VIOLENCIA EN RELACIONES ÍNTIMAS

23 May 2006

Adriana Cáceres – Universidad de Deusto, España

José Cáceres – Universidad de Deusto y Servicio Navarro de Salud

Nuestro artículo, «Violencia en relaciones íntimas en dos etapas evolutivas», publicado en el último número de la revista International Journal of Clinical and Health Psychology, pretende valorar el grado de armonía relacional experimentado en dos etapas diferentes de la vida (noviazgo y matrimonio), su capacidad percibida para resolver conflictos y la asociación de esta capacidad con la frecuencia e intensidad de la violencia en muestras de parejas españolas que se hallen en estas dos etapas tan diferentes de una relación

Señalamos que cabría esperar que, si el peso específico jugado por factores individuales o de aprendizaje social fuesen más importantes, las principales diferencias no se hallarían entre personas que se encuentran en estas fases diferentes de la evolución de su relación de pareja, sino entre aquellas que reunieran características individuales de riesgo (por ejemplo, género, experiencia propia, etc.); mientras que, por el contrario, si fuera la dinámica relacional la que juega un papel preponderante, cabría establecer un continuo en el que en un extremo se encontrasen parejas jóvenes, bien avenidas, con un alto nivel de satisfacción, en el que los índices de violencia serían bajos, y el otro polo del continuo estaría constituido por parejas con mayor tiempo de relación y expuestas a una alta conflictividad no bien resuelta.

Para la realización del estudio contamos con un total de 60 personas procedentes de dos grupos diferentes. El primer grupo (n = 30, 15 hombres y 15 mujeres, de aquí en adelante denominados «novios»), está constituido por personas voluntarias del ámbito universitario, que formaban parejas entre sí, a las que se les pidió su colaboración anónima y gratuita. Las condiciones para poder participar fueron: ser mayor de 18 años y llevar al menos 6 meses de relación. El segundo grupo (de aquí en adelante denominados «matrimonios»), estuvo constituido por 30 participantes, del mismo ámbito geográfico y nivel sociocultural (15 hombres y 15 mujeres), también parejas entre sí, que habían sido derivados a un Centro de Salud Mental, bien por su médico de Atención Primaria, por Abogados Matrimonialistas o algún otro especialista, por haber experimentado algún tipo estrés relacionado con problemática de pareja.

Cada uno de los participantes cumplimentó los siguiente cuestionarios:

Escala de Ajuste Diádico (EAD) (Spanier, 1976). Consiste en un cuestionario de 32 preguntas que nos indica, en cuatro subescalas diferentes, el grado de consenso, satisfacción, cohesión y demostraciones afectivas, así como el ajuste total y la armonía general de una pareja, correlatos empíricos de los componentes populares del amor. «compañía, recreo y pasión…». Esta prueba fue modificada y adaptada para poder ser contestada por parejas de novios.

Índice de violencia en la pareja. Se trata de un cuestionario de 30 ítems adaptado por Cáceres (2004) y desarrollado inicialmente por. (Una versión del mismo puede encontrarse pinchando aquí).

En la figura nº 1 se recogen los resultados referentes al grado de armonía relacional según la Escala de Ajuste Diádico, tanto de novios como de los matrimonios.

Figura 1. Ajuste diádico en parejas de novios y matrimonios.

Las diferencias entre las puntuaciones medias de ambos subgrupos son estadísticamente significativas en la puntuación Total [F(1,58) = 59,3; p < 0,000] y en todas las subescalas: Consenso [F(1,58) = 23,8; p < 0,000], Satisfacción [F(1,58) = 70,6; p < 0,000], Cohesión, F(1,58) = 51,3; p < 0,000],y Expresión de afecto [F(1,58) = 51,1; p < 0,000], lo que indica que realmente conseguimos polos opuestos en el continuo de armonía relacional, y que sigue siendo válido el «Primero mieles y después hieles…»: El grupo de novios presenta puntuaciones elevadas en cada una de las dimensiones, puntuaciones que son muy frecuentes en este sector de la población, y que quizá denotan un alto grado de idealización de la relación, bien porque no han tenido todavía tiempo para percibir las discrepancias, bien porque no les atribuyen importancia. Las puntuaciones de los matrimonios son indicadoras de un conflicto importante, no parecen saber ponerse de acuerdo, expresan un bajo nivel de satisfacción con la relación, demuestran una baja cohesión y una baja expresividad afectiva. Se ha producido una gran erosión en el valor gratificador de la relación.

Los niveles intensidad de violencia física, psicológica, sexual y total, derivados del Cuestionario de Violencia se encuentran reflejados en la Figura nº.2.

 

FIGURA 2. Puntuaciones de violencia en parejas de novios y matrimonios.

Cabe resaltar, en primer lugar, que entre los novios la mayoría de las conductas violentas están ausentes. Sin embargo, empieza a apuntar en un porcentaje relativamente alto de temas que parecen cronificarse con posterioridad: y que suelen aparecer asociados a episodios violentos, como son los celos (23,3%), bebida (16,7%), enfados relativos a puntos de vista discrepantes (6,7%), imposiciones («Está siempre dándome órdenes», 6,7%). Nótese que estas últimas conductas arrojan porcentajes cercanos a los de violencia encontrados en estudios de nuestro entorno: 10-11% . Puede observarse que, entre los matrimonios, las conductas violentas más frecuentemente denunciadas son: «Se enfada mucho si muestro desacuerdo con sus puntos de vista» (ítem 12) (79,3%), «Me chilla y grita continuamente» (ítem 22), «Está siempre dando órdenes» (ítem 25) y «Me dice cosas que no se pueden aguantar» (ítem 26) (53,3)%, «Se irrita si le digo que come o bebe demasiado» (ítem 3) (50%) y «No es amable conmigo» (ítem 19) (46,7%). Por lo que a violencia sexual se refiere, y en base a la misma recodificación de puntuaciones, ningún sujeto, ni hombre ni mujer, denunció haber sido forzado a actos sexuales que no gustaban (ítem 4); un 6,7 % de los hombres (lo que equivale a dos sujetos) frente a un 3,3% de las mujeres (un único caso) refirieron haber sido objeto de exigencias para tener relaciones sexuales, aún estando cansado/a (ítem 21) Estas diferencia no alcanzan significación estadística (c 2=0,351, p<0,500). La correlación existente entre el grado de violencia total y la Escala de Ajuste Diádico, y sus diferentes subescalas, es elevada y negativa (ajuste total, r= – 0,72,)

Somos conscientes que las conclusiones de este estudio han de ser tomadas con reservas y quizá no sean aplicables a todas las tipologías de maltratadores, ya que el número de sujetos participantes es bajo. Aún así, encontramos algunos aspectos que consideramos pertinente resaltar. El grado de armonía relacional entre los novios de nuestra muestra es alto, no así el de las parejas de matrimonio que reflejan puntuaciones de alto conflicto.

La intensidad de violencia detectada entre los novios es baja, mientras que altos porcentajes de maridos y mujeres superan los puntos cut-off en violencia psicológica (50%) y física (43,3%). Que las parejas de novios denoten bajos niveles de violencia podría deberse a varias razones: a) hemos utilizado un sistema de valoración de la violencia mucho más concreto, preciso y cerrado o que el cuestionario utilizado, o nuestra adaptación, no es el mejor sistema para recoger este tipo de violencia, aun cuando, al menos en violencia psicológica, recoge los componentes tradicionalmente considerados importantes (desvalorización, hostilidad, frialdad de trato); b) que «los futuros maltratadores» reservan sus estrategias de control para más tarde, porque todavía no se han producido situaciones de crisis importantes que hayan de solventar a la fuerza (aún cuando una de las situaciones de riesgo, «los celos» ya parece presentar problemas para un 23,3% de la muestra joven; c) a que todavía no han tenido ocasión de percibir tal violencia o que, habiéndola percibido, no han contestado de manera sincera a los cuestionarios (sin embargo, su forma de contestar a los cuestionarios de armonía sí es consistente con otras investigaciones), quizá como una forma de contrarrestar las noticias cotidianas de violencia (como si quisiesen decir «¡nosotros los jóvenes somos diferentes!»).

 

El grado de violencia detectado entre las parejas de matrimonios no es muy diferente del hallado en estudios anteriores, con poblaciones semejantes y los mismos instrumentos de medida. Estos resultados vendrían a avalar la tesis de que, a la hora de explicar la violencia en el contexto de una relación íntima, importan menos las variables individuales (aún cuando la única que nosotros analizamos en nuestro estudio fue el género) y mucho más otras variables pertinentes al estilo relacional: grado de armonía general, satisfacción con la relación, cohesión entre la pareja y capacidad de expresar afecto y de llegar a un acuerdo mutuamente asumido y no impuesto en temas importantes.

En cierta medida apoyan parcialmente las tesis feministas, en tanto en cuanto demuestran que la capacidad de consensuar acuerdos («relación democrática») está asociada con un menor grado de violencia; sin embargo, desconfirman que los intentos de control sean unidireccionales, por lo que al género se refiere, y es que este tipo de violencia existe también en parejas lesbianas (Cameron, 2003).

Si estos resultados fueran confirmados por estudios con un mayor número de sujetos, extraídos del amplio abanico relacional, los psicólogos, especialmente entrenados para investigar los entresijos de la interacción, habríamos de intentar contestar las siguientes preguntas:

  1. ¿Qué ocurre y cual es el proceso por el que se erosiona el grado de satisfacción en una relación?.

  2. ¿Cómo influyen las discusiones

    1. en este deterioro

    2. en los episodios de violencia?

  3. Cuáles son los mejores programas para implementar las medidas educativas de las que se habla, generalmente en términos vagos, a la hora de prevenir la violencia, y cómo centrarlas especialmente en cómo entrenar a los individuos a conseguir y mantener relaciones «democráticas», cómo negociar, y cómo llegar a acuerdos que sean mutuamente asumibles y aceptables:

  4. Surgidos los primeros elementos de conflicto, qué servicios pueden ofrecerse que sean eficaces y eficientes en la potenciación del grado de armonía relacional y las habilidades para resolver tales conflictos.

  5. Qué otros elementos, al margen de la ocurrencia de la violencia, motivan, en algún caso, la denuncia de tal violencia.

  6. ¿Con qué frecuencia, cuando se denuncia un episodio de violencia aparece asociado al término «discusión?

  7. Cómo mejor entrenar al individuo y a la díada a anticipar, abortar y a manejarse durante los arranques de ira que, de manera casi natural parecen surgir en tales discusiones.

Ver bibliografía completa del artículo

El estudio original al que hace referencia este artículo puede encontrarse en la revista International Journal of Clinical and Health Psychology: Cáceres, A. y Cáceres, J. (2006). Violencia en relaciones íntimas en dos etapas evolutivas. International Journal of Clinical and Health Psychology, 6 (2), 271-284.

Sobre los autores…

Adriana Cáceres Pérez – Castaño, nacida en Pamplona, es Licenciada en Psicología por la Universidad de Deusto (2004), en donde en estos momentos se encuentra cursando la Suficiencia Investigadora dentro del programa de doctorado Salud y Familia. Además, y desde su licenciatura, colabora con el Servicio de Orientación Universitaria de dicha Universidad.

José Cáceres Carrasco, Doctor en Psicología, Psicólogo Clínico Especialista, Profesor de Psicofisiología de la Universidad de Deusto y Psicólogo Clínico del Servicio Navarro de Salud, obtuvo la licenciatura en la Universidad Complutense de Madrid, se especializó en Psychological Medicine en a la Universidad de Glasgow. Ha publicado artículos en revistas especializadas y libros, entre los que cabe destacar el «Manual de Terapia de Pareja e intervención en familias». Madrid: Fundación Universidad-Empresa.

 

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