JOSÉ MANUEL SABUCEDO GALARDONADO CON EL PREMIO GALICIA DE INVESTIGACIÓN – ENTREVISTA AL CATEDRÁTICO DE PSICOLOGÍA SOCIAL

18 Jul 2007

El pasado 27 de junio de 2007 se celebró la entrega de los Premios Galicia de Investigación de la Consellería de Innovación e Industria de la Comunidad Autonóma de Galicia, recayendo el galardón, en la categoría de sénior, en José Manuel Sabucedo Cameselle, Catedrático de Psicología Social y que fue el primer Decano de la Facultad de Psicología de la Universidad de Santiago de Compostela.

Con esta distinción se ha querido reconocer su dilatada trayectoria de más de veinticinco años de investigación en el área de la Psicología social y política, en la que destacan dos líneas de trabajo fundamentales: 1) el estudio de supuestos históricos, epistemológicos y teóricos de la Psicología Social y su articulación con otras disciplinas de las ciencias sociales; y 2) la apuesta por hacer una Psicología estrechamente vinculada a la sociedad. Concretamente, sus estudios han versado sobre el autoritarismo y las actitudes políticas, participación y movimientos sociales y violencia política, entre otras.

 

Con motivo de la entrega de este premio, con el que no sólo se reconoce la trayectoria del Catedrático de Psicología Social de la USC, sino también la relevancia de la Psicología como disciplina, Infocop Online ha querido entrevistar para sus lectores a José Manuel Sabucedo Cameselle. En esta entrevista, Sabucedo nos habla de lo que ha supuesto este galardón en reconocimiento a su carrera y nos hace un balance de la Psicología Social en España.

ENTREVISTA

En primer lugar, nos gustaría felicitarle por la distinción que institucionalmente se le hace con este premio. En segundo lugar, nos gustaría que nos contara qué supone este reconocimiento para usted.

El primer sentimiento que me vino a la mente cuando me comunicaron la concesión de ese premio fue de agradecimiento. De agradecimiento sincero a todas y cada una de las personas me han ayudado y acompañando durante estos más de veinticinco años de actividad académica. No olvides que he recibido el Premio Galicia de Investigación en su modalidad «sénior», lo que significa que ya tengo una cierta edad y estos reconocimientos se ven con una cierta perspectiva. Y, precisamente, esa distancia es la que nos hace reconocer que sin aquellos que nos orientaron en los primeros momentos de nuestras carreras, los que nos animaron en los momentos difíciles, los que siempre tienen una palabra amable para el trabajo que realizas, los que siguen confiando en tí…, sin ellos no estaríamos teniendo hoy esta entrevista. Además, y es muy importante tener esto en cuenta, los éxitos saben mucho mejor con cuantas más personas se puedan compartir. Y por ello, soy afortunado porque este éxito es obra de muchos.

Junto a ese agradecimiento, y como es fácil suponer, siento una enorme satisfacción y alegría. Porque de hecho, y sin falsa modestia, hay muchos investigadores en Galicia que tienen méritos más que sobrados para obtener ese galardón. Y, entre ellos, y me siento especialmente orgulloso de decir esto, varios de mi propia Facultad. Por tanto, he sido afortunado.

 

Por cierto, aquí vendría bien una frase que utilicé en el discurso de entrega de ese premio. Cuando Woody Allen recogió el Premio Príncipe de Asturias a las Artes en el año 2000 citó a un compañero de profesión que, en ocasiones como ésas, decía: «Yo no merezco este premio, pero tengo diabetes y tampoco la merezco». En fin, que la vida es así. Y si no nos quejamos cuando las cosas vienen mal dadas, ¿por qué hemos de hacerlo cuando la vida nos sorprende con momentos tan especiales como la concesión de un premio con tanto prestigio como éste, aunque creamos que no nos lo merecemos?

Con este premio se reconoce su dilatada trayectoria como investigador en el área de la Psicología Social. ¿Nos podría hablar brevemente de sus trabajos en todos estos años? ¿Qué valoración haría usted mismo de su carrera? ¿Cómo vincularía sus trabajos con la sociedad actual?

Mi trabajo se desarrolla fundamentalmente en el área de la Psicología Política y, concretamente, dentro de dos áreas principalmente. Una de ellas es la dedicada a la participación política y los movimientos sociales. Esos estudios responden a nuestro interés por contribuir al desarrollo de sociedades más participativas y con una mayor vitalidad democrática. Esta línea de investigación nos permitió una colaboración estrecha con el grupo del profesor Klandermans de la Free University de Amsterdam y la publicación de diversos trabajos en los que se analizan diferentes aspectos de la identidad social, la ideología, la obligación moral o las emociones en la acción colectiva.

Una segunda área de trabajo está dedicada a la violencia política y al estudio de las condiciones que posibilitan crear una cultura de paz. No es posible analizar la violencia política sin atender al contexto en el que tiene lugar. De esta manera, frente a los enfoques disposicionales, destacamos la relevancia del contexto y de los procesos cognitivos que se generan en las dinámicas de relaciones intergrupales conflictivas. Así, pusimos de evidencia que las categorizaciones excluyentes, la atribución externa de responsabilidades o la deshumanización del adversario, son elementos que construyen el discurso legitimador de la violencia. En trabajos realizados sobre los discursos de ETA, del movimiento yihadista o de los diferentes actores del conflicto colombiano, encontramos una estructura legitimadora de la violencia muy parecida.

Esa dinámica de enfrentamiento supone no sólo un enorme coste personal, social y económico para las partes en conflicto, sino también un serio obstáculo para resolver los problemas de fondo. Por eso, es necesario avanzar en la personalización de las víctimas, eliminar lo que en algún estudio hemos denominado como valoración asimétrica del sufrimiento, obtener el apoyo de los grupos más resistentes al acuerdo con el adversario, crear un clima de confianza entre las partes y defender las propias posiciones teniendo en cuenta los intereses de los otros. Esto supondría avanzar en el camino de una solución constructiva de los conflictos.

Desde su punto de vista, ¿qué puede ofrecer hoy día la Psicología Social en una sociedad cada vez más globalizada? ¿Qué necesidades sociales, teóricas y metodológicas puede y debe hacer frente la Psicología Social de nuestro tiempo?

Si digo que estamos viviendo una época de crisis, puede sonar a la misma cantinela de siempre. Se ha utilizado tantas veces esta expresión, que ya ha perdido la capacidad de sorprendernos o de ponernos alerta. Pero aquí utilizo el término de «crisis» en el sentido gramsciano del mismo, esto es, como la descripción de un período en el que lo viejo no ha muerto y en el que lo nuevo todavía no ha aparecido del todo; y en ese espacio se produce todo tipo de fenómenos perversos.

 

Efectivamente, como apuntabas, la globalización supone una nueva forma de estar ante el mundo que exige la elaboración de nuevos esquemas y discursos y que supone retos y también oportunidades. La cuestión no es si la globalización gusta o no. La globalización está ahí, es un hecho y no se va a detener porque a alguien no le guste.

La cuestión, entonces, es otra. Cómo hacer que esa globalización sea una oportunidad para todos y no la ventaja de unos sobre otros, cómo hacer que esa globalización no violente ni desprecie identidades, proyectos y valores de grupos no hegemónicos, etc. Como ves, estamos hablando de conflictos intergrupales, de cuestiones de identidad, de asimetría de poder, de influencia…, de temas que ocupan un lugar central en la Psicología Social.

Por esta razón, la Psicología Social está perfectamente preparada teórica y metodológicamente para ayudar a explicar los cambios que se están produciendo, para identificar los riesgos reales y potenciales que esa nueva situación entraña y para apuntar posibles estrategias de intervención. Pero nuestro gran reto, que es el reto del conjunto de la Psicología, tanto a nivel nacional como internacional, es el de hacer visible nuestro discurso, nuestras posiciones, que vienen avaladas por un trabajo serio y riguroso, sobre un amplio número de cuestiones. En este sentido, hay que seguir insistiendo en la línea de difundir al conjunto de la ciudadanía el conocimiento generado por la ciencia psicológica.

 

Para finalizar, ¿nos podría dar su visión acerca de la Psicología en general en nuestro país? ¿Qué opinión le merece todos los cambios que previsiblemente se van a producir con la entrada en vigor de los estudios de Psicología en el denominado Espacio Europeo de Educación Superior?

En líneas generales, y sin ánimo de ser autocomplaciente considero que la Psicología, tanto en su vertiente profesional como académica, se encuentra en un buen momento en nuestro país. Cierto es que hay algunas cuestiones que no acaban de clarificarse en el sentido que sería de desear, pero esos son temas que no tengo la menor duda que acabarán resolviéndose de manera satisfactoria para la profesión y la academia. Esto no es un wishful thinking, sino la constatación de que cuando hay argumentos sólidos detrás y la voluntad decidida de hacerlos valer y de luchar por ellos, los objetivos se acaban consiguiendo. Por ello, soy claramente optimista en el sentido de que la Psicología en España seguirá ganando cuotas de consideración y respetabilidad social y científica.

Respecto al llamado Espacio Europeo de Educación Superior, me es difícil imaginar un proceso que se haya llevado de forma tan caótica como éste. Ya no recuerdo el número de pre-borradores, borradores, filtraciones, iniciativas, contrainiciativas, cambios de criterio, etc. que han presidido este proceso. Esto ha provocado no sólo que una parte muy significativa de las personas más motivadas y más activas de nuestras universidades estén muy «quemadas» con este tema, sino que también se haya instalado una actitud de cierto recelo ante lo que este proceso realmente significará.

Pero, bueno, no hay que hacer atribución externa de responsabilidades. Aquí todos somos responsables, aunque bien es cierto que unos más que otros. Por ejemplo, ante esa dinámica absurda de diseñar postgrados sin saber cómo van a ser los grados, de incertidumbres, de cambios de criterio, etc. cómo es posible que ningún rector alzase su voz diciendo algo así como «hasta que se aclare todo esto yo no pongo a trabajar a mi Universidad en este tema pues el esfuerzo de centenares de personas puede ser una absoluta pérdida de tiempo y energía».

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