Recomendaciones de la BPS para psicólogos que vuelven al trabajo presencial tras la pandemia

24 Jun 2020

Durante la fase de recuperación tras la crisis generada por el COVID-19, los psicólogos y las psicólogas enfrentarán desafíos importantes al regresar a sus puestos de trabajo. Su objetivo como profesionales es hacer que las personas con las que trabajan se sientan seguras y esto solo se puede acometer cuando ellos/as mismos/as se sienten seguros/as y están físicamente protegidos y protegidas del peligro de infección inmediata.

Así lo afirma la Sociedad Británica de Psicología (BPS-British Psychological Society) en una guía a través de la cual establece una serie de recomendaciones para mantener lugares de trabajo seguros durante el COVID-19, facilitando la toma de decisiones sobre las formas de trabajo y las consideraciones de seguridad para los psicólogos y las psicólogas y sus clientes.

Según señala la BPS, situaciones que, en otras circunstancias podrían considerarse seguras y cumpliendo con los criterios de evaluación de riesgos, en el contexto actual de pandemia están sujetas a nuevos criterios con respecto a la seguridad, desde una perspectiva física y psicológica.

Artista: Andrea Piacquadio Fuente: pexels Fecha descarga: 11/06/2020

La decisión sobre cuándo es seguro regresar al lugar de trabajo deberá considerarse minuciosamente. La seguridad, tanto de los y las clientes como de los psicólogos y las psicólogas, es importante a la hora de tomar decisiones sobre cuándo y cómo regresar al puesto de trabajo. Los profesionales de la Psicología deben tener conversaciones sobre seguridad con los clientes y sus familias, incluyendo la decisión conjunta del modo en que podrían llevarse a cabo evaluaciones e intervenciones.

Los psicólogos y las psicólogas deben determinar si el trabajo que normalmente realizaban puede llevarse a cabo de manera segura, o si se requieren adaptaciones para garantizar la seguridad.

Contextos en el ámbito laboral considerados alto riesgo

De acuerdo con la guía, hay diversas situaciones en las que los/as psicólogos/as pueden sentirse inseguros en ámbito laboral:

  • Restricciones físicas que hacen que sea difícil o imposible mantener al menos a dos metros de distancia con los demás.

  • Entornos con poca ventilación, como oficinas pequeñas sin ventanas o habitaciones pequeñas con flujo de aire limitado.

  • Pasar un tiempo considerable en compañía de otros, incluso al mantener una distancia física de dos metros.

  • Falta de acceso a suficientes equipos de protección personal (EPIs) cuando sea necesario.

  • Instalaciones de higiene inadecuadas en entornos de trabajo.

  • Áreas comunes como salas de personal que no pueden limpiarse regularmente.

  • Acceder a las casas de las personas u otras configuraciones para consultas.

Los psicólogos y las psicólogas deben tener en cuenta todo el lugar de trabajo, incluidas todas las áreas utilizadas por clientes y trabajadores/as. Aquellos y aquellas cuyos puestos de trabajo se identifiquen como de alto riesgo deben recibir apoyo para trabajar de forma remota o tener acceso adecuado a EPIS. En aquellos casos en los que se les indica que deben regresar a su puesto de trabajo y sienten que no es seguro, los/as psicólogos/as deben consultar a su sindicato de empresa para obtener asesoramiento.

Uso de equipos de protección personal (EPIs)

En función de los diferentes entornos de trabajo y los diversos grupos con los que trabajan los psicólogos y las psicólogas, la necesidad de EPI dependerá de una serie de factores, como el tipo de entorno, el trabajo que se realiza y las necesidades de los grupos de clientes. La decisión de emplear EPIs se informa a través de directivas de salud y seguridad, y deben seguirse cuidadosamente todas las instrucciones sobre su uso y cambio de protección. Igualmente, ante cualquier intervención cara a cara, los/as psicólogos/as deben informar a los clientes si usarán EPIs.

En este punto, la BPS indica que, pese a ser considerado parte de un trabajo seguro, el uso de un EPI presenta muchos desafíos: utilizar mascarillas y visores puede ser doloroso, dificultar que otras personas escuchen correctamente y/o parecer amenazante para algunos clientes. Además, las mascarillas pueden dificultar la expresión de emociones faciales, si bien los visores podrían considerarse aquí como alternativa. Todas las formas de EPI tienen el riesgo de presentar una barrera psicológica y emocional entre los/as psicólogos/as y sus clientes.

En algunos contextos, también pueden surgir barreras adicionales al usar «uniformes», como batas de EPI, que pueden indicar un desequilibrio de poder, institucionalización o crear confusión sobre los roles profesionales.

La guía recoge algunas sugerencias para ayudar a superar los desafíos que plantean los EPIs:

  • Despersonalización: imprima una fotografía de su cara en papel A4 para pegarla en el torso del traje, poniendo su nombre.

  • Conexión negativa con el EPI: utilice técnicas psicológicas para crear nuevas asociaciones positivas con los EPIs. Esto requerirá técnicas cognitivo-conductuales y una exposición gradual.

  • Barreras en la interacción: practique una variedad de técnicas de interacción, como exagerar el movimiento, ralentizar la conversación, sonreír con los ojos, etc. Reconocimiento de extrañeza y normalización de EPIs y nuevos procedimientos. Las máscaras transparentes pueden solucionar algunos problemas para los grupos con problemas de audición. En este caso, la guía aconseja considerar la posibilidad de realizar intervenciones virtuales.

Flexibilizar la carga de trabajo

El documento subraya la importancia de flexibilizar el tiempo y los recursos. Dado que la normativa requiere que se limpie regularmente el puesto de trabajo, los empleadores deben permitir una reducción de la carga de trabajo con el fin de poder ajustar el tiempo adicional necesario para un trabajo seguro. La reducción del número de casos y la dispersión de citas a lo largo del día son algunas soluciones para evitar la saturación de las áreas comunitarias, como las salas de espera. Asimismo, aquellas personas con importantes responsabilidades de cuidado afectadas por la pandemia necesitarán la flexibilidad para trabajar de forma remota.

Crear entornos seguros

En la situación actual, la seguridad física es primordial en ámbito laboral, y la flexibilidad y adaptabilidad son esenciales. Esto significa que el trabajo remoto debe continuar siempre que sea posible. La BPS reconoce que, desde el inicio de la pandemia, los psicólogos y las psicólogas han avanzado significativamente en el uso de videoconferencias para realizar reuniones de equipo y trabajar con clientes, incluso con niños/as y adolescentes, por lo que, a su juicio, “no existe un imperativo inmediato de regresar prematuramente al trabajo cara a cara con los clientes”.

El contexto actual puede requerir la incorporación de prácticas de trabajo que anteriormente se consideraban inusuales o poco convencionales. Por ejemplo, las consultas al aire libre pueden ser una alternativa, garantizando la confidencialidad del cliente. Esto requiere una discusión reflexiva con los clientes por adelantado, considerando los riesgos y beneficios de dicha práctica. Tal y como indica el documento, los/as psicólogos deberán aportar su ingenio y adaptabilidad a su nueva práctica, valorando los límites físicamente seguros y sopesando la necesidad de contacto cara a cara, con consideraciones de distanciamiento social y el tiempo invertido con las personas.

Es fundamental tener en cuenta otros aspectos como: evitar el uso de recursos físicos compartidos (papelería, herramientas de evaluación…), revisar las prácticas que requieren juguetes y juegos cuando se trabaja con niños, utilizar recursos y herramientas electrónicas cuando sea posible, revisar el uso de salas de espera, gestión segura de la ropa de trabajo (lavado, transporte, almacenamiento y cambio), etc.

La guía, sujeta a revisión en función de las circunstancias de la pandemia y nuevos conocimientos que puedan surgir, se encuentra disponible en la página Web de la BPS, o bien directamente a través del siguiente enlace:

Returning to the workplace: Safety considerations for practising psychologists

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