INTERVENCIÓN PSICOEDUCATIVA CON FAMILIAS TRAS UN PRIMER EPISODIO DE PSICOSIS
21 Jun 2010
César González-Blanch, Vanessa Martín-Muñoz, Gema Pardo-García, Obdulia Martínez-García, Mario Álvarez-Jiménez, José Manuel Rodríguez-Sánchez, José Luis Vázquez-Barquero y Benedicto Crespo-Facorro
Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander)
La intervención con familiares es el procedimiento terapéutico con el que se ha obtenido la mejor evidencia sobre la eficacia de los tratamientos no-farmacológicos en el campo de la esquizofrenia y otros trastornos relacionados. Conceptos como el de emoción expresada, que constata la importancia del entorno más cercano en el mantenimiento de la recuperación clínica, y la sobrecarga familiar se han popularizado enormemente como predictores de recaídas e indicadores del desgaste asociado al cuidado de personas afectadas crónicamente por problemas de salud mental. Lamentablemente, el conocimiento de los efectos de estos aspectos en el curso de un trastorno psicótico y de la eficacia de las intervenciones familiares para paliarlos no se refleja por lo general en la práctica asistencial. Los pacientes y sus allegados, en cuanto a tratamientos psicológicos, reciben poco y lo reciben tarde. Esto es especialmente notable en el caso de las personas que experimentan un primer episodio psicótico. El interés de nuestra investigación era conocer el grado de emoción expresada y sobrecarga en familiares poco después de un primer episodio de psicosis, y observar la evolución de estas variables tras un grupo psicoeducativo.
El grupo se formó con familiares de pacientes que estaban en el primer año de tratamiento, dentro del contexto de un programa destinado a atender personas con un primer episodio de psicosis del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander). Para los análisis se utilizó de cada familia al miembro con mayor contacto con el paciente, en total 23, la mayoría madres (n=15, 65%). Se midió la emoción expresada y la sobrecarga familiar tanto antes como después de las 8 sesiones de un programa psicoeducativo. El contenido del programa, a diferencia de otros programas orientados a la esquizofrenia crónica, estaba adaptado por un psicólogo clínico a las fases iniciales de las psicosis, en las que se sabe que hay cierta inestabilidad diagnóstica, con un especial énfasis en los factores que facilitan la recuperación, en la detección de señales tempranas de recaídas y en ofrecer información básica sobre habilidades de comunicación (escucha activa, hacer peticiones y expresión de emociones agradables y desagradables), desde una perspectiva normalizadora y desestigmatizadora. |
En conjunto, los familiares clave mostraron niveles moderados de sobrecarga y la mitad de ellos mostraron niveles de emoción expresada global categorizados como altos (esto es, presentaban altos niveles de sobreimplicación y/o de criticismo). La emoción expresada, en particular el componente de sobreimplicación, se asoció con la sobrecarga subjetiva (reacciones personales), más que con la objetiva (tareas directas e indirectas de cuidado). Pese a que se logró una asistencia a las sesiones relativamente alta (de media, 86%), en contra de la expectativa más positiva, los niveles de emoción expresada y sobrecarga no se redujeron significativamente tras el paso por el grupo, que tenía una duración aproximada de 4 meses.
Son varias las limitaciones de este estudio. El diseño de tipo observacional sin grupo control no permite dilucidar, ni siquiera en el caso de que se hubieran reducido los niveles del malestar familiar estudiados, la efectividad o no de la intervención. Se trata, por otro lado, de una muestra pequeña que sólo hubiera valido para detectar efectos robustos que quizá no es razonable esperar de una intervención psicoeducativa grupal tan breve. Conviene hacer notar que algunos estudios sugieren que, más que la intensidad, puede ser la prolongación en el tiempo de la intervención lo que explique la eficacia de este tipo intervenciones, con la recomendación general de que éstas duren más de 9 meses. Por otro lado, la literatura sobre la intervención con familias en la esquizofrenia indica que los programas psicoeducativos son dudosamente eficaces si no incorporan elementos más prácticos de solución de problemas y de habilidades de comunicación, que en nuestro programa ocupaban escasamente una sesión.
Por lo anterior, el trabajo debe entenderse como una modesta aproximación al estudio de los efectos en las familias de tener un miembro con un primer episodio de psicosis y de la práctica sanitaria de ofrecerles información estructurada sobre el trastorno. Con todas sus limitaciones, el trabajo tiene algunos aspectos a resaltar. A diferencia de la mayoría de los estudios en este campo, éste recoge información sobre la situación de los familiares (no de los pacientes) de una persona en las fases iniciales de la psicosis, poco después de la estabilización clínica (no en fases agudas o avanzadas) y con un grupo conducido por los profesionales responsables de la atención clínica diaria de un dispositivo público (no en un contexto investigador). Hasta donde sabemos, en nuestro ámbito no existen estudios publicados con estas características. Por último, las familias, en encuestas anónimas, valoraron muy favorablemente la experiencia, lo que concuerda con los altos porcentajes de asistencia y permanencia. Dicho sea incidentalmente, el aspecto que las familias más destacaban como provechoso era la sesión dedicada a las habilidades de comunicación; así como los pacientes, en unos grupos paralelos, destacaban el valor de los recursos personales para la recuperación clínica y funcional.
Los resultados de este estudio pueden ser interpretados para destacar la importancia de añadir el entrenamiento en habilidades (con la participación de los pacientes) en este tipo de protocolos de cara a conseguir, en el caso de los primeros episodios, los mismos efectos beneficiosos que los observados en las intervenciones familiares en la esquizofrenia crónica. Esto puede ser particularmente útil para aquellas familias que ya en las fases iniciales presentan niveles de sobrecarga y emoción expresada problemáticos.
El artículo original puede encontrarse en la revista The Spanish Journal of Psychology:
González-Blanch, C., Martín-Muñoz, V., Pardo-García, G., Martínez-García, O., Álvarez-Jiménez, M., Rodríguez-Sánchez, J.M., Vázquez-Barquero, J.L. y Crespo-Facorro, B. (2010).
Sobre los Autores:
César González-Blanch Bosch. Es psicólogo clínico en una Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander). Doctor por la Universidad de Deusto. Su interés clínico e investigador se centra en los primeros episodios de psicosis, en particular en sus aspectos neuropsicológicos y psicosociales. Vanessa Martín Muñoz. Es psicóloga clínica en una Unidad de Salud Mental del Hospital del Bierzo (León). Doctoranda de la Universidad de Cantabria. Realizó el periodo de formación PIR en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla; durante su formación, se dedicó al estudio de factores estresantes de tipo familiar en primeros episodios psicóticos. Gema Pardo García. Es trabajadora social del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Su labor asistencial se desarrolla, principalmente, dentro del programa de atención a primeros episodios de psicosis (PAFIP), en particular en la atención a familiares. Obdulia Martínez García. Es enfermera del Servicio de Psiquiatría y profesora asociada de la Escuela Universitaria de Enfermería del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Su labor asistencial se desarrolla dentro del programa de atención a primeros episodios de psicosis (PAFIP). Mario Álvarez Jiménez. Es psicólogo clínico y senior lecturer en el Center for Youth Mental Health, en la Universidad de Melbourne. Doctor por la Universidad de Cantabria. Su investigación clínica se centra en el desarrollo de nuevas intervenciones psicológicas para la promoción de la recuperación psicosocial en pacientes con un primer episodio de psicosis. José Manuel Rodríguez Sánchez. Es psicólogo clínico que ha desempeñado su labor asistencial e investigadora en el programa de Atención a Primeros Episodios de Psicosis en el Hospital Marqués de Valdecilla, obteniendo su grado de doctor en Universidad de Cantabria y siendo profesor-tutor en la UNED. José Luis Vázquez Barquero. Es catedrático de psiquiatría de la Universidad de Cantabria, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla y director de la Unidad de Investigación en Psiquiatría de Cantabria. Su actividad investigadora ha estado centrada, fundamentalmente, en los aspectos epidemiológicos y clínicos de las enfermedades mentales. Benedicto Crespo-Facorro. Es profesor titular de psiquiatría. Director del programa asistencial PAFIP. Periodo postdoctoral (1997-2000) en el Mental Health Clinical Research Center, Universidad de Iowa (EEUU). Desarrolla una línea fundamental de investigación que persigue conocer las bases biológicas de la esquizofrenia integrando resultados clínicos, cognitivos, inmunológicos, de neuroimagen y genéticos. |