Buenas prácticas en la intervención psicológica con personas en situación de exclusión social, guía de la APA

8 Ene 2020

La Asociación Americana de Psicología (American Psychological Association) ha publicado la guía para la práctica psicológica con personas de bajos ingresos y marginalizadas económicamente (APA Guidelines for psychological practice for people with low-income and economic marginalization).

Tal y como se explica en la guía, las necesidades y deseos de las personas con bajos ingresos son a menudo ignoradas debido a una variedad de motivos, entre los que destaca el distanciamiento cognitivo y conductual de la sociedad hacia estas personas. Este distanciamiento hace a las personas en situación de exclusión social sean invisibles al resto de la sociedad e incluso sean ignorados en los medios de comunicación.

Si esto se une al hecho de que los colectivos en situación de exclusión social no suelen contar con representación en los gobiernos ni tienen posibilidad de acceder a puestos de poder su situación de desprotección se agrava notablemente. Asimismo, tal y como señala la APA en su guía, el mito de la meritocracia, es decir, la creencia de que el estatus y las recompensas se deben al esfuerzo y al trabajo duro individual, contribuye a reforzar esta visión negativa y sesgada de las personas que viven en situación de exclusión social. Por todos estos motivos, no es de extrañar que el estatus socioeconómico es un factor determinante en el acceso a los recursos y apoyos en todas las áreas: educación, empleo, salud física y mental, etc., siendo considerado uno de los indicadores de salud más importantes.

Conscientes de los sesgos y barreras a los que se enfrentan las personas en situación de extrema pobreza y exclusión y de la necesidad de adoptar medidas directas para combatir dichos obstáculos, la Asociación Americana de Psicología ha elaborado una serie de recomendaciones para asegurar una “atención competente culturalmente” con todas aquellas personas cuya posición económica tiene un negativo impacto en su salud y bienestar. De esta manera, la guía pretende poner en evidencia las barreras económicas, la marginalización social y la trayectoria de desarrollo diferenciada que enfrentan estas personas para ofrecer pautas de buenas prácticas a los psicólogos clínicos, estudiantes de psicología e investigadores que trabajen con estos colectivos.

Las recomendaciones elaboradas por el grupo de trabajo de la APA se agrupan en torno a cuatro dominios principales: 1) formación y educación; 2) bajos ingresos económicos y desequilibrios en salud, 3) consideraciones para el tratamiento; y 4) relación entre bajos ingresos económicos y el desarrollo laboral y el desempleo.

A continuación se detallan las recomendaciones incluidas en la guía:

  • Los psicólogos deben esforzarse en aumentar su comprensión sobre cómo sus sesgos relacionados con las clases sociales pueden afectar a la formación y educación que pueden proporcionar.
  • Se anima a los psicólogos a aumentar su conocimiento y entendimiento sobre los aspectos vinculados a la clase social, incluidos la pobreza y la riqueza, a través de la formación continua, el entrenamiento, la supervisión y la consulta a otros profesionales.
  • Los psicólogos deben esforzarse en entender la contribución de la marginalización social y económica en las enormes disparidades en salud en nuestra sociedad.
  • Los psicólogos deben esforzarse en promover la igualdad en el acceso y en la calidad de la atención sanitaria para las personas en situación de bajos ingresos económicos.
  • Los psicólogos reconocen la presencia de la clase social como una variable que está presente en los contextos clínicos. Se invita a los psicólogos a entender cómo la clase social puede afectar a la habilidad del terapeuta para conseguir una implicación eficaz de los clientes en el tratamiento y a estar atentos a las maneras en que se manifiestan las diferencias en la clase social y en el impacto de la intervención en salud mental.
  • Los psicólogos tienen que tratar de entender las barreras que dificultan que las personas con bajos ingresos puedan acceder a una atención en salud mental y hacer esfuerzos para reducir estas barreras a la hora de proporcionar tratamientos psicológicos y/o desarrollar dispositivos y programas de atención en salud mental.
  • Los psicólogos deben esforzarse en entender que los problemas de salud mental comunes tienen más probabilidad de presentarse en las personas con bajos ingresos y en mejorar su habilidad para proporcionar una atención adecuada a estas personas en los contextos clínicos.
  • Los psicólogos deben tratar de entender el impacto de la clase social en el éxito académico, las aspiraciones laborales y el desarrollo laboral a lo largo de la vida.
  • Los psicólogos deben tratar de entender la interacción entre la inseguridad económica, el desempleo y el subempleo e intentar contribuir al desarrollo de programas para mejorar la empleabilidad de estos individuos.

Cada una de estas recomendaciones aparece desarrollada en detalle en la guía elaborada por la APA.

La guía puede descargarse en el siguiente enlace:

APA Guidelines for psychological practice for people with low-income and economic marginalization

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