta que la resolución de cualquier situación conflictiva requiere el uso de estrategias cognitivas y afectivas que, de manera realista, conduzcan a modificar la situación problemática planteada (Figueroa y cols., 2005), no es extraño que algunos autores otorguen, a los infractores, una baja capacidad para solucionar los problemas interpersonales. En efecto, los jóvenes infractores presentan un estilo de afrontamiento pasivo, caracterizado por el uso de estrategias básicamente evasivas. Dicho de otro modo, su estilo de afrontamiento es improductivo.
Además, partiendo de la base que el estilo dirigido a la resolución del problema se vincula con el bienestar psicológico (Figueroa y cols. 2005), tiene sentido pensar que las dificultades para afrontar situaciones problemáticas de manera positiva, acaban generando malestar psicológico en este grupo de jóvenes.
Las personas que comparten las situaciones problemáticas con los demás (para entenderlas y expresar las emociones que les generan), afrontan la situación como una forma de crecimiento personal y sienten que poseen una red social de amigos y familiares que los apoyan y con los que se sienten vinculados (Pernas y cols. 2001). En caso contrario, puede surgir la sensación de falta de red social e incrementarse el malestar. Por todo ello, lejos de considerar al joven infractor como una persona antisocial, parece conveniente impulsar acciones educativas orientadas a promover el aprendizaje de nuevas habilidades, capacidades y competencias. Se trata de fortalecer sus potencialidades y compensar los factores de riesgo.
El artículo original puede encontrarse en la revista The Spanish Journal of Psychology:
Ferrer, M., Carbonell, X., Sarrado, J.J., Cebrià,J., Virgili, C., y Castellana, M. (2010). Distinguishing male juvenile offenders through personality traits, coping strategies, feelings of guilt and level of anger. The Spanish Journal of Psychology, 13, 2, 751-764.
Referencias:
Figueroa, M.I., Contini, N., Lacunza, A.B., Levín, M. y Estévez, A. (2005). Las estrategias de afrontamiento y su relación con el nivel de bienestar psicológico. Un estudio con adolescentes del nivel socioeconómico bajo de Tucumán (Argentina). Anales de Psicología, 21 (1), 66-72. Frydenberg, E. y Lewis, R. (2000). ACS. Escalas de afrontamiento para adolescentes. Madrid: TEA. Pernas, A., Iraurgi, I., Bermejo, P., Basabe, N., Carou, M., Paez, D. y Cabarcos, A. (2001). Formas de afrontamiento y afectividad en personas con VIH/SIDA. Diferencias entre toxicómanos y no toxicómanos. Adicciones,13 (4), 393-398. Valdés, M. y Arroyo, M.C. (2002). Estrategias de afrontamiento y ansiedad: Estudio preliminar en una muestra de mujeres con trastornos alimentarios. Ansiedad y Estrés, 8 (1), 49-58. |
Sobre los autores:
Marta Ferrer Ventura. Maestra de Educación Primaria. Licenciada en Psicopedagogía. Diploma de Estudios Avanzados en investigación psicológica. Máster en Psicopatología Clínica. Ejerció de educadora social en el ámbito de la justicia juvenil. Actualmente, maestra de educación especial.Xavier Carbonell Sánchez. Doctor en psicología. Profesor Titular de la Universidad Ramon Llull en la Facultad de Psicología, Ciències de la Educación y del Deporte Blanquerna. Psicólogo Interno Residente, en práctica en un centro especializado en la atención a adictos a drogas de la ciudad de Barcelona. Joan Josep Sarrado Soldevila. Licenciado en Filosofía y Letras y licenciado en Pedagogía. Doctor en Ciencias de la Educación. Consultor, docente e investigador colaborador del Institut dEstudis de la Salut (Generalitat de Catalunya). Educador social y mediador. Asesor psicopedagógico y organizacional en instituciones educativas y sanitarias. Jordi Cebrià Andreu. Doctor en Medicina. Profesor de la Universidad Ramon Llull en la Facultad de Psicología, Ciències de la Educación y del Deporte Blanquerna. Médico de familia en el centro de Atención primaria de Granollers. Carles Virgili Tejedor. Doctor en Ciencias Químicas por el Instituto Químico de Sarriá. Profesor de Metodología y Estadística de la Universidad Ramon Llull en la Facultad de Psicología, Ciències de la Educación y del Deporte Blanquerna. Montserrat Castellana Rosell. Enfermera. Licenciada en Psicología. Doctora en Psicología. Especialista en adolescencia y en temas de pérdidas y de duelo. Ha sido profesora de la Universidad de Girona, de la Universidad de Barcelona y de la Universidad Ramon Llull. Ha publicado diferentes libros y artículos sobre adolescencia. |