INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA CON MALTRATADORES. ENTREVISTA A PSICÓLOGOS DEL PROGRAMA VITRUVIO

27 Nov 2007

La violencia contra las mujeres afecta de manera alarmante a todas las sociedades y sólo un esfuerzo de todos en la lucha contra esta realidad intolerable puede acabar con ella.

 

El desarrollo de programas de asistencia psicológica dirigidos a hombres que incurren en conductas de malos tratos en su relación de pareja, no ha estado exento de polémica, dando lugar a numerosos debates sobre la pertinencia o no de incluir este tipo de intervenciones como un objetivo prioritario en las políticas públicas.

Actualmente, son cada vez más quienes defienden los programas para la rehabilitación de los agresores, que tienen como objetivo principal proteger a las víctimas y prevenir que sufran actos violentos en el futuro.

Coincidiendo con la reciente celebración del Día Internacional de la Violencia contra la Mujer, Infocop Online ha querido acercar a sus lectores el trabajo que desde la Psicología se está llevando a cabo con los maltratadores, y ha entrevistado a María Amorós y Ramón Molina, psicólogos del equipo técnico del Programa Vitrubio, puesto en marcha en 2005 mediante un convenio de colaboración entre el Instituto de la Mujer y el Colegio de Psicólogos de Castilla-La Mancha.

ENTREVISTA

Desde que comenzara a funcionar el programa en 2005, ¿cuáles han sido los logros más importantes alcanzados?

Los logros que podemos considerar más importantes pueden ser los referidos a la sensibilización de la población de la necesidad de un programa dirigido a hombres. Tras dos años de funcionamiento, la consolidación del programa empieza a ser un hecho y cada año aumenta más el número de hombres que hacen uso del servicio.

Por otro lado, está la sensibilización de diferentes colectivos con los que trabajamos coordinadamente y que son la base de la derivación de usuarios al programa. Entre estos se encuentran los centros de la mujer, las oficinas de atención a la víctima, los programas de apoyo familiar de ANFORMAD, los centros de mediación familiar, los servicios sociales y diferentes asociaciones de mujeres.

Podemos destacar también los hombres que acuden al programa directamente, porque han tenido conocimiento del mismo a través de, por ejemplo, los medios de comunicación. Solicitan ayuda porque se han dado cuenta de que la relación con su pareja está basada en la desigualdad y de que el uso de estrategias violentas no es adecuado, pero no saben cómo relacionarse de otra forma.

¿Cuáles son los objetivos concretos a los que va dirigido el programa para la rehabilitación de maltratadores?

El fin último del programa es «Preservar la integridad física y psíquica de las mujeres que sufren malos tratos».

Para la consecución última de este fin nos planteamos los siguientes objetivos:

Generales

▪ Lograr que aquellos que maltratan a su mujer dejen de utilizar la violencia física, psicológica, sexual, económica… como método de ejercicio del poder.

▪ Identificar elementos culturales de carácter discriminatorio que subyacen a nuestras actitudes cotidianas y a partir de ello, poner en marcha acciones que contrarresten los comportamientos sexistas.

 Específicos

▪ Controlar y detener la conducta violenta física y/o psicológica.

▪ Mejorar las habilidades sociales y comunicacionales.

▪ Promover la flexibilización de los roles de género estereotipados.

▪ Disminuir el aislamiento social.

▪ Revisar racionalizaciones que contribuyen a justificar la conducta violenta.

▪ Incrementar la autoestima y la asertividad.

▪ Establecer vínculos afectivos en los que valoren a la otra persona y se sientan valorados, sin necesidad de recurrir defensivamente al uso de la fuerza para dominar y controlar la relación.

▪ Revisar aspectos de la historia personal, especialmente aquéllos que tienen que ver con experiencias de malos tratos (ya sea como víctimas o como testigos) vividas durante la infancia y la adolescencia.

Ahondando más en la intervenció, ¿nos podrían definir más detalladamente el programa de tratamiento que están llevando a cabo?

El programa de tratamiento, basado en una metodología cognitivo–conductual, aborda la conducta violenta desde una perspectiva de género. El abordaje se realiza tanto a nivel individual como grupal, de la siguiente manera:

Sesiones iniciales de evaluación, en las  que se utilizan entrevistas semiestructuradas y pruebas psicométricas, con el objetivo de determinar las características del problema, su duración y la conciencia que de él tiene la persona, así como valorar si se cumplen los criterios de inclusión para comenzar el tratamiento.

Sesiones de tratamiento individual, que tienen una periodicidad semanal y una hora de duración aproximadamente. Están orientadas al control de la conducta violenta, al descubrimiento y modificación de los esquemas cognitivos y creencias subyacentes a dicha conducta, y a la adquisición de formas adaptativas de comunicación, relación y resolución de conflictos.

Sesiones de intervención grupal, que de forma complementaria a las sesiones individuales, se realizan posterior o simultáneamente a éstas. En ellas se trabajan aspectos concretos abordados en las sesiones individuales, como habilidades sociales, creencias erróneas compartidas, resolución de problemas, etc., siendo los usuarios modelos y observadores a la vez, lo que favorece la adquisición de nuevas formas de pensar, sentir y comportarse.

Las dos modalidades de terapia se llevan a cabo por ambos terapeutas, hombre y mujer, como ejemplo claro de igualdad de género tanto a nivel personal como laboral.

La duración de la intervención depende de las características de los usuarios y del problema por el que acuden al programa. Tras la constatación, mediante el testimonio del usuario y de personas allegadas a él (pareja, familia de origen), del mantenimiento en el tiempo de los cambios conductuales y actitudinales, se procede al seguimiento del usuario, que se realiza primero quincenalmente y después de forma mensual y trimestral.

¿Cuál es el perfil sociodemográfico y psicológico de los maltratadores que participan en vuestro programa?

El perfil según Miguel Lorente sería «hombre varón de sexo masculino». No existe un perfil definido del agresor de género prototípico. Tal y como manifiesta Lorente «No hay perfiles, se trata de diferentes personalidades en distintas circunstancias socioeconómicas, que pueden utilizar formas diversas de alcanzar sus objetivos por medio de la violencia«. Además, podrían establecerse clasificaciones en función del tipo de maltrato, personalidad subyacente, etc.

Desde un punto de vista psicológico, se podrían definir como individuos con baja autoestima, inseguros, dependientes, emocionalmente hablando, de sus parejas, pero que muestran el carácter agresivo de esa dependencia. Usan la violencia para evitar el abandono de la pareja. Tienen sentimientos ambivalentes (van del amor al odio, de la agresividad a la culpabilidad), y son celosos, a menudo de forma patológica, lo que les lleva a una conducta hipercontroladora. Tienen muchas carencias escondidas bajo una imagen de fortaleza que a veces les impide mostrar sentimientos hacia los demás, lo que les lleva, según los casos, a refugiarse en conductas adictivas que pueden precipitar la conducta violenta.

¿Cuáles son los criterios de inclusión para la participación en el programa?

Los criterios de inclusión serían:

▪ Hombre adulto que ejerza maltrato físico o psicológico.

▪ Que acuda voluntariamente.

▪ Que no padezca trastorno mental o enfermedad orgánica.

▪ Que no tenga trastornos adictivos.

Como se sabe, es frecuente que los maltratadores abandonen el tratamiento. Desde vuestra experiencia, ¿cuál es la tasa de abandono de la intervención? ¿Cuál es el motivo que lleva al agresor a no continuar con la intervención?

La tasa actual de abandono del programa se encuentra en torno al 10% de los usuarios. El motivo fundamental es la falta de motivación inicial, que les lleva a abandonar en la primera o segunda sesión. Otro motivo puede ser una motivación externa: uso de la asistencia al programa para volver con su pareja o evitar que ella se separe; al conseguir este objetivo o darse cuenta de que es inalcanzable, aun asistiendo al programa, abandonan la terapia. No obstante, con un abordaje inicial adecuado, el usuario puede tomar conciencia de su problema y, por ende, pasar de una motivación extrínseca a una motivación intrínseca y a una predisposición al cambio que mejore la adherencia al tratamiento y el pronóstico.

La efectividad de los programas para maltratadores no está exenta de controversia. En vuestro programa, ¿cuál es el nivel de eficacia encontrado? ¿Qué porcentaje de agresores reinciden? ¿Cuáles son los factores asociados al éxito de la intervención?

Dado el poco tiempo de desarrollo del programa aún carecemos de datos estadísticos de la eficacia del mismo. Pero sí se observa una desaparición de las conductas violentas desde las sesiones iniciales, así como un elevado grado de satisfacción por parte de los usuarios del programa, que redunda en un aumento de su motivación, al percibir ellos mismos un incremento en el locus de control y una mejora en sus habilidades de relación.

El factor fundamental de éxito del programa de tratamiento estriba en esta motivación inicial de los usuarios, en la responsabilización de su propia conducta y en la percepción que llegan a tener de la mejora de su situación, debida al cambio conductual y actitudinal.

El porcentaje de reincidencia en estos varones que maltratan es bajo, en torno a un 10%, hecho que les provoca una respuesta de alarma tras la que solicitan ayuda para manejar la situación

La intervención con agresores no es un camino fácil. Desde su experiencia, ¿cuáles son las limitaciones en la intervención con este tipo de agresores?

Principalmente, la motivación extrínseca con la que acuden algunos de los agresores. Para algunos de ellos el objetivo de la asistencia no es modificar sus conductas o creencias desadaptativas, sino recuperar o evitar perder a su pareja. Unido a esto encontramos una falta de conciencia del problema, requisito indispensable para asumir la necesidad del cambio. En estos casos el abordaje terapéutico ha de comenzar con una sensibilización especial del agresor, para que logre tomar conciencia de su problema y de los esquemas de pensamiento subyacentes.

Para finalizar, ¿les gustaría añadir alguna otra cuestión?

El programa Vitrubio de intervención con hombres se distribuye en dos grandes bloques de intervención. Por un lado se encuentra la intervención psicológica con varones que hemos estado comentando hasta el momento y, por el otro, la prevención de las actitudes machistas. Estamos convencidos de que en la base de la justificación de las actitudes violentas por parte de los hombres se encuentran las desigualdades de género, que nos han sido trasmitidas por un sistema patriarcal en el que nos han educado. Es por ello que desde el programa Vitrubio estamos desarrollando talleres de igualdad dirigidos a diferentes colectivos, con los que perseguimos desmontar falsas creencias de que el género masculino tiene más derechos que el femenino por el mero hecho de haber nacido hombres. Con estos talleres se pretende detectar precozmente situaciones de riesgo, sensibilizar a los colectivos que están en contacto con los maltratadores de la necesidad de derivarlos al programa e intervenir con ellos, corregir y eliminar todo tipo de desigualdades o mecanismos discriminatorios por razón de sexo, trabajar, desde la perspectiva de género por la Igualdad de Oportunidades para hombres y mujeres y formar personas críticas frente a aquellos aspectos sociales, culturales y económicos conformadores de género.

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